HERBERT WEST: RE-ANIMADOR. La película que resucitó a H.P. Lovecraft.

Herbert West: Re-Animador

Que oficialmente en México se tituló Re-Animación diabólica, que coloquialmente es conocida como The Re-Animator; pero que originalmente se llama H.P. Lovecraft’s Re-Animator.

Stuart Gordon, 1985.

Esta película es una adaptación muy libre (y recalco el “muy”) de una novela por entregas escrita por el Amo del Horror Cósmico, nuestro querido Howard Phillips Lovecraft, titulada precisamente Herbert West: Re-animador y que fue publicada entre Octubre de 1921 y Junio de 1922.

    La película narra la historia de un joven y ambicioso médico, Herbert West (Jeffrey Combs, quien se volvería el actor fetiche de Gordon) quien tiene que huir de Suiza tras la violenta e inexplicable muerte de su colega. West llega al Hospital Universitario de Arkham, Massachussetts, en el que encontrará no sólo la rivalidad de su profesor, el Dr. Carl Hill (David Gale), sino una morgue dispuesta a proveerlo de especímenes para sus experimentos con el Re-Agent: un suero de su invención que es capaz de reanimar tejido muerto[1]. Para mantener la más absoluta discreción, West se muda a la casa de su compañero de clase, el Dr. Dave Cain (Bruce Abott) y acondiciona su sótano como laboratorio. Poco tiempo pasa antes de que Meg (la bella actriz incondicional de Gordon, Barbara Crampton), la novia de Dave e hija del director de la Facultad de Medicina, se vea involucrada y acechada por el lascivo y ambicioso Dr. Hill, quien lo único que desea más que el Re-Agent es a Meg, y hará lo que sea por conseguirla… aún si muere en el intento… varias veces.

    Me pregunto si existirá una película que sea más representativa de la era dorada de los videoclubes que ésta. Digo, le fue bastante bien en taquilla, pero donde realmente se escribió la leyenda de Re-Animator fue en los anaqueles de los locales donde se rentaban videos. Antes de que las cadenas grandes acapararan el mercado, esta película ayudó a levantar muchos negocios familiares.

    Y es fácil ver por qué. Quizá en nuestros tiempos se vea un tanto naïve, pero en su momento fue todo un escándalo. Un festín de sangre y tripas, de cadáveres espasmódicos psicóticos, de una atractiva rubia desnuda y, por supuesto, la escena insignia de la película. Muchas grandes películas tienen una escena que uno recordará por el resto de su vida y Re-Animator no es la excepción. Alien: El octavo pasajero (Scott, 1979) tiene la escena del chestburster, Parque Jurásico (Spielberg, 1993) tiene la escena del vasito de agua vibrando al ritmo de las pisadas del tiranosaurio y Re-Animator tiene “la infame escena en la que la cabeza de un doctor no-muerto intenta realizar un acto sexual contranatural con la heroína atada y desnuda.”[2]

    Sobre esta escena, la actriz Bárbara Crampton asegura: “Creí que era una escena divertida en papel, y también determinaba qué tan siniestro el Dr. Hill se volvió después de ser reanimado. Estaba definitivamente nerviosa de hacerla, pero es la escena que todos recuerdan así que ahora tengo una especie de afecto perverso por ella.”[3]

    Por supuesto, como era de esperarse, semejante película tuvo serios problemas con la censura, que le otorgó inmediatamente una clasificación X (para mayores de 21 años, lo que básicamente la orillaba a ser proyectada sólo en cines porno). Una edición seriamente cortada fue clasificada R (para mayores de 18 años) y fue exhibida en cines, con una bastante buena aceptación del público. Poco tiempo pasó para que la versión sin censura se colara en los videoclubes y cadenas Premium de TV por cable especializadas en contenido exclusivo (entiéndase Showtime y Cinemax, HBO era más fresa en aquel entonces).

