VIERNES 13 PARTE IX: JASON VA AL INFIERNO. ¡Vamos a hacer una película de Jason sin Jason!

VIERNES 13 PARTE IX: JASON VA AL INFIERNO

Jason Goes to Hell: The Final Friday

Adam Marcus, 1993

Viernes 13 parte VIII: Jason invade Manhattan (Hedden, 1989) fue un fracaso de crítica y con los fans; pero, sobre todo y más importante, fue un fracaso de taquilla. Ante tan pobres resultados, Paramount Pictures vendió los derechos de Jason Voorhees a la Casa de Freddy, New Line Cinema ¿El truco? ¡Sólo vendieron los derechos de ese personaje, no de la franquicia ni de los otros personajes relacionados! De tal suerte, New Line tuvo que pensar en una nueva historia de origen para el personaje y nuevos elementos que inyectaran sangre fresca a la franquicia… y fracasaron miserablemente. O sea, el esfuerzo se agradece, pero el resultado final es terrible.

     Ignorando completamente los eventos de la octava parte, Jason va al Infierno inicia cuando un comando del FBI logra emboscar al asesino y destruirlo. Sin embargo, Jason es más que sólo su cuerpo físico y su espíritu maligno (que resulta ser un mono de hule) se transfiere al forense que le realiza la autopsia cuando éste devora su corazón aún latiente. Ahora, Jason poseerá los cuerpos de varios habitantes del pueblo de Crystal Lake hasta encontrar el que necesita.

    Originalmente, la película se titularía Jason Takes L.A. y vería a Voorhees llegar a la metrópolis californiana durante una guerra de pandillas que tendrían que aliarse para destruirlo. Sin embargo, esta idea fue desechada y se comisionó a Dean Lorey para escribir un guión, cuando el guión original de Jay Hugueley resultó demasiado rebsucado e imposible de filmar.

    La propuesta del director novel Adam Marcus era una continuación directa de la séptima entrega en la que Jason era sacado del fondo del lago por su hermano gemelo perdido quien, a través de un laboratorio casero, robaba sus poderes para continuar con los asesinatos y ser detenido por Tommy Jarvis. Sin embargo, New Line no tenía los derechos del personaje de Jarvis ni de muchos otros elementos necesarios para filmar este guión, por lo que fue severamente cambiado. El personaje de Steven (John D. LeMay) originalmente sería Jarvis.

    El guión que resultó al final es un galimatías rebuscado y sin sentido que parece más apropiado para una película de Halloween que para una de Viernes 13. Ahora que lo pienso, La maldición de Michael Myers (Chappelle, 1995), sexta entrega en la franquicia, comparte sospechosas similitudes con esta película. Sobre todo, con la aparición de ese misterioso personaje al que me gusta llamar “El Charro Negro” (Steven Williams). De hecho, New Line Cinema estaba por cancelar el proyecto, por lo que fijó deadlines imposibles para la preproducción. De tal suerte, el guión se escribió en tan sólo cuatro días… y se nota.

    Otro factor que dificulta la comprensión del argumento de esta película son los errores derivados de la inexperiencia de su director. Debido al vertiginoso plan de producción, Marcus se limitó a filmar las escenas que necesitaba, pero prácticamente nadie revisaba el material. En consecuencia, al terminar la filmación prácticamente la mitad de las tomas eran inutilizables, por lo que la película se terminó de armar con reshoots, tomas reutilizadas y el montaje. A esto súmesele que la actriz Kari Keegan abandonó la filmación a medio proceso por su mala relación con el director. Si ponen atención, notarán que su personaje prácticamente desaparece a media película sin justificación alguna.

    Lo demás es tan malo como uno esperaría de una película de Viernes 13… excepto porque no tiene mucho que ver con Viernes 13. Según parece, el menor problema de esta película son sus pésimas actuaciones. Eso sí, vuelven los desnudos gratuitos y, de hecho, el primero aparece cuando la película apenas lleva 4 minutos. También son interesantes las referencias a otras cintas del género, como la changuera reutilizada de Los pájaros (Hitchcock, 1963), la mención a la casa Myers, la caja con el sello de la Expedición Antártica que apareciera en Creepshow (Romero, 1982) o, la más obvia de todas, la inclusión del Necronomicon y la daga de El despertar del Diablo (Raimi, 1981).

