LOS RITOS SATÁNICOS DE DRÁCULA y el ocaso de Hammer Films.

LOS RITUALES SATÁNICOS DE DRÁCULA

The Satanic Rites of Dracula

Alan Gibson, 1973

La productora británica Hammer Film Productions fue la encargada de revitalizar el género de terror en la década de los 50. Todos los monstruos clásicos, creados con inspiración del Romanticismo y ya inmortalizados en el celuloide por Universal Pictures dos décadas antes, como Drácula, la Creatura de Frankenstein y el Fantasma de la Ópera, recibieron en su momento el tratamiento Hammer. Las cintas inglesas de tan icónicos personajes eran más violentas, más eróticas, más sangrientas y, en cierto modo, buscaban acercarse más a los elementos característicos de la Literatura Gótica… además de que estaban en Technicolor.

    Las primeras cintas de la Hammer como The Horror of Dracula (Fisher, 1958) y The Curse of Frankenstein (Fisher, 1957) son consideradas por muchos críticos como obras maestras del género. Estas cintas vieron nacer además una de las parejas más prolíficas del cine de terror: la de los actores Peter Cushing (1913-1994) y Christopher Lee (1927); generalmente este último haciendo gala de su estatura sobresaliente al interpretar a los monstruos (Drácula, la criatura de Frankenstein y Kharis, la momia, entre otros).

    El interés comercial hizo de cada uno de estos iconos del cine una franquicia y, en el transcurso de las siguientes dos décadas, las secuelas proliferaron como hongos. Al principio sí se tenía una continuidad y una cronología definidas, pero conforme fue pasando el tiempo las mandaron al diablo. Los argumentos y los guiones eran cada vez más débiles, y se apoyaban cada vez más en escenas exageradamente sangrientas y desnudos gratuitos.

    Esta película es un ejemplo de esas cintas de calidad dudosa de la última etapa de Hammer, apenas unos años antes de que la productora quebrara.

    La trama cuenta el caso de una unidad de Scotland Yard que, siguiendo la pista de un acaudalado aristócrata sospechoso de varias desapariciones, se encuentra con una secta satánica practicante del vampirismo y que realiza sacrificios humanos. Pero eso no es lo peor, sino que la secta es apenas un pequeño grupo de personas que buscan darle poder a su amo, Drácula (Christopher Lee), quien ha fraguado un nuevo plan para apoderarse del mundo.

    Así es, esta película no puede ser mejor de lo que suena. No es, ni de chiste, tan mala como otras tantas de Drácula que he visto; pero tampoco es siquiera la sombra de lo que fueron las primeras películas de este personaje producidas por la Hammer. Hay, como siempre, una gran química en pantalla entre Lee y Cushing, el guión es moderadamente bueno y en general la película está bien contada.

    Algo que le ayuda mucho a esta cinta y que la aleja de ser un melodrama ramplón más es el préstamo que toma de otros géneros para enriquecer su narrativa. Sí, es una película de horror; pero toma además elementos del thriller policiaco, del cine de acción e incluso de la ciencia ficción.

    El erotismo que en las primeras producciones de Hammer, apegándose al espíritu gótico, permanecía más bien velado, en esta película es bastante “barato” e inmediato. La primera (y única, de hecho) escena topless de la película aparece antes de los primeros diez minutos. Además, hay por ahí varias escenas con sugerencias lésbicas que por su ingenuidad y pobre factura ‒… y sus vaporosos vestidos de tul‒ me recordaron mucho a Santo vs las Mujeres vampiro (Corona Blake, 1962).

    En general, creo que esta película bebe mucho de la fuente del cine italiano de los 60 y 70. El soundtrack tiene ese tono guapachoso y psicodélico tan característico del cine de acción europeo de la época. Hay en esta cinta varias escenas de persecuciones automovilísticas que se ven simplemente deliciosas con dicha musicalización. Imaginen un auto compacto perseguido por dos cíngaros en motocicletas a través de Picadilly Circus… ¡con esa música!

    Ya que entré en ese rubro, he de decir que las escenas de acción están decentes. No son particularmente buenas; pero tienen algunos stunts bastante impresionantes, balazos, sangre y vidrios rotos. Además de que no pude dejar de notar que en esta cinta la secta que adora a Drácula es la primera en utilizar un ejército de clones a la Star Wars; si no, ¿por qué todos los cíngaros se ven iguales? No fueron tan tacaños como para contratar a sólo dos actores y hacerlos parecer veinte… ¿O sí, Hammer Films?