    Pero, ¿qué es lo que nos parece tan atractivo de Re-Animator? Quizá sea el hecho de que, en el fondo, sigue siendo una historia de Conocimiento Prohibido. Herbert West es un nuevo Fausto, un nuevo Frankenstein, un Prometeo de la era del VHS que se atreve a penetrar el secreto definitivo: Burlar a la muerte.

    Desde luego, la película tiene referencias al clásico Frankenstein de la Universal (Whale, 1931); pero en palabras de sus autores, en realidad bebe más de la fuente de las películas de Hammer e International. Empero, la principal influencia de Gordon para esta cinta fue el ciclo de adaptaciones cinematográficas de Edgar Allan Poe dirigidas por Roger Corman y estelarizadas por Vincent Price. La idea de los creadores fue que si Corman hizo un ciclo de cintas basadas —algunas de ellas solo en título, he de decir— en cuentos de Edgar Allan Poe, ellos harían uno de películas basadas en relatos de H.P Lovecraft.

    El productor, Brian Yuzna se refiere a su obra como “la película de horror que siempre quisiste ver” y algunos críticos la llamaron “la película de autocinemas de la década”. Digo, ¿cómo negar que Re-Animator tiene una influencia abrumadora de películas como La noche de los muertos vivientes (Romero, 1968) y El cerebro que no podía morir (Green, 1962)?

    Personalmente, puedo decir que lo que más me fascina de esta película y que no he vuelto a ver en ninguna otra —ni siquiera en sus secuelas— es la mezcla tan perfecta que logra de la comedia de pastelazo con el cine de horror más sangriento. Y éste es un elemento que hereda, principalmente, de El despertar del Diablo (Raimi, 1981)… Pero no sé, como que el tono de Re-Animator es más de guasa, más socarrón. Y aunque otras películas logran esta mezcla con éxito, creo que el resultado que obtiene Re-Animator es muy único, sin duda, muy personal del humor negro pero cálido del genial Stuart Gordon.

    Y mención aparte merece el soundtrack de la película que quizá sea uno de los más controvertidos de la historia. El tema principal de la cinta es una variación, muy en el estilo de la música de los 80, del inmortal tema compuesto por Bernard Hermann para Psicosis (Hitchcock, 1960), lo que le ganó no pocos detractores y acusaciones de plagio; aunque el compositor de Re-Animator, Richard Band —hermano de Charles Band, dueño de Empire Entertainment, luego rebautizada Full Moon Pictures, la compañía que distribuyó la cinta y que literalmente construyó un imperio en la era del video— afirma que su intención siempre fue la de parodiar y homenajear la música de Hermann.

    Gordon mencionó alguna vez que estaba seguro de que Re-Animator eventualmente sería vista como una pieza de época[4] —refiriéndose a cómo envejecería su obra comparada con otras películas de horror—. Y la verdad es que le ha ido muy bien. Aún se mantiene fresca, salvaje y la escena de la cabeza aún sorprende al público. Se ha convertido en un icono de la cultura popular, quizá un poco más arcano que otros, eso sí,  y ha generado referencias en prácticamente todos los medios —particularmente recuerdo con cariño el reboot del videojuego Splatterhouse (2010), para Xbox360—, así como una serie de cómics alusivos, dos secuelas y, la cereza del pastel: una obra de teatro musical estrenada en 2011 en Los Angeles… Digo, finalmente Stuart Gordon es por formación director de teatro y llevaba casi veinte años trabajando en los escenarios para cuando dirigió Re-Animator.

PARA LA TRIVIA: En varias escenas que transcurren en la habitación de Cain se puede ver un poster de la banda Talking Heads en la pared, lo que es una obvia referencia a la condición del Dr. Hill.