    De hecho, Marcus originalmente quería que Jason va al Infierno sucediera en el mismo universo que El despertar del Diablo. La justificación sería que Pamela Voorhees utilizó el Necronomicon para resucitar a Jason y por eso se volvió inmortal. Sin embargo, ni New Line ni Warner Bros. ‒distribuidores de la cinta‒ tenía los derechos de la saga de Sam Raimi, por lo que la idea fue desechada, quedando sólo como un easter egg con los props de Evil Dead… que el director tomó sin permiso. Además, casi en cada secuela los productores le pedían a Betsy Palmer que repitiera su papel como la mamá de Jason, pero ella siempre se negó cobrando honorarios imposibles, pues odiaba la primera película.

    Quizá el único elemento rescatable de la cinta son los efectos de maquillaje, cortesía del estudio KNB Group, quienes también se encargaron del maquillaje en Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero (Adamson, 2005), Depredadores (Rodriguez, 2010),  The Walking Dead (2010-2022). Algunos de sus efectos son de verdad increíbles y la escena del cadáver derritiéndose es tan impresionante que casi da lástima que sea parte de esta película.

    De tal suerte, la primera incursión de New Line Cinema en la franquicia de Viernes 13… o no, cuestiones legales, es probablemente la entrega más pobre en una franquicia de películas malas. Quiero decir, ya antes había habido entregas de Viernes 13 que eran casi incomprensibles; pero en ésta ¡prácticamente ni siquiera sale Jason! Quizá lo único que vale la pena además de los efectos de maquillaje sea el epílogo que prometía una confrontación que tardó diez años en materializarse.

PARA LA TRIVIA CON SPOILER: Kane Hodder, el favorito de los fans, interpretó a Jason Voorhees en esta cinta. También es suyo el brazo que sale de la tierra para llevarse la máscara de Jason. Técnicamente, eso convierte a Hodder en el único actor que ha interpretado tanto a Freddy como a Jason.

Viernes 13

Viernes 13 parte 2

Viernes 13 parte III

Viernes 13: el capítulo final

Viernes 13: un nuevo comienzo

Viernes 13 parte VI: Jason vive

Viernes 13 parte VII: Sangre nueva

Viernes 13 parte VIII: Jason invade Manhattan

SUMARIO 2023

AMITYVILLE II: LA POSESIÓN. La secuela que es precuela pero que sabe a spin-off.

AMITYVILLE II: LA POSESIÓN

Amityville II: The Possession

Damiano Damiani, 1982

Antes de que estuviera de moda hacer “precuelas” de las películas, la segunda parte en la saga de Amityville presentó una historia que antecedía a la primera. La película inició su filmación en locación en la icónica casa de Toms River, New Jersey, que se usara para la primera parte. Después de dos semanas, la producción se trasladó a la Ciudad de México para continuar la filmación en los Estudios Churubusco Azteca durante ocho semanas más. La película, junto con su no-secuela, Amityville 3D (Fleischer, 1983), fueron co-producidas entre Estados Unidos y México.

    Aunque en general es considerada inferior a la primera parte, Amityville II se defiende bastante bien y, aunque sí tiene muchos fallos, también tiene méritos propios. Lo que más sobresale, y seguramente fue una de las razones que le ganaron el rechazo de los fans y la crítica en su momento, es su marcada intención de distanciarse de lo planteado en la primera parte.

    De hecho, esta película se promocionó como una precuela, a pesar de que el título Amityville II claramente sugería que se trataba de una segunda parte. Empero, gracias al poco cuidado de la producción para recrear la época en la que se supone que sucede la historia, aunado a serios errores de continuidad con la primera parte, no queda claro si esta historia sucede antes o después de la primera cinta. Finalmente, los fans han decidido que se trata de una entrada independiente que sucede en el universo de Amityville.

    En Amityville II se cuenta la historia de la familia que habitó la mansión maldita de Amityville antes de los Lutz, los Montelli. A diferencia de los Lutz, esta familia italoamericana es disfuncional por donde se le vea y la verdad es que ya estaba destrozada desde antes de comprar la casa. Un padre golpeador (Burt Young), una madre sumisa (Rutanya Alda), un hijo rebelde (Jack Magner), una hija inocente (Diane Franklin) y un par de niños sin demasiada personalidad completan el cuadro. La narración se centrará en Sonny y cómo el demonio que habita los cimientos de la mansión lo posee y lo lleva de ser un muchacho sensible y rebelde a un monstruo asesino e incestuoso.

    De hecho, la parte del incesto ha sido siempre una de las más controvertidas de la película. Por principio de cuentas, se rumora que Roland y Dawn DeFeo, los hermanos reales que inspiraron la historia, de hecho, tenían una relación incestuosa. En el guión original, la escena era mucho más explícita; pero fue removida de la película luego de la reacción sumamente negativa que produjo en las proyecciones de prueba.