    Ante tan terribles sucesos, Scotland Yard contacta al experto Van Helsing (Peter Cushing, como siempre) para ayudar con la investigación. ¿No es genial, además de harto conveniente, que siempre haya en Londres un descendiente de Abraham Van Helsing experto en vampirismo? Quiero decir, ¿nadie de la familia Van Helsing se interesó por la contaduría o mercadotecnia? Digo, qué alivio para la humanidad, pero aun así no deja de ser curioso.

    Y ya que hablamos de la pobre humanidad, ¿cuál es el plan de Drácula para dominar al mundo? El malvado Rey de los Vampiros tiene a un renombrado biólogo, ganador del Premio Nobel, trabajando para él en el cultivo de una cepa aún más letal y más rápida de la peste bubónica, misma que piensa liberar para secuestrar países y otras actividades megalómanas corrientes.

    Lo que es genial es la escena en la que podemos ver los efectos de esta superpeste. El infectado comienza a desarrollar llagas y pústulas en toda su piel… se ve perfectamente que son apliques de látex, pero gracias a la iluminación de la escena y la actuación de la víctima se ven creíbles.

    Ésta es considerada la última gran y verdadera película de terror de los estudios Hammer, y es fácil ver por qué. A pesar de que los valores de producción no decaen en momento alguno, es bastante claro que el público había cambiado y, después de los trabajos de Hitchcock y Argento, los fobocinéfilos buscaban emociones más fuertes y tramas más complejas y más psicologistas de lo que Hammer podía ofrecer y se esforzó en imitar.

SPOILER: Lo que sigue sin encantarme es la forma en que son destruidos los vampiros en esta cinta. Aunque sí respetan las reglas tradicionales para la destrucción de los no-muertos es cierto que, quizá por la falta de ideas, se fueron por las más impopulares. TERMINA SPOILER

     Las concubinas de Drácula son exterminadas al activar un aspersor contra incendios, ya que según algunas tradiciones, el agua daña a los vampiros. O sea que, de haberlo querido, la señora de la limpieza pudo acabar con ellas hacía mucho tiempo.

    Y el mismísimo Drácula es detenido por una zarza del árbol con el que se hizo la corona de Cristo ‒mis conocimientos en botánica son ridículamente pobres‒, para después recibir una estaca en el corazón. Es curioso que el atravesar el corazón del vampiro con una estaca sea considerado un método definitivo para detenerlo, cuando casi toda la literatura advierte que este procedimiento no mata al vampiro, sino que sólo lo detiene. ¡Qué más da! Así hay pretexto para hacer más secuelas… o no, porque la Hammer cerró y permaneció inactiva desde 1976 hasta 2010.

PARA LA TRIVIA: En una entrevista, Christopher Lee comentó que se sentía desilusionado con que la representación de Drácula de la Hammer se alejó tanto del material original que terminó siendo una mezcla del Dr. No y Howard Hughes.

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SANGRIENTO SAN VALENTÍN 3D. De las mejores películas en 3D, pero…

SANGRIENTO SAN VALENTÍN

My Bloody Valentine 3D

Patrick Lussier, 2009

Durante la primera década del siglo, el cine de horror se vio inundado por una ola de remakes de películas de horror clásicas, particularmente del subgénero slasher. Algunos de estos refritos tuvieron resultados bastante afortunados; pero otros, no. La versión en 3D de Sangriento San Valentín, en mi opinión, pertenece al segundo grupo.

    Tom Hanniger (Jensen Ackles, famoso por su interpretación de Dean Winchester en la longeva serie de TV Supernatural [2005-2020]) regresa a su pueblo natal 10 años después de la masacre en la que un minero maniático asesinó brutalmente a 22 personas. Heredero de la mina del pueblo, Tom está dispuesto a venderla; pero una serie de horribles asesinatos comienza a ocurrir y él será el principal sospechoso. El asesino es un tipo enmascarado matando gente para que no vendan una mina… bien podría ser un episodio de Scooby Doo.

    Por supuesto, creo que debo empezar hablando sobre el elefante en la habitación: hay que ver esta película en 3D. No se trata de una de esas pelis que fueron filmadas en formato normal y luego convertidas, o de ésas que se pensaron en tercera dimensión y se filmaron de forma que no se perdiera mucho con la transición en 2D.

    El efecto de 3D está muy bien trabajado y es un elemento narrativo importante para la película. La mayoría de las escenas de muertes, que son bastante ingeniosas, están pensadas para sacar el máximo partido a este recurso. Casi como en un ride de parque temático, la película se divierte junto con el público jugando con la tercera dimensión. Si no me creen, chequen cómo incluso el atuendo de Jaime King al inicio de la peli está pensado para que su busto resalte con el efecto y… bueno, hay una escena de sexo y desnudos íntegros en tercera dimensión, lo cual es poco común ‒en una película mainstream‒.  