[1] El suero es de una consistencia espesa y un color verde intenso con luminiscencia propia, y quizá sea uno de los elementos más característicos de la película. Apenas al escribir este artículo pude saber cómo hicieron para que brillara en tiempo real frente a cámara (no es un efecto especial agregado en post-producción). Al igual que la sangre del cazador alienígena en Depredador (McTiernan, 1987), extrajeron el líquido de las barras luminosas que fueron inventadas para los buzos pero se volvieron populares entre los asistentes a conciertos.

[2] WIATER, Stanley, Dark Visions: Conversations with the Masters of Horror Film, Avon Books, New York, 1992. P.78. La traducción de este texto y de todas las citas siguientes es mía.

[3] CRAMPTON, Barbara, “Stuart Gordon: Gentleman of Splatter”, publicada en Fangoria Núm. 317, Octubre de 2012. P. 38. Traducción mía.

[4] Cfr. GORDON, Stuart citado en Wiater, Op.Cit. P.87.

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CORISTAS. De arrasar con los premios Razzie a película de culto.

CORISTAS

Showgirls

Paul Verhoeven, 1995

En 1992 el director Paul Verhoeven, cuyo trabajo había sobresalido principalmente en cintas de acción y ciencia ficción como RoboCop, el defensor del futuro (1987) o Vengador del futuro (1990), y el guionista Joe Eszterhas concibieron la fantasía machista disfrazada de thriller detectivesco Bajos instintos. La cinta fue un éxito rotundo, sirvió para catapultar al estrellato a una joven Sharon Stone y, siendo honestos, la película es bastante buena.

    Tres años después, el mismo equipo creativo intentó repetir el éxito y el resultado fue la que es considerada una de las peores películas de la historia. Fue tan mala que significó el primer strike en la carrera de Verhoeven, misma que moriría con la década; fue tan mala que le ganó el Razzie a la Peor Película de ese año a cintas como Especies (Donaldson, 1995), Mortal Kombat (Anderson, 1995) o Congo (Marshall, 1995); fue tan mala que el agente de Elizabeth Berkley dejó de representarla después del estreno; fue tan mala que se trató de una de las dos cintas que hicieron quebrar al estudio que la produjo, Carolco Pictures –la otra fue La pirata (Harlin, 1995), con Geena Davis–; fue tan mala que casi en automático echó por la borda los planes para una secuela –que se titularía I, Nomi–; fue tan mala que se convirtió en una película de culto y me encanta.

    Según rumores, Kyle McLachlan, quien interpreta a Zack Carey, se salió del cine durante la premiere. Más tarde, el intérprete desmentiría el rumor diciendo: “Me senté ahí y sufrí las dos horas completas”[1]. De hecho, McLachlan narra su experiencia en la premiere como sigue:

Estaba en shock. Dije: “Esto es horrible ¡Horrible! Cuando ves la película, te invade un sentimiento de que te hundes muy lentamente. La primera escena aparece y tú estás como: “Oh, ésa es una escena verdaderamente mala”; pero dices: “Bueno, está bien, la siguiente será mejor”. Y de algún modo tratas de convencerte a ti mismo de que va a mejorar… y sólo se pone peor. Y yo estaba como: “Wow. Eso estuvo loco”. Quiero decir, realmente no vi eso venir. Así que en ese momento me distancié de la película.[2]

    Por cierto que hace algunos días vi La Liga de la Justicia (Snyder, 2017)… y prefiero mil veces Showgirls.

    La película narra la historia de Nomi Malone (Elizabeth Berkley, quien aún disfrutaba de los restos de su popularidad por su papel de Jessie Spano en Salvados por la campana [1989-1992]), una trotamundos con un oscuro pasado que llega a la ciudad de Las Vegas para convertirse en la más exitosa corista de los casinos del lugar. Pronto descubrirá el lado más sórdido de la Ciudad del Pecado tras los bastidores de casinos y clubes de strippers.

