HALLOWEEN KILLS: LA NOCHE AÚN NO TERMINA… y bien larga que ha sido.

HALLOWEEN KILLS: LA NOCHE AÚN NO TERMINA

Halloween Kills

David Gordon Green, 2021

Según parece, sí es imposible detener a Michael Myers. Halloween fue la saga que terminó de definir el subgénero slasher, es una de las películas más influyentes de la historia, se ha expandido a lo largo de más de 40 años y, hasta la fecha, ha generado trece películas divididas en cinco líneas temporales distintas. En la última línea temporal, inaugurada por Halloween (Green, 2018), seguíamos a Laurie Strode (Jamie Lee Curtis, la Scream Queen por antonomasia), sobreviviente de la Masacre de la Noche de Halloween en 1978, y sus descendientes acabar con Michael Myers (James Jude Courtney) al quemarlo vivo en una trampa. Pero claro, Myers no se iba a quedar muerto, ¿verdad?

    El argumento de esta película es similar al de la primera Halloween II (Rosenthal, 1981) –así es, esta saga ya tiene tantas entradas que podemos hablar de la primera Halloween II y la segunda Halloween II (Zombie, 2009)–: durante la noche de Halloween, las fuerzas del orden, así como los pobladores de Haddonfield, Illinois, salen a las calles para dar caza al sanguinario Michael Myers, quien logró escapar del incendio que se suponía debía matarlo al final de la película anterior. Mientras esto sucede, Laurie Strode se encuentra internada en el hospital luchando por su vida.

    Uno de los elementos más interesantes que encontré en esta cinta es cómo cambia su objetivo. Mientras que los arcos argumentales anteriores estaban dirigidos a adolescentes y jóvenes adultos, esta cinta trató de crecer con su público. O, como lo pensé desde que estaba en la sala de cine: fue cuando Michael Myers dejó de corretear chavos calenturientos para perseguir adultos pensionados.

    Así, el Coco ya no es una alegoría de Lo Que Los Niños Buenos No Hacen; sino de los demonios del pasado y los traumas de la niñez que nunca se atendieron. Básicamente, es una crítica a las “generaciones de concreto” que presumen de haber resistido muchas dificultades en su niñez y que se desarrollaron con una psique sana… por supuesto no fue así.

    Pero ¿realmente funciona? Pues… la verdad es que no mucho. Quizá yo no soy el público objetivo de esta cinta, pero la verdad es que me pareció pasada de moda. Ya la película anterior se me hacía anticuada; pero ésta me olió a rancio. Toda la cinta me pareció que estaba en la vena de un viejito cascarrabias que quiere asustar a los niños para que se larguen de su jardín… sin conseguirlo, obviamente. Siendo honestos, la película sí me sacó varias carcajadas, sobre todo en la escena en la que Laurie se pone una inyección… sin dudas, la puñalada más brutal en toda la película.

    Del mismo modo, la película cae en el peor pecado de una cinta slasher: las muertes son aburridas. En general, un slasher es una tabula rasa para que los guionistas echen a volar su imaginación y se den vuelo con escenas de asesinatos creativas; en muchos casos, es lo único que sostiene a un slasher chafón. Pero en Halloween Kills todas las escenas de asesinatos son tibias y poco interesantes. He leído comentarios de gente que alaba esto diciendo que “Halloween no necesita sangre para dar miedo”… no es que no la necesite, es simplemente que, cuando se filmó la primera cinta, los límites eran otros. Pero, según parece, a esta película el paso del tiempo le tiene sin cuidado y cree poder moverse impunemente como si Scream: grita antes de morir (Craven, 1996) nunca hubiera existido.

    Eso no sería un problema si entre las escenas de asesinatos lo demás tuviera carnita; pero no es así. Las escenas intermedias son aún más aburridas que las otras. Hay poco drama e incurren en otro gran error: tratan de forzarnos a simpatizar con los personajes. La película pretende que nos preocupemos por personajes que apenas si están esbozados y que no progresan en absoluto; por no mencionar que nuestra protagonista es completamente pasiva y ninguno de los otros personajes es capaz de tomar la estafeta.