    Irónicamente, Diane Franklin, la actriz que interpretó a la joven Patricia Montelli, no tuvo ningún reparo en filmar la escena por su escandaloso contenido. De hecho, tampoco tuvo ningún problema con hacer la escena topless; según lo declaró la actriz en una entrevista, la filmación sí se volvió incómoda durante esa escena, pero sólo porque los ejecutivos en el set quisieron presionarla para filmar un desnudo completo en vez del topless que habían acordado en un principio.

    En realidad, fueron muchas las escenas que terminaron fuera del corte final de la película. El corte del director, planeado por Damiani para realmente aterrar y causar repulsión en el público, incluía mucha más sangre, tripas, desnudos, una escena de Anthony sodomizando a Delores, un epílogo del padre Adamsky encontrándose con las almas condenadas atrapadas en la mansión y la versión completa de la ya mencionada escena del incesto. Por desgracia, la película resultó ser demasiado repulsiva para los públicos de prueba, por lo que muchas escenas fueron retiradas de la película, a pesar de haber aparecido en material publicitario como posters y trailers. A la fecha, ninguna de estas escenas ha sido exhibida al público.  

    Un juego muy interesante de esta película es que no es lo que uno espera. Finalmente, fue también una apuesta arriesgada que se perdió, pero como experimento funciona. Me refiero a que, si bien la primera parte es una historia gótica con elementos de terror y suspenso mucho más sutiles, la segunda parte es un festín de horror lleno de sangre y efectos especiales.

    Aunque cabría suponer que el asesinato de la familia Montelli es el clímax de la historia, apenas constituye el final del segundo acto (y queda un poco desangelado a mi gusto), tratándose el tercero de la lucha del padre Adamsky (James Olson) por exorcizar al demonio dentro de Sonny. Y creo que aquí es donde la película acaba de perder. Este tercer acto, sinceramente, me produce muchos sentimientos encontrados.

    Me explico: Toda esta última parte de la película se trata, tal cual, del enfrentamiento entre Adamsky y el demonio que posee a Sonny, lo que a la postre termina siendo una copia descarada de El exorcista (Friedkin, 1973) ‒incluso hay diálogos y encuadres que se parecen‒. Ahora, donde esta película sobresale, incluso comparándola contra la de Friedkin, es en el departamento de maquillaje.

    La escena climática en la que el demonio literalmente sale del cuerpo del adolescente es impresionante y se ha convertido en un ícono del cine de horror de los ochenta. Será difícil olvidarla para cualquiera que la haya visto. Asimismo, la escena del epílogo con el padre Adamsky usa uno de los mejores efectos de maquillaje que he visto en mi vida ¡Ésos eran efectos y no las chingaderas de ahora!

    Amityville II: la posesión no es una buena película ni le llega a la primera; pero también me parece injusto compararlas. Esta secuela/precuela/nada relacionado es en realidad muy diferente y hace un trabajo bastante decente en ser una película de terror entretenida con escenas memorables y un tono inquietante que uno no puede acabar de precisar. Además, las actuaciones no están nada mal. Quizá su gran fallo fue el tratar de conciliar dos tramas tan diferentes en una sola película. La historia se vuelve confusa y algo difícil de seguir.

PARA LA TRIVIA: George Lutz quería que esta secuela se basara en la secuela original de la novela, El horror de Amityville parte II, de John G. Jones; empero, el productor Dino De Laurentiis decidió basar la película en el libro Asesinato en Amityville, de Hans Holzer, que es una ficcionalización del caso real de los asesinatos de la mansión. La familia Montelli está levemente basada en la familia DeFeo de la vida real.

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MASACRE EN LA FIESTA. ¿Un slasher feminista?

MASACRE EN LA FIESTA

The Slumber Party Massacre

Amy Holden Jones, 1982

El género de terror es, probablemente, el más subestimado del cine. Visto con deferencia por los productores, con desprecio por la crítica y con espanto por los padres de familia, se trata de un género que es subversivo desde sus orígenes. De entre todos sus subgéneros, uno de los más polémicos es el slasher: aquellas películas en las que un asesino misterioso, generalmente enmascarado, da cuenta brutalmente de un grupo de víctimas.