    Ahora, algo curioso: Tanto Verhoeven como Eszterthas entrevistaron a coristas, strippers, prostitutas, productores de espectáculos y dueños de casinos de Las Vegas para escribir el guión. Muchas de las escenas en la película están, de hecho, basadas en los testimonios de dichas personas. Sin embargo, después del estreno de la película, cuando algunos de estos mismos individuos fueron entrevistadas por los medios de comunicación, negaron rotundamente que la cinta reflejara el mundo de los espectáculos de Las Vegas. Sea como fuere, Verhoeven siempre afirmó que, de todas sus películas, ésta era la que retrataba de forma más realista la vida y cultura de la sociedad estadounidense.

    Y el guión no es malo… Bueno, sí.; bastante, de hecho. Se trata de una sucesión de lugares comunes y clichés con diálogos inverosímiles y acartonados y personajes que apenas están esbozados. Aun así, se nota el intento de que los personajes sigan una progresión y la historia tiene mucho mayor cohesión que otras películas de supuesta mejor calidad que he visto. Y luego está el el tono: el problema es que se lo están tomando demasiado en serio.

    Lo que nos lleva a las actuaciones, que son súper interesantes. Y lo son porque los actores de verdad quieren intensear y azotarse con un guión que no da más y con habilidades histriónicas que están muy por debajo de lo que se requeriría para lo que quieren hacer… incluso de parte de Kyle MacLachlan. Por momentos, hasta parece que está uno viendo una telenovela mexicana.

    Hay algunas películas que cuando las veo me da la impresión de que el director dejó prendida la cámara mientras se iba por un café o un cigarrillo, y dejó que los actores hicieran lo que quisieran. Ésta es una de esas películas. Digo, no se puede decir que tal cual no haya habido una dirección de actores, porque la hubo y se nota en el hecho de que casi todos los intérpretes están en el mismo tono… sólo que ese tono está completamente botado. Aunque me resulta hilarante, eso sí.

    Por cierto, Verhoeven fue el primer director en ir a recoger su premio de la “Frambuesa de Oro”[3] en las categorías de Peor Director y Peor Película en la infame entrega de los Premios Razzie a los Peor del Cine. Además, tuvo la decencia de admitir su culpa en la destrucción de la carrera de Elizabeth Berkley.

    Y ya que hablamos de Berkley, cabe mencionar que ella no fue la primera opción para el papel. Originalmente, el rol de Nomi le fue ofrecido a Drew Barrymore, quien estaba buscando una película de alto presupuesto para retomar su carrera, pero se sintió incómoda con la cantidad de desnudos en la cinta. Luego del rechazo de Barrymore, otras actrices, como Pamela Anderson, Angelina Jolie, Denisse Richards y Charlize Theron audicionaron para el papel. Finalmente, la exPlaymate Jenny McCarthy consiguió el rol y prácticamente toda la preproducción se llevó a cabo pensando en ella en el papel protagónico… hasta que los productores descubrieron que no sabía bailar… lo que, creo, significa que incluso las audiciones estuvieron mal hechas.

    Con esta cinta pasa algo curioso: Quizá las escenas de desnudos son llamativas, en su mayoría son tomas topless, aunque hay un desnudo completo –son particularmente llamativas si uno creció viendo Salvados por la campana–; pero la verdad es que son tantas y tan frecuentes que para cuando la película lleva la mitad, a uno ya dejaron de importarle.

    Sin embargo, no todo está perdido. La película tiene algunas cosas rescatables. Sobre todo, quiero mencionar los números musicales. Las coreografías están padres, se agradece que hayan usado bailarines reales y, en general, se ven bien producidas y hábilmente montadas. Mención aparte merecerían los vestuarios, que están de lujo. Varios de los vestuarios que utiliza Cristal Connors (Gina Gershon) son geniales.