    Las actuaciones están bien, a secas; no son malas, pero tampoco nada sobresaliente. Quizá la más lograda es Jamie Lee Curtis como Laurie Strode, que es lo que cabría esperar… pero casi ni sale en esta película.

    Otra cosa que me pareció curiosa fue que la película se la pasa mencionando los sucesos de la cinta original de 1978… y mientras la estaba viendo sólo podía pensar en cuánto me gustaría estar viendo esa peli. Quizá tu película se ve aún peor si con ella logras que al espectador le den ganas de ver otra cinta.

    Un elemento que me gustó fue el discurso de que la ignorancia y la histeria colectiva son más peligrosos que un multihomicida, tan acorde con nuestros tiempos, y que está presente en la escena del hospital… lo que deriva en una escena que parece salida de una película de Frankenstein. Y eso es muy curioso, porque la escena en la que descubrimos que Myers no está muerto es casi una calca del inicio de La Novia de Frankenstein (Whale, 1935). También está el hecho de que en esta cinta Michael Myers aparece con la máscara quemada y el cabello chamuscado, lo que también me recuerda a la Criatura en La novia de Frankenstein.  

    Algo que me molestó un poco es el innegable hecho de que esta película se siente de relleno. Se siente que están alargando la historia artificialmente para llenar la trilogía para que Strode y Myers se enfrenten mano a mano en el último capítulo. SPOILER Y con la vuelta de tuerca que sacan al final sobre la naturaleza ignota de Michael Myers me hicieron pensar ¿Con qué mamada van a salir en la siguiente película? ¿Van a retomar la idea ridícula de la secta de Halloween: La maldición de Michael Myers (Chapelle, 1995)?  TERMINA SPOILER

También me molestó que el guión es bastante malo. Los diálogos no sólo son malos, sino increíblemente redundantes. Cada cinco minutos la película siente la necesidad de recordarnos quién es Michael Myers, su vida obra y milagros ¡Como si no hubiera habido doce películas antes!

    A final de cuentas, Halloween Kills: la noche aún no termina no es una buena película. Definitivamente no es la mejor cinta de la saga, pero tampoco es la peor… de hecho, creo que está muy lejos de cualquiera de ambos extremos. Y ésa es la cosa: a la fecha, Halloween es la franquicia slasher más longeva de todas y la calidad de las películas dejó de importar hace mucho. Uno ya sólo va al cine a ver una cinta de Halloween con el ánimo de divertirse un buen rato y, si no resulta ser una mierda, ya es ganancia. A estas alturas del partido, conque a la saga no vuelvan los robots asesinos, el Charro Negro o Busta Rhymes peleando con kung fu, ya es ganancia.

PARA LA TRIVIA: Con esta película, Jamie Lee Curtis ha encarnado al personaje de Laurie Strode seis veces, rompiendo el récord de Donald Pleasence en el papel del Dr. Sam Loomis como el actor que más veces ha aparecido en la franquicia. Pleasence estuvo en cinco de las seis películas de la saga original.

Sumario 2021

Blog 2012-2017

CACERÍA HUMANA. Hannibal Lecter en su primera aparición en la pantalla grande.

CACERÍA HUMANA

Manhunter

Michael Mann, 1986

Existen dos cortes de esta cinta. El que se estrenó en cines y que se transmitió varias veces por televisión con duración de 121 minutos, y la edición del director de 124 minutos. Los minutos adicionales corresponden a una secuencia inicial alternativa y a una escena reinsertada casi al final de la película. En realidad, la diferencia es mínima y prácticamente no aporta nada distinto a la cinta.

No mucha gente sabe que el gran clásico del cine de suspenso, El silencio de los inocentes (Demme, 1991), es en realidad una secuela. Y es menos conocido aún que las películas se fueron filmando en el orden en que fueron apareciendo las novelas de Thomas Harris que conformarían la Trilogía de Hannibal Lecter. Así pues, esta cinta fue el primer intento por adaptar la primera parte de la trilogía, El Dragón Rojo, misma que más tarde merecería un remake por el director Brett Ratner con Sir Anthony Hopkins en el papel de Lecter.