    Del mismo modo, el slasher es un subgénero con el que los psicoanalistas han hecho sus delicias y sobre el cual pesan no pocas acusaciones –fundadas o no, eso sigue siendo tema de debate– de misoginia. Empero, una de las grandes ventajas de ser una forma de entretenimiento fuera del discurso hegemónico es que se pueden incluir subtextos verdaderamente incendiarios en las obras. Algunas películas, incluso en épocas tan tempranas en el desarrollo del tan codificado subgénero slasher como principios de los 80, se han puesto a jugar con las reglas del mismo, dando lugar a películas que resultan subversivas incluso contra el subgénero mismo. Masacre en la fiesta es un ejemplo de ello.

    El argumento no podría ser más genérico: un grupo de chicas de bachillerato en un pueblito californiano están preparando una pijamada de fin de semana en la casa de una de ellas mientras sus padres se encuentran de viaje. Por supuesto, los chicos no están invitados, ni tampoco la chica nerd e impopular. Con lo que las muchachas no cuentan es con que un asesino maniático, recién escapado del hospital psiquiátrico, anda suelto por la ciudad esgrimiendo un gigantesco taladro de construcción y está deseoso de asistir a su fiesta.

    Producida con un ínfimo presupuesto de apenas USD$250000 por New World Pictures, la compañía del legendario Rey de la Serie B, Roger Corman, esta película tuvo el éxito suficiente como para dar origen no sólo a una trilogía, sino a todo un sub-subgénero.

    Por supuesto, lo primero que llama la atención de esta cinta es que es uno de los primeros y únicos slashers creado exclusivamente por mujeres.

    La directora, Amy Holden Jones, inició su carrera en la industria cinematográfica como editora. Originalmente, estaba apalabrada con Steven Spielberg para colaborar en la edición y montaje de E.T. el extraterrestre. Sin embargo, dicho proyecto se retrasó indefinidamente porque Poltergeist: juegos diabólicos (Hooper, 1982), producida por Spielberg, se salió de presupuesto y de programa. Ante la falta de claridad con E.T, Jones decidió abandonar el proyecto y acudió a Roger Corman, pidiéndole la oportunidad de dirigir. El Rey de la Serie B le dijo a Jones que su trabajo como editora y directora de documentales era bueno; pero que necesitaba verla dirigir un largometraje de ficción. Jones quedó intrigada con un guión titulado Sleepless Nights, que encontró en el archivo de guiones desechados de New World Pictures, lo rescató, reescribió algunas de las escenas y decidió filmarlo.

    Dicho guión era obra de Rita Mae Brown. Al momento de escribir el guión, la Dra. Brown ya era reconocida como una prolífica escritora de novelas de misterio, además de una comprometida activista feminista, por los derechos de la comunidad LGBTQ+ y los derechos de los animales. Brown siempre sostuvo que esta película fue escrita como una sátira del subgénero slasher.

    La película ha sido motivo de controversia desde su estreno. Muchos críticos señalan la contradicción entre manejar un discurso feminista en el filme y aun así mostrar sendas escenas de explotación y desnudos gratuitos. De hecho, en su momento, Masacre en la fiesta fue una de las películas de terror con mayor número de escenas de desnudos…vamos, la primera toma de este tipo llega antes de que la película lleve cinco minutos.

    Jones señala que filmó estas escenas casi obligada por Corman y hay un elemento que me parece que es la clave para inferir su verdadera intención: en la secuencia de las regaderas, las muchachas realmente se están bañando; al contrario de la mayoría de escenas de este tipo, en las que las actrices sólo acarician sus cuerpos sin realizar ninguna tarea evidente. “Sea explotación como tal, un filme slasher genérico o una aproximación satírica al subgénero, la mayoría de las feministas claramente no entendieron el chiste”[1], dice el escritor y cineperiodista especializado en cine de género J. A. Kerswell (129).

    Al mismo respecto, pero en sentido opuesto, el guionista, productor y crítico cinematográfico Adam Rockoff (2002) opina[2]:

“… como sea, aquéllos que esperaban alguna empoderadora declaración feminista, una crítica mordaz a la evidente misoginia endémica en las cintas salsher[3], quedaron dolorosamente decepcionados. Mientras Jones y Brown insistieron en que Masacre en la fiesta era una parodia, y a pesar del hecho de que en la escena clímax del filme el asesino es castrado simbólicamente cuando la punta de su arma fálica es cortada, a veces un taladro eléctrico es sólo un taladro eléctrico, aún si es usado para hacer brochetas en una casa llena de bellezas adolescentes medio desnudas. Masacre en la fiesta no era diferente de cualquier salsher film[4]que proporcionara un poco de tetas y traseros softcore[5] junto con una serie de asesinatos inverosímiles. El hecho de que alcahueteé a su público objetivo al fingir ser algún tipo de llamado colectivo intelectual a la sororidad femenina lo hace aún más reprochable”. (138-139)