    Finalmente, creo que estamos frente a uno de esos casos de una película tan mala que es buena. Se trata del gusto culposo de muchísima gente y se convirtió en un clásico de los videoclubes, tanto que, de hecho, se ha convertido en una película de culto de la cual la actriz Rena Riffel, quien interpretara a Penny, pudo producir y dirigir una secuela 16 años después gracias a una campaña de crowdfunding –Showgirls 2: Penny’s From Heaven (Riffel, 2011)… y créanme, es aún peor–. El mismo Roger Ebert admitió que la cinta no lo aburrió en ningún momento y que lo hizo reír varias veces. Al respecto, cito de nuevo a Maclachlan: Ahora, por supuesto […] Es inadvertidamente divertida. Así que encontró su lugar. Proporciona entretenimiento, aunque no en la forma que creo que estaba planeado. [4]

    No lo voy a negar: me gusta esta película y la disfruto siempre que la veo. Aunque ha sido una fuerte contendiente para el reconocimiento de la Peor Película de la Historia, la verdad es que ésta no me cuesta trabajo terminarla como, por ejemplo, Los últimos Jedi (Johnson, 2017), Parque Jurásico III (Johnston, 2001) o la ya mencionada La Liga de la Justicia. Un amigo de la prepa decía que Showgirls era la mejor película porno que había visto. Yo creo que se trata del epítome de lo kitsch: una película de ficheras de 45 millones de dólares… y me encanta y no me causa culpa decirlo.

PARA LA TRIVIA: Kyle Maclachlan usó un doble de cuerpo para la infame escena de la piscina.

PRECAUCIÓN: El trailer NO es apto para todo público.
Noten cómo usaron música de «Mortal Kombat» para el trailer, jajaja.

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[1] Recuperado de https://www.imdb.com/title/tt0114436/trivia?ref_=tt_trv_trv el 16/08/20. La traducción es mía.

[2] Idem.

[3] Se trata de un juego de palabras en inglés. La palabra “Raspberry” significa “frambuesa”; pero también, “trompetilla”. El premio es a la “trompetilla de oro”; pero, sirviéndose de este juego de palabras, la estatuilla tiene la forma de una frambuesa.

[4] Recuperado de https://www.imdb.com/title/tt0114436/trivia?ref_=tt_trv_trv el 16/08/20. La traducción es mía.

LA ISLA SINIESTRA. Un thriller psicológico de la mancuerna Scorsese-DiCaprio

LA ISLA SINIESTRA

Shutter Island

Martin Scorsese, 2010

Pasa con una inusitada frecuencia pero sí pasa, y cuando pasa es en verdad satisfactorio. Me refiero a que hay veces en que adquiero una película prácticamente a ciegas y cuando la veo resulta ser muy buena. En este caso, de esta cinta sólo sabía que se trataba de un thriller ambientado en la posguerra y que era obra de una de las mancuernas artísticas más prolíficas en la cinematografía de los últimos años, la conformada por Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio. Ya viendo la película, me encantó descubrir que poseía un reparto de primer nivel en el que, además del ya mencionado DiCaprio, participaban Mark Ruffalo, Sir Ben Kingsley, Elias Koteas, Jackie Earl Haley y el siempre excelente Max von Sydow.

    En 1954, el agente federal Teddy Daniels (DiCaprio) y su compañero Chuck Aule (Ruffalo) son llamados para investigar la desaparición de una interna en el Hospital Ashecliffe para criminales dementes de Shutter Island. Cuando llegan se encuentran con muchos inconvenientes para realizar su investigación: una tormenta perpetua que asola la isla, el hecho de que no pueden sacar nada claro de interrogar a los pacientes y, peor aún, la negativa casi absoluta de las autoridades del sanatorio para colaborar. Teddy, atormentado por dolorosos recuerdos del pasado, se da cuenta conforme pasan las horas de que el director de la institución (Kingsley) no sólo parece estar ocultando algo, sino que también parece tener planes para él y no lo dejará escapar de la isla tan fácilmente.