    A pesar de que Cacería humana paso prácticamente desapercibida en su momento, con un recibimiento pobre en taquilla y siendo condenada a transmitirse tarde por las noches en la televisión abierta, la crítica la ha elogiado siempre. Incluso hay quien ha dicho que es superior a El silencio de los inocentes. Yo no estoy de acuerdo.

    El agente del FBI Will Graham (William Petersen) tiene habilidades psicológicas extraordinarias que le permiten explorar la mente de los asesinos para comprender sus motivaciones y predecir sus crímenes. El último homicida capturado por Graham fue el psiquiatra caníbal, el Dr. Hannibal Lecktor (Brian Cox), y tratar de adentrarse en su mente retorcida casi significó para Will perder la cordura y la salud física. Ahora, el FBI requiere que Graham regrese de su retiro para atrapar a un asesino serial autodenominado Dragón Rojo, aunque apodado ”El Hada de los Dientes” por la policía, un psicópata voyeurista que parece seleccionar a sus víctimas, a las que asesina brutalmente en las noches de luna llena dejándoles marcas de dientes, completamente al azar. En el transcurso de su investigación, Graham se ve obligado a recurrir buscando ayuda a la única persona con mayor habilidad que él para descifrar los acertijos de la mente criminal: el carismático aunque letal Dr. Lecktor.

    Cacería humana es in duda una película de culto. A pesar de que la peli no funcionó como se esperaba en su corrida original por las salas de cine, el mercado del video le ha ayudado a cavarse su propio nicho dentro del cine policiaco y granjearse una legión de leales fanáticos.

    Se trata de un thriller efectivo con escenas que lo mantienen a uno al filo de la butaca. Con algunas fallas, por supuesto; pero en general toda la obra es buena. Las actuaciones son sólidas, la dirección eficiente el ritmo es bueno y quizá su mayor acierto sea la fotografía.

    Una de las fallas de esta cinta tiene que ver con el argumento. Aunque sí es interesante y me mantuvo atento, la verdad creo que es innecesariamente complicado. La clave para descubrir el patrón de los asesinatos perpetrados por el “Hada de los Dientes” es tan rebuscada que parece un recurso sacado de la manga, y lo peor es que no lo es. Durante una hora de película se le han dado al espectador los elementos para resolver el misterio de la mano de Graham, sólo que la narrativa llega a ser tan complicada que uno pudo fácilmente pasarlos por alto. Un guión “inteligente” no tiene por qué ser complicado.

    Quizá esto tiene que ver con la desafortunada construcción del villano; lo que no es culpa del actor Tom Noonan, quien hace un trabajo excelente, sino del guión. En la novela, Harris se toma varios capítulos para explorar la perturbada psique de Francis Dollarhyde, inspirado por el asesino real Dykes Askew Simmons, así como los eventos traumáticos de la infancia que cimentaron las bases de su psicopatía. En la película no tenemos nada de eso y, para cuando Dollarhyde por fin aparece, ya hasta se nos había olvidado que había un asesino serial suelto.

    Irónicamente, también queda completamente fuera la obsesión de Dollarhyde con la pintura El Gran Dragón Rojo y la mujer revestida de sol, de William Blake, que… pues… es una línea argumental tan importante en el texto de Harris que le da su título. Esta parte de la novela fue adaptada de manera brillante en la tercera temporada de la serie de TV Hannibal (2013-2015).

    Otro de los elementos de esta cinta que me pareció no muy logrado son los efectos especiales, aunque en realidad la cinta requiere de pocos de ellos. Más que otra cosa, se trata de los clásicos balazos y salpicaduras de sangre, pero que si no son bien realizados siempre dejan ese incómodo sentimiento de irrealidad que puede distanciarnos de la cinta. En esta película los balazos y cortadas se ven bastante poco convincentes. La que sí está padre es la escena de la inmolación de una de las víctimas del asesino.