    Rockoff quizá está siendo demasiado severo en su crítica y, definitivamente, creo que peca de polarizador. Si bien es cierto que el discurso de Brown y Jones cae en contradicciones con el producto final visto en pantalla, también es cierto que éste no se diluye. Creo que el guionista y crítico está pasando por alto los muchos aciertos de la cinta y que sí se ven claramente en pantalla. No, Masacre en la fiesta no es un manifiesto feminista intelectual y panfletario porque no necesita serlo. A final de cuentas, es una película de serie B cuyo objetivo es el entretenimiento y si, en medio de ese entretenimiento, encuentra la oportunidad de insertar un discurso político bastante oportuno, bien por ella.

    A este tipo de críticas, Jones contesta:

“Eso fue lo que Roger Corman, el productor, pidió y así es como se hace, le das al estudio lo que quiere. Nadie se queja de que Scorsese, Jonathan Demme y Ron Howard hicieron películas de explotación, pero cuando una mujer lo intenta la llaman hipócrita y vendida. Eso es mierda”.[6]

    El mensaje de la película es claro: los hombres son idiotas. Durante toda la cinta, los personajes masculinos son golpeados, empujados, tirados, maltratados, humillados y, ultimadamente asesinados. Kerswell (128) refiere que: “… Al respecto de la violencia, Jones la acumula contra los personajes masculinos y, de alrededor de nueve cuerpos, seis son hombres; ‘… Quizá estaba desquitándome de todos los molestos chicos adolescentes que conocí’ dice [Jones]”. También es muy evidente que los chicos en esta película se comportan de manera inmadura y con más lascivia que inteligencia.

    Por el contrario, los personajes femeninos son por demás interesantes. De hecho, me llamó mucho la atención que, a pesar de tratarse de un slasher, el guión sí se esfuerza por tratar de desarrollar estos personajes. Del mismo modo, las muchachas en esta película no son víctimas pasivas que se quedan paradas esperando estúpidamente la hora de su muerte; sino personajes activos que piensan, planean, contraatacan e incluso se toman un momento para hacer una escena completa en la que discuten sobre masturbación femenina.

    De hecho, es el único slasher donde recuerdo que un personaje –femenino, por supuesto– dice la típica frase “I’ll go check” (“Iré a revisar”) y otro personaje se ofrece a acompañarla. Lo cual nos lleva a otro tema constante en esta película: las muchachas van juntas a todos lados. Cuando las mujeres permanecen juntas son prácticamente invencibles, mientras que, cuando se separan, resultan muertas.

    Otro elemento sobresaliente en esta cinta es el asesino. A diferencia de los homicidas con estilizadas máscaras de otros slashers, el psicópata de Masacre en la fiesta es cualquier Juan Pérez ataviado con una chamarra de mezclilla y una playera. No hay misterio. Desde el principio el público sabe exactamente quién es el asesino, lo cual es en cierto modo realista. También me gusta que, en aras de cierto realismo, pero más de la sátira, nadie nota el rastro de cadáveres del lunático; aun cuando éstos se acumulan a plena luz del día. Finalmente, la toma en la que vemos la silueta del largo taladro justo en la entrepierna del homicida lo dice todo.

    Asimismo, creo que éste es el único slasher que he visto en el que se muestra cómo el homicida arrastra, carga y acomoda los cuerpos de sus víctimas. La confrontación final, en la que el asesino es simbólicamente castrado y literalmente mutilado ‒y estoy seguro de que el hecho de que le corten la mano también es un simbolismo sobre la masturbación o algo así‒ y su subsecuente muerte resultan verdaderamente satisfactorias.

    En el apartado técnico, me parece que los mayores aciertos de la cinta están en la fotografía, que es bastante buena, y la narrativa visual es creativa y eficiente. Del mismo modo, la edición y el montaje de la cinta son brillantes.

    Por otro lado, las actuaciones son tan malas como cabría esperar de una cinta de terror de bajo presupuesto de los 80. Y, por supuesto, el casi cliché de los actores treintones que interpretan a chavos de prepa está presente. Algunos de los hombres que aparecen en la película deberían estarse preocupando más por su próstata que por un asesino maniático.