    Esta cinta captó toda mi atención desde los primeros minutos. Las secuencias de inicio, con la llegada a la isla, nos anuncian que estamos por embarcarnos en una espiral que desciende hasta los más recónditos y oscuros rincones de la mente humana. Con una música grandilocuente y macabra, y clarísimas influencias de la obra de Alfred Hitchcock, la peli abre presentando un misterio sin reparos ni concesiones: ¿Dónde está Rachel?

    Las circunstancias de su desaparición son por demás extrañas. También es muy sospechosa la actitud del Dr. Cawley (Kingsley), quien trata de frenar la investigación poniéndole trabas cada que le es posible. Asimismo, el apoyo de Cawley es el misterioso Dr. Naehring (von Sydow), quien es en realidad de origen alemán… Y Daniels lo descubre pues él estuvo en combate durante la Segunda guerra Mundial y los recuerdos de los horrores que vivió no lo dejan en paz… ¿O es que alguien ha estado drogando su comida? ¿O sus cigarrillos? ¿Qué está pasando en Shutter Island? ¿Serán ciertas las hipótesis de Aule sobre experimentos ilegales de técnicas de control mental, heredadas de los nazis, con los pacientes de Ashecliffe? Es más… ¿Existió una paciente llamada Rachel? Los médicos de Ashecliffe parecen estar conspirando en contra de Daniels para volverlo loco y que no descubra la verdad, ya que uno de los internos del manicomio parece estar ligado a la trágica muerte de su esposa años atrás.

    Esta cinta retoma muchos elementos del mejor Film Noir y los mezcla de una forma soberbia. Basada en la novela de Dennis Lehane, el guión es uno de los más inteligentes que he visto en los últimos años, lleno de vueltas de tuerca y callejones sin salida. Pasada la primera mitad de la película, uno se siente como el mismo Daniels, paranoico y desconfiado de todo y de todos. Esta cinta juega con el espectador de una forma audaz e ingeniosa.

    Las actuaciones son increíbles y todos los involucrados se desempeñan al tope de sus capacidades. Leo DiCaprio no sólo demuestra una vez más que es un actor comprometido y eficiente, sino que dirigido por Scorsese es capaz de reinventarse en cada cinta. Ben Kingsley, quien suele ser formidable, nos crea un sentimiento de rechazo encarnando a un personaje falaz y doble. La presencia del otrora actor fetiche de Ingmar Bergman, Max von Sydow, es inquietante durante todo el filme, pues logra crear una figura siniestra, medio real y medio onírica, a través de sus movimientos, su voz y el manejo de su propio físico. Elias Koteas y Jackie Earle Haley –quien parece dotado para interpretar psicópatas– están excelentes en sus papeles de pacientes del manicomio; Haley siendo un poco más extravagante y alocado, mientras que Koteas, fiel a su costumbre, es más sutil y un tanto socarrón.

    La estética de la película está muy bien lograda y llega a ser altamente sofisticada en algunas secuencias. Por principio de cuentas, hago notar el nivel de cuidado que pusieron los diseñadores de arte y los set dressers no sólo en recrear la década de los 50, sino en lograr que cobrara vida. El manicomio Ashecliffe no sólo es un edificio, es una bestia enorme que se alimenta de quienes viven en ella. Asimismo, los vestuarios de cada uno de los personajes están meticulosamente diseñados para reflejar sus respectivas personalidades y esto, como se descubrirá, es parte vital del guión.

    Los escenarios son majestuosos. Uno de los más impresionantes es la mansión donde vive el Dr. Cawley que, según él mismo explica, fue construida durante la Guerra Civil. Su estética sobrecargada y sus colores contrastantes son la clave que ordena todos los demás elementos estéticos y argumentales en el orden de un relato del más depurado Gótico Americano. Es el cerebro de la bestia.

    Los colores utilizados en las tomas son deprimentes y aportan peso dramático a las escenas. Moviéndose en una gama de grises, pardos y ámbares deslavados dan una sensación de desesperanza que impregna todo el filme.