    Lo que sí es verdaderamente espantoso es la edición. Está llena de cortes duros y de saltos extremadamente notorios a mitad de ciertas tomas.

    La música synthpop, compuesta por Michel Rubini, es interesante y ayuda a crear, junto con una iluminación de corte expresionista que juega con altos contrastes de color y tenebrosos claroscuros, una atmósfera de suspenso que por momentos transmite una sensación asfixiante y claustrofóbica.

    Además de su partitura interesante y eficiente, la peli incluye varios temas cantados, al más puro estilo del pop ochentero. De antología la escena climática del enfrentamiento entre Will Graham y el “Hada de los Dientes”, una brutal golpiza, eficientemente coreografiada, al ritmo de la inmortal obra maestra de la música hippie, In A Gadda Da Vida. Particularmente kitsch suena la rola Heartbet, de Red 7, en los créditos finales de la cinta. No digo que la canción suena mala, sólo que es un ejemplo del mal gusto de la década de los 80 para musicalizar las películas.   

    Por supuesto, es necesario hablar del personaje de Hannibal Lecktor pues tres cosas llaman la atención sobre él en esta cinta. Por principio de cuentas, la ortografía del nombre es diferente a la que se utilizó después, lo cual quizá no pasa de “anécdota curiosa” pero igual llamó mi atención.

    En segunda instancia, aunque esto es una característica que comparte con el Hannibal de la siguiente cinta, he de mencionar el breve tiempo que el personaje aparece en pantalla. De hecho, en esta peli es un personaje meramente incidental y su participación en la trama se da de forma tangencial.

    El tercer punto es el más obvio. Es extraño ver al Dr. Hannibal Lecter, personaje que elevó a Sir Anthony Hopkins al Olimpo del cine, interpretado por el escocés Brian Cox (William Stryker en la segunda película de X-Men). Cox ya había demostrado sus dotes histriónicas a lo largo de la década de los 70 actuando en películas para televisión, pero su verdadera gran oportunidad vino con esta cinta. Lástima que haya fracasado en taquilla. Aun así, la actuación de Cox fue considerada como sobresaliente por la crítica.

    Diferencias entre los dos Hannibal hay muchas, pues dos actores tendrán necesariamente dos aproximaciones diferentes al mismo personaje. Es como comparar el Hamlet de Lawrence Olivier con el de Kenneth Branagh; ninguno de los dos es mejor que el otro, son simplemente dos visiones del mismo personaje. En este caso en concreto, mientras que Lecter es más siniestro, malvado y perverso, Lecktor es más carismático y el terror que llega a producir en pantalla se basa más en su lucidez y su crueldad. Hay que ver ambas interpretaciones para decidirse por una, pues las dos son excelentes.

    Mención aparte se merece la interpretación de Tom Noonan (quien por alguna razón siempre es casteado para hacer papeles de criminal, siendo memorable como Cain en Robocop 2 [Kershner, 1990]) como el “Hada de los Dientes”. Su trabajo actoral en esta cinta es más introspectivo y logra crear un personaje visualmente muy complejo gracias a sus gestos y ademanes, llenos de sutilezas y matices.

    Recuerdo que la primera vez que vi Cacería humana me gustó; pero en cada visionado subsecuente me ha ido gustando menos. Las fallas de la cinta pareciera que van creciendo y, después de que leí la novela y vi las otras dos adaptaciones de Dragón rojo, se han vuelto prácticamente insalvables. Si bien como adaptación sale mal librada, Cacería humana no es una mala película. Como thriller funciona bastante bien, es entretenida y, a nivel estético, está cargada de una belleza hipnótica como pocas otras; pero creo que de ningún modo supera, como lo afirman algunos, a ninguna de las otras adaptaciones de la obra de Harris… al menos, no de la trilogía original de Hannibal Lecter.

PARA LA TRIVIA: La fotografía de esta cinta corrió a cargo de Dante Spinotti, quien también se encargaría de la fotografía de Dragón Rojo. Para la segunda adaptación de la novela de Harris, Spinotti deliberadamente quiso probar una propuesta completamente opuesta a la de Cacería humana.