    La cinta no está exenta de algunos buenos sustos, aunque en realidad, las escenas de mutilación y asesinatos están en un tono mucho más satírico. Por ejemplo, el cadáver dentro del refrigerador que nadie parece notar o el repartidor de pizzas al que le sacan los ojos –que quienes sigan la corriente freudiana dirán que es otro símbolo de castración–. Por cierto, cuando el cadáver del repartidor está tirado en el piso, hay un par de tomas en las que se ve que el actor pestañea debajo del maquillaje.

    En conclusión, Masacre en la fiesta es un slasher un tanto olvidado que, más de una década antes del Scream (1995) de Wes Craven, se atrevió a burlarse de las convenciones del género y deconstruirlas. Quizá por la forma en la que fue producido, este discurso con perspectiva de género quedó un poco relegado; pero es, sin duda, una película entretenida y divertida y sí, quizá no está a la altura de los clásicos del slasher, pero se disfruta de principio a fin. Obviamente, recomiendo por completo esta película para una pijamada… ¿las adolescentes aún hacen eso?… ¿Las adolescentes de verdad alguna vez lo hicieron?

PARA LA TRIVIA: Durante la proyección prueba en un cine en Hollywood Boulevard, la directora, Amy Holden Jones, se encontraba entre el público y quedó asombrada por sus reacciones. Desde el inicio de la cinta, la gente gritaba, se reía, aplaudía, hacía sonidos de taladro y le gritaba a los personajes en la pantalla. Jones salió de la sala y se encontró con Roger Corman, quien estaba escuchando todo desde el lobby. Ella, preocupada, le preguntó: “Dios mío, Roger, ¿qué hemos hecho?” A lo que él contestó: “Hemos tenido el mejor preestreno en la historia de New World”.

BIBLIOGRAFÍA:

Kerswell, J.A. (2018), The Teenage Slasher Movie Book. Fox Chapel Publishing, Pennsylvania.

Rockoff, Adam (2002), Going To Pieces: The Rise and Fall of the Slasher Film, 1978-1986. McFarland & Company, Inc. Publishers, USA.

FUENTES EN LÍNEA

http://www.imdb.com


[1] La traducción es mía.

[2] Idem.

[3] Las cursivas son mías.

[4] Idem.

[5] Idem.

[6] Recuperado de https://www.imdb.com/title/tt0084695/trivia/?ref_=tt_trv_trv. La traducción es mía.

Sumario 2022
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BATMAN REGRESA. Mi película favorita del Hombre Murciélago cumple 30 años.

BATMAN REGRESA

Batman Returns

Tim Burton, 1992

Recuerdo muy bien el enorme éxito de la primera adaptación fílmica del Hombre Murciélago. En gran medida, puede entenderse como un antecedente del boom de películas de superhéroes que vivimos actualmente. También recuerdo que fue muy criticado el que la película prácticamente mandaba a la goma el tono camp de la serie de TV de los 60 que, si bien es repudiada por muchos, fue el medio a través del cual Batman se convirtió en parte de la cultura popular.

     Así pues, esta segunda entrada en la saga cinematográfica del Caballero Oscuro es, en mi opinión, el intento mejor logrado de mezclar el tono oscuro y la atmósfera noir de los cómics originales de Batman con el tono camp e infantiloide de la serie de TV en la pantalla grande. Y de ahí que uno de los villanos de la cinta tenga un ejército de pingüinos equipados con lanzamisiles a control remoto, esbirros disfrazados de payasos, un paraguas-ametralladora o un vehículo con forma de patito de hule gigante. También, aunque es menos notorio, la cinta tiene bastante influencia del serial cinematográfico Batman & Robin (Bennett) de 1949.

    La temporada navideña llega a Gotham City y el ambicioso empresario Max Shreck (una obvia referencia a Nosferatu, interpretado por Christopher Walken) trata de manipular al alcalde para que apruebe la construcción de una planta energética que le traerá enormes beneficios a su empresa. Ante la negativa del alcalde, Shreck saca de las sombras a una leyenda urbana: un fenómeno de circo psicótico conocido como el Pingüino (Danny DeVito en el papel que nació para interpretar) quien, como líder de la banda criminal del Circo del Triángulo Rojo aterroriza Gotham en una campaña de desprestigio contra el alcalde. La secretaria de Shreck, la nerda y perdedora Selina Kyle (Michelle Pfeiffer en su mejor momento) descubre los planes de su patrón, por lo que éste la asesina. Con lo que no contaba Shreck era con que Kyle sería inexplicablemente (y de verdad quiero decir inexplicablemente) resucitada por gatos callejeros para convertirse en la vengativa y letal Gatúbela (así le decíamos a Catwoman). Ahora, sólo Batman (regresa Michael Keaton en uno de los casts más controvertidos dela historia) podrá salvar a Gotham City de este caos argumental.

