EL FANTASMA DE LA ÓPERA
Phantom of the Opera
Dwight H. Little, 1989
Seguro alguna vez te pasó que, como regalo de Navidad o algún cumpleaños, habías pedido un PlayStation y tu tía o abuelita, con más buenas intenciones que atención, te terminaba regalando un PolyStation. Seguro recuerdas lo que sentiste. Bueno, pues justo así se siente esta película, que es un cash grab descarado que trató de colgarse no sólo del éxito del musical de Broadway producido por Andrew Lloyd Webber, sino también del éxito, ya en decadencia para ese momento, de la franquicia de Pesadilla en la calle del infierno. De hecho, siempre me pasa con esta peli que, al terminar de verla, me dan más ganas de ver el musical de Broadway.
La historia, convenientemente, empieza en Nueva York, donde Christine Day (Jill Schoelen), una joven y supuestamente bella soprano, acude a una audición en medio de la cual sufre un accidente. A raíz de éste, Christine revivirá una vida pasada en la que fue cantante de la Ópera de Londres, aterrorizada por una serie de sangrientos asesinatos perpetrados por el misterioso Fantasma de la Ópera (Robert “Fredy Krueger” Englund).
Creo que lo primero que salta a la vista de esta película es su general sensación de descuido. Toda la cinta luce descuidada y barata. Los sets y vestuarios se ve que son reciclados de otras producciones ‒el set de la guarida del Fantasma incluso se tambalea cuando los actores se recargan en él‒, las velas que se apagan y se caen, sus ratas blancas pintadas de gris, el hecho de que es evidente que en la escena en la que nieva sólo están echando nieve artificial en frente de la cámara y no en todo el set, y la fotografía sumamente torpe denotan que esta película se hizo a las prisas y de manera desprolija. Y quizá lo imperdonable es que, tratándose de una película que habla sobre ópera, su mezcla de sonido es bastante mala y hay escenas en las que el lipsync de Christine Day está desincronizado con la voz de quien canta.
En general, tanto la iluminación como la puesta en escena tienen una marcada influencia teatral. La iluminación es completamente no realista y más expresionista, y la forma en la que los actores se desplazan es más propia de un escenario que de una película ¿quizá porque están tratando de emular la obra de Broadway? ¿Y por qué todos caminan dando vueltas como si estuvieran bailando? Como sea, nuevamente, la fotografía descuidada hace que la iluminación se vea muy extraña y completamente fuera de lugar.
Me gustó mucho el maquillaje de efectos especiales. Las heridas, sangre, cuerpos desollados y rostros desfigurados se ven geniales ‒bueno, la verdad es que esa decapitación sí me dio mucha risa‒. El maquillaje del Fantasma está muy padre a pesar de que claramente es un plagio del look de Freddy Krueger… y de que, la verdad, sí desluce mucho estando tan mal iluminado.
SPOILER Hablando del Fantasma, creo que éste es uno de los planteamientos más interesantes que he visto del personaje. Me gusta la idea de que el Fantasma sea una especie de Fausto que vendió su alma y que recibió un rostro deforme como una especie de maldición. Me gusta el elemento de body horror de que el Fantasma, en vez de usar una máscara, cosa nuevas piezas de piel a su rostro constantemente… aunque al final termine viéndose como Alfredo Palacios. Como ya dije, es una pena que el maquillaje no luzca y, sobre todo, que un planteamiento tan interesante para el Fantasma se desperdicie en una película como ésta. TERMINA SPOILER
El guión de la película es también bastante malo y muchos de los problemas de esta cinta vienen desde ahí. Ya de entrada, cuando en los créditos inicilaes uno lee que dice: “guión de Gerry O’Hara basado en el guión de Duke Sandefur” sabe que algo anda muy mal. En efecto, el guión original era simplemente una versión slasher del Fantasma de la Ópera con elementos de body horror. Sin embargo, el guión fue reescrito a petición del productor Menahem Golam para que fuera más barato de producir y para incluir todas las escenas que transcurren en Nueva York en la actualidad (de 1989) y así ligarlo más al musical de Broadway.
El resultado es una quimera que mezcla un lirismo artificial y afectado con unos diálogos espantosos e inverosímiles productores de harto cringe, que además se piratean varios versos del musical de Broadway, y que concluyen en un epílogo que no tiene ningún sentido.
Por supuesto, en una película sobre la ópera, la música no podría faltar. Las escenas de ópera son breves y poco interesantes ‒lo que por sí mismo no está mal, creo que la versión de 1940 abusó de las mismas‒. En la mayoría de las escenas de canto, la voz de Schoelen fue doblada; pero cuando realmente canta ella es difícil escoger qué es peor, si su canto o su actuación.
Lo que me pareció muy curioso es lo familiar que suena toda la música. Mientras algunas partes medio se piratean el tema de Freddy, el tema principal de la película tiene acordes sospechosamente parecidos a los del tema de la obra de Webber… y otros tantos muy parecidos a los del adagio de Albinoni.
Finalmente, algunas de las escenas de la película tuvieron que ser removidas, pues eran tan sangrientas que le hubieran valido la temida clasificación X. Sangrientas o no, ésta es una de esas películas a las que se siente como que le faltan escenas, como que las relaciones de causa y efecto de las escenas no son lo suficientemente claras y de repente uno no entiende cómo fue que los personajes pasaron de una cosa a otra.
Originalmente, esta película sería producida por Cannon Film Group, la compañía de Menahem Golam y Yoram Globus, pero tras la quiebra de ésta, el proyecto fue atraído por Golam para su nueva compañía, 21st Century Studios. Por desgracia, el fracaso de la cinta en taquilla fue tal que ocasionó el cierre de la productora.
A pesar del desastre que fue esta película, no puedo negar que me gusta mucho. Me hace reír. Creo que es de esas pelis que son tan malas que se vuelven buenas, la encuentro enormemente divertida y me parece una aproximación única a la icónica historia de Gaston Leroux.
PARA LA TRIVIA: Ésta es la única versión cinematográfica que no incluye la escena del candelabro desplomándose sobre el patio de butacas del teatro de la ópera. La escena estaba en el guión original, pero fue dejada fuera de los siguientes borradores por cuestiones de presupuesto.
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