PARA LA TRIVIA NERD: Mientras se filmaba Cacería humana, Sir Anthony Hopkins interpretaba al rey Lear en un montaje del National Theatre. A su vez, mientras se filmaba Dragón Rojo, Brian Cox interpretaba al rey Lear en una nueva puesta en escena del National Theatre.

Sumario 2021

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TROLL. El Harry Potter original.

TROLL

John Carl Buechler, 1986

En la década de los ochenta hubo una pequeña casa productora, casi un negocio familiar, fundada por el yuppie Charles Band debido a la insatisfacción que le producía la forma en la que se distribuían sus películas. Empire Pictures producía sus propias cintas de bajo presupuesto y las distribuía en pequeña escala en el mercado doméstico y directamente en video –en la mayoría de los casos– en el mercado internacional. Las películas de Empire fueron tan populares y tan buen negocio que la compañía pudo comprar los estudios de Dino de Laurentiis en Roma. Antes de declararse en bancarrota en 1989 y convertirse en una de las más prolíficas casas productoras de cine directo para video, Full Moon Features, Empire alcanzó la cima de su popularidad con películas como Herbert West: Re-Animador (Gordon, 1985), Re-Sonator (Gordon, 1986), Ghoulies (Bercovici, 1984), El acólito del Diablo (Pavlou, 1986), TerrorVisión (Nicolau, 1986) o, la que nos atañe en este momento, Troll.

    La película cuenta, de manera poco eficiente, la historia del joven Harry Potter Jr. (Noah Hathaway, a quien seguro recuerdan como el valiente Atreyu en La historia sin fin [Petersen, 1984]) y su familia, quienes se mudan a un viejo edificio de apartamentos en San Francisco poblado por los más pintorescos personajes… digo, Sonny Bono es el vecino mujeriego. La hermanita de Harry, Wendy (Jenny Beck), es poseída por el mago Torok (Phil Fondacaro) quien, siglos atrás, fuera convertido en un troll como castigo por tratar de alterar el balance entre el mundo humano y el mundo de las hadas. Usando a Wendy como vehículo, Torok intentará una vez más invadir el mundo humano para convertirlo en un nuevo mundo de las hadas. Sólo Harry, con la ayuda de la bruja Eunice Saint Clair (June Lockhart), podrá evitar la transformación de nuestro mundo.

    Y si a ustedes les parece muy sospechosa la coincidencia de un adolescente llamado Harry Potter que aprende magia y lucha contra seres fantásticos en una película que se estrenó más de una década antes de que el primer libro de J.K. Rowling fuera publicado… a mí también. En un principio la escritora británica, al ser cuestionada sobre la elección del nombre de su protagonista, declaró que Harry era su nombre masculino favorito, mientras que Potter era el apellido de una familia vecina suya cuando era niña. Básicamente, explicaba que la idea sólo le vino a la mente. En posteriores cuestionamientos, cuando esta película salía a cuento, Rowling admitió que quizá había visto Troll y quizá había tomado alguna inspiración de la cinta de manera prácticamente inconsciente. Juzgue usted mismo.   

    La primera vez que vi Troll tenía seis años y recuerdo que me encantó. Recuerdo también que no se parecía en nada a cualquier otra película que hubiera visto y que, aunque parecía una película de terror, era mucho más una divertida película de aventuras y fantasía. Como muchas otras cintas de Empire, podría definirse más bien como un cuento de hadas oscuro. Volví a verla cuando la pasaban por televisión un par de veces más y, ya de adulto, hace años, la compré en DVD, con lo que me quedaron muy claras dos cosas: Primera, que la nostalgia es cabrona; y segunda, que el doblaje le tiraba un parote a esta película.

    La película es bastante desastrosa en su conjunto. El guión es inverosímil y sus personajes excéntricos terminan siendo acartonados y odiosos… Harry Potter y su esposa no sólo son padres negligentes, sino que rayan en la oligofrenia. A Sonny Bono dan ganas de agarrarlo a cachetadas –bueno, supongo que la Naturaleza ya se encargó de ello, perdón por el humor negro– y creo que los únicos que actúan más o menos decentemente son Hathaway y Lockhart… en algunas secuencias.