    Recomiendo ampliamente esta película. Es un poco larga (alrededor de dos horas y cuarto), pero la verdad es que logra atraparlo a uno de tal forma que ni se siente. Una verdadera obra maestra del cine de suspenso en la que se siente la influencia de clásicos del género como Psicosis (Hitchcock, 1960), El silencio de los inocentes (Demme, 1991) y El gabinete del Dr. Caligari (1920).

PARA LA TRIVIA: El título Shutter Island es un anagrama para “Truths and Lies” (verdades y mentiras) y “Truths/Denials” (verdades/negaciones).

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DEPREDADOR 2. El cazador intergaláctico llega a la jungla de asfalto.

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DEPREDADOR 2

Predator 2

Stephen Hopkins, 1990


El éxito en taquilla de la primera película de Depredador (McTiernan, 1987) aseguró casi de inmediato una secuela. En junio de 1989, la editorial independiente Dark Horse Comics publicó el primer número del comic de licencia Predator, que pretendía ser una continuación a la película de 1987. En esta serie de comics, posteriormente rebautizada como Predator: Concrete Jungle, un Depredador llega de cacería a la Ciudad de Nueva York durante una guerra de pandillas en medio de un verano inusualmente caluroso y se vuelve la misión del detective John Schaeffer –hermano del personaje de Schwarzenegger en la primera peli– detenerlo.

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    Así es: el argumento de la segunda película se lo piratearon de los comics y, si han leído éstos, sabrán que no sólo se fusilaron el plot, sino detalles y eventos específicos. De hecho, la película originalmente sucedería en Nueva York; pero los guionistas decidieron cambiar la locación para ahorrar costos. Del mismo modo, se pretendía que el personaje de Dutch Schaeffer regresara para la secuela, ahora como policía del NYPD; sin embargo, el primero en bajarse del barco fue Arnold Schwarzenegger, quien pensaba que trasladar la acción a la ciudad era un error y no aprobaba a Hopkins como director.

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    De tal suerte, la película como quedó narra la historia del Tte. Mike Harrigan (Danny Glover quien es un gran actor pero se hizo famoso como héroe de acción por las pelis de Arma Mortal) quien, al investigar una serie de brutales asesinatos durante una guerra de pandillas en la ciudad de Los Ángeles, descubre que un cazador extraterrestre ha reclamado la metrópoli como coto de caza. Con la ayuda de los policías Danny Archuleta (Rubén Blades), Leona Cantrell (María Conchita Alonso) y Jerry Lambert (Bill Paxton), Harrigan deberá enfrentarse no sólo a los miembros de las bandas Scorpions y King Willie; sino a una agencia gubernamental secreta y al cazador intergaláctico, quien no tiene intenciones de terminar pronto su safari.

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    Esta película me despierta sentimientos encontrados. Por un lado, me encanta la forma en la que expande el universo de Depredador. Por otra, me decepciona mucho que el desarrollo de los personajes y la dinámica entre ellos no sean tan buenos como en la primera cinta.

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    El reparto no podría ser más heterogéneo. Acompañando al ya mencionado Glover, a quien siento que la película le queda chica, está otro excelente actor: Gary Busey y a ellos se les suman el carismático Bill Paxton, único actor en tener el honor de haber sido muerto en pantalla por un exterminador, una xenomorfo y un depredador; el cantante Rubén Blades y la cantante y actriz de telenovelas María Conchita Alonso. El resultado es que, al final, cada actor está en su tono y algunos, como Alonso, ni siquiera pueden mantener el paso.

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    Pero, por supuesto, la estrella de la película es el cazador alienígena que, una vez más, fue creado por los artistas del Stan Winston Studio, muchos de los cuales se sintieron entusiasmados por poder retomar un diseño anterior; pero con más tiempo y presupuesto que la primera vez.