    Si leen la sinopsis anterior con un ojo crítico, notarán que algo falta… ¡Acertaron! Sólo Burton con su habilidad narrativa de niño de cuatro años sería capaz de dirigir una película de Batman en la que sale sobrando Batman. Claro que también se necesita el genio de Burton para hacerla funcionar.

    Como resultado de dicha narrativa, el ritmo de la cinta es frenético. Todo el tiempo están sucediendo cosas en la pantalla, todo el tiempo está pasando algo y da la impresión, quizá bien fundada, de que si uno despega la vista de la pantalla por un par de minutos se perderá de algo. Aun así, el guión llega a ser flojo en algunas partes.

    Los personajes son muy interesantes. Cómo Burton toma a dos de los villanos más populares del Hombre Murciélago y los transforma en su propia fauna es digno de mención. Además, hay un factor nuevo que no había aparecido en la cinta anterior: el de la identificación. Batman se siente identificado con sus enemigos, lo cual le hace más difícil vencerlos. Por un lado, se identifica con Gatúbela en cuanto a que ambos necesitan usar máscaras para llevar a cabo sus respectivas venganzas y con el Pingüino, en cuanto a que viene de una familia acaudalada y tuvo que crecer sin sus padres. De hecho, me parece que en esta peli Batman ve al Pingüino como un alter ego, como el Batman que no fue. Esta idea sería retomada décadas después por videojuegos y comics del Detective Más Grande del Mundo.

    Los tres personajes son inadaptados sociales que rayan en lo psicopático. Más aún que en la cinta anterior, Bruce Wayne es presentado como una persona disfuncional en sociedad, por no mencionar que es completamente incompetente en una relación romántica. El Pingüino es una criatura deforme, cruel y salaz cuya lascivia lo vuelve fácilmente manipulable, y Selina Kyle es una mujer subyugada que vive con miedo de alzar la voz más allá de un susurro.

    En esta ocasión, las caracterizaciones mandan a la goma el realismo ‒sólo hay que ver la peluca y las cejas “encanecidas” de Walken‒ y son completamente expresionistas. Llama sobre todo la atención el maquillaje del Pingüino, cuyo diseño es una referencia clara al Dr. Caligari. Este maquillaje fue creación del Stan Winston Studio, cuya tarea fue la de crear un aspecto para el personaje que fuera exagerado y burtoniano, pero sin ocultar del todo las facciones de De Vito.

    John Rosengrant y Crash McCreery, artistas del SWS, fueron los encargados de diseñar el aspecto del personaje, partiendo de lifecasts de la cara del actor. Originalmente, sólo habían diseñado narices puntiagudas; pero Stan Winston no estaba convencido, por lo que decidió modelar un nuevo rostro para el Pingüino él mismo. Winston se inspiró en un diseño previo que hiciera para la película El Mago (Lumet, 1978). El prostético final que usaba De Vito le cubría la frente nariz y labio superior, además de que se complementaba con un prostético dental con dientes chuecos y afilados. Este maquillaje era aplicado en el set por la maquillista colaboradora frecuente de Burton, Ve Neill (Duncan, 186). 

    Por supuesto, la caracterización no estaría completa sin la actuación, que es lo que le da sustento. Al respecto de la interpretación de Danny De Vito, Burton (citado en 187) declara:

“Nadie le hablaba a Danny en el set porque asustaba a todos. […] No sé si ése era su modo usual de trabajar, pero había un punto en el que sólo hacía clic y se convertía por completo en este personaje que era completamente antisocial, que había estado fuera del circuito por un poco demasiado tiempo. Danny estaba al 100 en la transformación. Con el maquillaje y todo lo demás era una creación completa”.

    De hecho, cuando De Vito asistió a las sesiones para grabar diálogos adicionales, insistió en usar el maquillaje completo del Pingüino para ayudarlo a entrar en personaje.

    También fueron los artistas del SWS los encargados de crear al ejército de pingüinos que acompañaría al Pingüino a la batalla. Para la cinta se construyeron 30 títeres controlados por cables con picos y ojos animatrónicos. Para los pingüinos emperador, Winston y sus artistas construyeron trajes animatrónicos que serían usados por actores con enanismo. Estas botargas tenían cabezas animatrónicas con alrededor de 200 piezas móviles, mismas que fueron las primeras en ser diseñadas de manera completamente digital por el estudio (187).