    La narrativa en general es bastante ineficiente y con frecuencia uno se encuentra tratando de adivinar qué rayos está pasando en la peli. Las motivaciones de los personajes son poco claras y, cuando por fin éstas se explican, la verdad es que resultan demasiado simples y poco atractivas. Además, la verdad es que es un poco difícil sentir algún tipo de amenaza cuando las criaturas del mundo de las hadas y todo su entorno se ven tan chafones.

    Con el que quizá si desquitaron su ínfimo presupuesto (alrededor de un millón de dólares) fue con Torok, el troll titular. Se ve bastante bien y recuerdo que de niño sí me daba miedo. Saben que siempre preferiré los efectos prácticos ante el CGI y puedo decir que Torok no le pide nada a muchas criaturas que aparecen en películas actuales, es una lástima que sus apariciones en pantalla sean tan breves.

    Originalmente, la criatura sería completamente animatrónica y el papel del Prof. Malcolm Mallory sería interpretado por Billy Barty –a pesar de que fue escrito ex profeso para Phil Fondacaro–; mañosamente, Buechler rediseñó por completo al monstruo y lo modeló sobre un life-cast de Fondacaro para forzar a la producción a contratar al actor. Aunque, ahora que lo pienso, si es un troll… ¿por qué puede salir a la luz del día?

    De hecho, la mayoría de los efectos se ven bastante bien, particularmente teniendo en cuenta las limitaciones de la cinta.

    El resto de las criaturas están de risa loca. La mayoría se ven adorablemente cutres, con malas aplicaciones de pintura y rebabas sobresaliendo por todos lados, por no mencionar que algunos de los muñecos usados en Ghoulies y Dungeonmaster (Allen et al., 1985) fueron reutilizados en esta película. Y de ese mago convertido en champiñón fálico mejor ni hablamos. Eso sí, se ven adorables cuando entonan a coro Cantos profane, el tema musical de la película, compuesto por el compositor de cabecera de Empire/Full Moon –nada tenía que ver con que era hermano del productor, claro– Richard Band.

    En su estreno, e incluso en tiempos posteriores, Troll ha sido vapuleada por la crítica –y con razón–; pero en su fin de semana de estreno duplicó su presupuesto y se convirtió rápidamente en una película de culto. Tanto así que cuenta con dos secuelas apócrifas. La primera es Troll 2 (Fragasso, 1990), que es considerada una de las peores películas de la historia. Originalmente se titulaba Goblins –lo cual tiene mucho más sentido–; pero los productores decidieron cambiarle el nombre por Troll 2 para atraer más público. Del mismo modo, la película italiana de ínfimo presupuesto hecha pasar por gringa, The Crawlers (Laurenti, 1993), fue distribuida en América como Troll 3, también con la idea de confundir a los espectadores.

    A final de cuentas sí, sí es una mala película; pero no por eso es aburrida. Todo lo contrario, es entretenida y tiene algunos momentos bastante divertidos, además de que, como lo dije arriba, la botarga de troll se ve bastante bien. También creo que algunos de los monólogos del profesor Mallory son conmovedores. Se trata de una de esas películas en las que lo recomendable es dejar de pensar un ratito, entrarle a la guasa, y sólo disfrutar del recorrido. Así que pidan una pizza, saquen las cervezas del refrigerador y prepárense para una noche de comedia involuntaria… Y si valoran sus neuronas, eviten a toda costa Troll 2.

PARA LA TRIVIA: Esta película marca el debut en pantalla de la actriz Julia Louis Dreyfus, quien se volviera famosa por su papel de Elaine Benes en la sitcom televisiva Seinfeld (1989-1998). También fue la primera película dirigida por el artista de efectos especiales John Carl Buechler, quien hace un pequeño cameo como la forma humana de Torok que aparece pintada en un cuadro. Dreyfus siempre se ha sentido avergonzada por haber participado en la cinta.

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