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    El diseño del Depredador fue el primer trabajo del artista “Crash” McCreery. quien literalmente fue a tocar la puerta del Stan Winston Studio con su portafolio bajo el brazo y consiguió trabajo. Siendo un fan empedernido de la primera película, McCreery retomó el diseño de la cinta anterior y trató de darle un look más salvaje y tribal. La máscara fue esculpida y pintada por el artista John Rosengrant inspirándose en una serpiente de cascabel. Al respecto, el artista Shane Mahan dice: El director quería que su Depredador fuera más colorido […] con armas más intrincadas y deslumbrantes. […] No queríamos sólo sacar el viejo molde la primera película y pintarlo diferente…[1]

    Claro está, gran parte de que un monstruo funcione en pantalla tiene que ver con el actor que lo interpreta. Para esta iteración, el actor de 2.20m de altura, Kevin Peter Hall, quien interpretara al extraterrestre en la primera cinta, regresó para dar vida a dos criaturas: el Depredador principal y el Depredador anciano que aparece al final de la cinta, para el cual sí reutilizaron la botarga de la primera película añadiéndole algunas modificaciones prostéticas. El resto de los depredadores fue interpretado por algunos jugadores de los Lakers, a quienes se les pidió que customizaran sus propios cascos.

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    Otro de los elementos que es muy interesante es que, si bien en la primera cinta la jungla misma constituía un personaje, en ésta el centro de Los Ángeles se convierte también en un elemento dramático más allá de una mera locación. La mayoría de las escenas de exteriores fueron filmadas en locación, lo cual representó un reto tan o incluso más grande que filmar en la selva mexicana. Al respecto, el mismo Shane Mahan comenta: Los lugares más horribles en los que he tenido que filmar fueron los callejones en el centro de Los Angeles. […] Estaban sucios, eran deprimentes y asquerosos, con gente orinando en las paredes.[2]De hecho, según se sabe, la producción tuvo que detenerse durante algunos días pues el equipo de filmación descubrió un cadáver mientras preparaban la locación para la escena de la muerte de King Willie (Calvin Lockhart) y debieron esperar a que la policía concluyera los peritajes correspondientes.

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    Por cierto… ¿cómo le hicieron los Depredadores para meter su nave espacial en el drenaje de la ciudad sin que nadie se diera cuenta? Y también… aunque está chida la referencia del cráneo de xenomorfo; se supone que éstos son una especie de artrópodos, así que, técnicamente, serían invertebrados.

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    En general, el guión sigue una estructura similar a la de la primera peli; pero se siente más camp y medio tonto en algunas partes, además de que incorpora un montón de clichés, como el del policía rebelde, y de temas harto racistas que en aquella época no eran tan mal vistos como ahora.

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    Y sí, no es una buena película y es bastante inferior a la primera parte; pero es tremendamente entretenida. Es más sangrienta que la original, el Depredador está mucho mejor hecho y se ve genial, los efectos especiales son espectaculares y eso que muchos de ellos aún fueron logrados con trucos fotográficos, el soundtrack de Alan Silvestri realmente le da una profundidad inesperada a la cinta y la actuación de Golver es bastante decente. En conclusión, esta película es como una enorme hamburguesa grasosa: me encanta y la disfruto enormemente de principio a fin, aunque sé que es mala para mí.

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PARA LA TRIVIA: La banda de King Willie es, a todas luces, un pastiche racista que mezcla elementos de la religión rastafari de Jamaica y la religión vudú de Haití; sin embargo, está inspirada en un par de mafias reales que utilizaban el vudú y el hudú, y que asolaron las ciudades de Nueva York y Kansas a mediados de los 80.

 

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[1] MAHAN, Shane citado en DUNCAN, Jody, The Winston Effect: The Art and History of the Stan Winston Studio. Titan Books, Londres, 2006. P. 116. La traducción es mía.

[2] Ibid. P. 120. Traducción mía.

 

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