LA SOMBRA
The Shadow
Russel Mulcahy, 1994
Tras el descomunal éxito de Batman (Burton, 1989), la década de 1990 se convirtió en una tierra de nadie en la que todo mundo quería hacer su propia película de superhéroes que los volviera multimillonarios. En aquella época, podríamos decir que el cine de superhéroes era una cosa casi experimental. Mientras que las grandes productoras no querían arriesgarse con cintas de altos presupuestos que fracasaran ‒las ganancias en taquilla de Batman regresa (Burton, 1992) no fueron lo que Warner esperaba‒, los estudios pequeños entraron en una bonanza que tomaban como inspiración superhéroes independientes u olvidados porque las licencias eran más baratas.
La Sombra nació directamente en la radio como narrador del programa Detective Story Hour en 1930. Al año siguiente, varios de los episodios de dicha serie (o radionovela diríamos en México) fueron adaptados como novelas cortas escritas por Walter Gibson, mago y uno de los escritores fantasma de Harry Houdini, en una revista pulp. De ahí, el personaje fue llevado a los cómics, el cine, la televisión y los videojuegos.
La primera adaptación de La Sombra a la pantalla grande fue un serial producido por Columbia Pictures en 1940. El primer intento de llevar al personaje al cine en la época moderna vino del director de culto Sam Raimi, quien quiso hacer una película basada en el personaje a principios de los 90, pero no pudo conseguir la licencia y terminó convirtiendo el proyecto en la genial Darkman: el rostro de la venganza (1990).
Aunque en los diversos medios a los que se ha adaptado la historia se le han atribuido diferentes orígenes a su protagonista con el pasar de los años, en general La Sombra es un vigilante enmascarado y encapotado con poderes psíquicos, cuya identidad secreta es el multimillonario Lamont Cranston… sí, así es, este personaje es considerado la principal influencia de Batman.
En la cinta, Lamont Cranston (Alec Baldwin en uno de sus peores papeles) es un yuppie (anacronismos aparte) descarriado que se enrola con la mafia mongola para terminar convirtiéndose en el poderoso traficante de opio Ying Ko. En ese momento, Cranston es secuestrado por agentes del tulku (una especie de embajador espiritual del Dalai Lama) quienes lo reforman y le enseñan a utilizar su poder en beneficio de la sociedad… además de la habilidad psíquica de volverse invisible ante los ojos de sus enemigos. Cranston regresa a Nueva York y se convierte en el vigilante conocido como La Sombra, que lucha contra el crimen para pagar a la sociedad el daño que alguna vez hizo. Sin embargo, a la ciudad llega también el temible Shiwan Khan (John Lone interpretando un papel para el que originalmente se consideró a Chow Yun-Fat), último descendiente de Genghis Khan y condiscípulo de Cranston, quien buscará continuar con el legado de sus ancestros al conquistar el mundo. ¿Su primera jugada maestra? Destruir la Ciudad de Nueva York con la ayuda de una bomba atómica ‒es ciencia ficción, pues‒.
Y sí, al momento de estar escribiendo esto, Batman inicia (Nolan, 2005) me empezó a oler a plagio a mí también.
Aunque la propuesta visual de la película sí resulta atractiva (un Art Decó filmado en la mera mata del Art Decó) sus pobres valores de producción dan al traste con todo lo demás. A esto habrá que añadirle las escenas de pelea mal coreografiadas; las situaciones absurdas que, si bien son el pan nuestro de cada día en el cine de superhéroes, en esta cinta rayan en lo francamente idiota, y los efectos especiales bastante chafones. Se salvan, eso sí, los efectos ópticos logrados con pintura mate.
Sin embargo, lo que siempre me molestó fue el maquillaje. La película mezcla elementos de las novelas pulp y de los comics por igual. Así pues, el aspecto visual del héroe fue tomado casi directamente de las ilustraciones de Vernon Greene para las tiras cómicas basadas en el personaje que aparecían en los periódicos. Pero como es prácticamente imposible que un ser humano tenga el perfil característico de Cranston, esto se “solucionó” aplicando un prostético falsísimo sobre la nariz de Baldwin; así como cejas postizas cuyo entramado es perfectamente visible en cámara… Además ¿por qué La Sombra sólo tiene nariz rara y cejas espesas cuando está disfrazado? ¿Es un mutante o algo así?
En conclusión, esta película es uno de esos infortunados casos de una buena idea arruinada por una producción mediocre y ni la aparición de actores de la talla de Ian McKellen o Tim Curry en papeles secundarios, ni el extenso plan de mercadotecnia para publicitarla (que incluyó cómics, figuras de acción y un videojuego mediocre para SuperNintendo) pudieron salvarla y es una verdadera lástima, porque el guión contiene muchísimas referencias y elementos tomados directamente de los pulps y del serial radiofónico… aunque es muy probable que nadie los recordara para aquel entonces. Vamos, la trama es tan buena que Christopher Nolan se la fusiló para su Batman, pero el resto de la película simplemente no funciona.
La moraleja de esta historia parece ser: Si quieres hacer una película de éxito, piratéate una película cuya propuesta era interesante pero que nadie vio (vamos, Hollywood lleva toda la vida haciéndolo).
PARA LA TRIVIA: Según los registros, el pulp enteramente dedicado a La Sombra fue el más exitoso de todos los tiempos. En 1937 se estrenó un programa de radio en el que La Sombra era el protagonista. En esa ocasión, el héroe era interpretado nada más que por el legendario Orson Welles.
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