     También el 3D es importante porque nos distrae y evita que veamos lo mala que es la película en realidad.

    La cinta no es un remake directo de la original, sino que trata de ser una cosa aparte y sólo seguir los puntos clave de la versión de 1981. Esto tiene sus ventajas y desventajas. Por un lado, está padre tener cosas nuevas… por el otro, es una lástima que sean tan predecibles. Creo que lo que más me llamó la atención sobre esta peli es lo increíblemente irrelevante que resulta la celebración de San Valentín para la trama.

    Por otro lado, la película medio mantiene la ambigüedad sobre la identidad del asesino que manejaba la cinta original. Por desgracia, el guión es bastante torpe y la vuelta de tuerca del final, que resulta un sinsentido tan chapucero como aquélla de El despertar del miedo (Aja, 2003), es completamente predecible. Por cierto, esta vuelta de tuerca está basada en un final alternativo que fue filmado para la versión de 1981, pero que nunca se utilizó.   

    Asimismo, es interesante que la peli rehace sus propias versiones de las escenas de muerte de la versión original, como la de la caja de chocolates con el corazón adentro, la de la secadora de ropa o la del vestidor de los mineros con los trajes colgando del techo; pero tiene que jugar y acomodar el contexto para que funcionen con el nuevo guión.

    Hablando de las escenas de muerte interesantes, esta película tiene muchas y la mayoría son creativas y divertidas. Diego, es para lo que uno ve un slasher, ¿no? Durante mucho tiempo, tuve la impresión de que este remake era, de hecho, menos sangrienta que la versión de 1981; pero ahora dudo. La edición extendida de la versión original es súper sangrienta; pero este remake tiene personas abiertas en canal y mandíbulas arrancadas con zapapicos, así que ¿por qué me quedé con esa impresión inicial?

    La respuesta es sencilla y tiene que ver con el principal gimmick de la película. Resulta que el color magenta necesario para que el efecto 3D funcione mata casi por completo el color rojo oscuro de la sangre; de tal forma que, a pesar de que la película es bastante sangrienta ‒y, de hecho, se divierte siéndolo‒, uno no la percibe así porque la sangre sólo se ve como manchones de color marrón oscuro.

    ¿Y qué sería de un slasher sin las malas actuaciones? Bueno, pues en esta película podremos disfrutar de algunas bastante malas. Pero sería un error achacarle este fallo sólo a los actores. La dirección está por todos lados y parece que cada actor está en su propio tono. Mientras algunos agarraron la onda de que ésta era una película de horror ‒sobre todo, Betsy Rue y el icónico veterano Tom Atkins en su eterno papel de policía‒, la mayoría parecen estar actuando en una telenovela completamente genérica, y la pareja principal de Ackles y Palmer parece muy empeñada en actuar un drama juvenil a la Beverly Hills 90210 (1990-2000). De hecho, es muy curioso que toda la puesta en escena de la película se siente como de serie de TV.

    Por si no hubiéramos tenido suficiente con las malas actuaciones, los realizadores encontraron una forma de hacerlas ver aún peor. Al empeñarse en ponerle tanto background al triángulo amoroso central, lo único que logran es que las actuaciones se vean más falsas. En defensa de los intérpretes, eso sí, hay que decir que no tenían mucho con qué trabajar, pues los diálogos son bastante malos.

    Sin embargo, al final de cuentas nada de esto importa realmente. Sí, la película es mala y es aún peor cuando se le compara con la original ‒que, a pesar de ser uno de mis slashers favoritos, no es ningún portento‒; pero resulta tremendamente divertida. El efecto de tercera dimensión está increíble y las tomas de asesinatos desde el punto de vista de las víctimas son súper divertidas.

    Esta peli es una buena selección para un maratón de películas de terror con pizza, cerveza y buenos amigos. Sobre todo, hay que verla en 3D y en su versión extendida, y así uno olvida que es uno de los remakes menos logrados de los slashers clásicos, que le sobran escenas o que el epílogo es una fábrica de cringe.

PARA LA TRIVIA: La escena en la que Irene (Betsy Rue) corre completamente desnuda por el estacionamiento del motel no sólo fue la primera escena de desnudo en la carrera de la actriz, sino que también fue su idea. La Rue comentó en una entrevista que se esforzó por darle un poco más de profundidad a la escena y que se sintió muy satisfecha con el resultado final que, definitivamente, fue mucho más de lo que los realizadores esperaban originalmente.

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