    Aunque siempre me pregunté ¿Por qué aún hay animales en el zoológico abandonado?

    El zoológico, así como otras tantas locaciones de Gotham City fueron creados gracias a la magia de las maquetas, a la que tan afecto era Burton. Y aunque algunas tomas de establecimiento sí se ven muy de estudio, en general Gotham City luce bien y con la Gotham Plaza, que es una referencia obvia al Centro Rockefeller de Nueva York, se ve aún más metropolitana.

    Mucho debate ha habido en torno a cuál película es más oscura, si ésta o la primera. Personalmente, creo que la primera es más oscura en cuanto a la temática; mientras que en esta segunda parte la fotografía es más oscura. Esta propuesta estética sería retomada por la serie de TV Batman, la serie animada (1992-1995) y sería conocida cariñosamente como Dark Decó.

    Batman regresa es una gran película y durante mucho tiempo fue considerado el epítome de las películas de superhéroes… aunque en realidad es bastante trágica y se toma bastantes licencias con los personajes y la historia, y entre ella y la primera no creo que pueda escoger una favorita. Es mucho mejor si uno obvia huecos argumentales como la ya mencionada resurrección de Selina Kyle, la pistola que aparece mágicamente en el fondo del estanque de los pingüinos, que la sangre del Pingüino es verde, o que la banda del Circo del Triángulo Rojo posea los conocimientos y las herramientas para armar y desarmar el Batimóvil… y si uno ignora que en la escena en la que visita el cementerio, el Pingüino patea una lápida y ésta se tambalea porque seguramente la hicieron de espuma de poliuretano.

    Pero es que también hay escenas memorables como el baile de máscaras ‒porque no puede ser una película de Batman si no hay una escena de una fiesta, ¿cierto?‒ en la que ocurre la anagnórisis de Kyle y Wayne al ritmo del tema musical Face To Face, de Siouxie and the Banshees, o aquélla en la que Gatúbela se come un canario ‒por cierto Pfeiffer, por pura improvisación, sí se metió un ave en la boca durante la filmación de la escena‒, o frases memorables como “El muérdago puede ser mortal si los comes. / pero un beso puede ser más mortal si viene del corazón.” O el Pingüino gritando enloquecido “¡No soy un ser humano! ¡Soy un animal!” en una parodia de El hombre elefante (Lynch, 1980).

    No sé si ésta sea la mejor película de Batman, de hecho, estoy casi seguro de que no; pero sin lugar a dudas, es mi favorita. La película fue un evento muy importante en mi infancia… si alguno de ustedes vivió el verano de 1992, recordará que uno no podía voltear a ningún lado sin encontrarse alguna imagen alusiva a la película.

    Nostalgia aparte, ahora que veo la película como adulto puedo decir que me encantan su tono y su estética. Creo que se ve muy bien y me gusta ese tonito kinky que nace de la tensión sexual ocasionada por Gatúbela; además de que, en general, es una especie de cuento navideño para niños depresivos.

    Además, es uno de esos clásicos navideños que pueden disfrutarse con la familia en las fiestas decembrinas. Eso sí, en esta cinta, la Navidad aparece como la materialización del espíritu consumista y el ansia de poder.

PARA LA TRIVIA: Gotham City fue creada con enormes sets que se construyeron para ser móviles e intercambiables. Durante la producción de la cinta, alrededor del 50% del espacio en el lote de Warner Bros. estaba ocupado por los sets de Batman regresa. Puesto que eran móviles, los sets con frecuencia eran reacomodados, por lo que Michelle Pfeiffer recuerda perderse con frecuencia en el camino entre el departamento de vestuario y el set.

BIBLIOGRAFÍA

Duncan, J. (2006) The Winston Effect: The Art and History of Stan Winston Studio. Titan Books, London.

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JURASSIC WORLD: DOMINIO «¿En algún momento podrán verse dinosaurios en su película de dinosaurios?»

JURASSIC WORLD: DOMINIO

Jurassic World: Dominion

Colin Trevorrow, 2022

ESTE TEXTO CONTIENE SPOILERS

En 1993, Parque Jurásico (Spielberg) se convirtió en uno de los más grandes éxitos de taquilla en la historia. Fue una de esas películas que “cambiaron la forma de hacer cine” e inauguró una franquicia multimillonaria que, entrega con entrega, ha tratado de revivir la maravilla y el sentimiento de asombro de la primera película, fracasando miserablemente cada vez… aunque triunfando en recaudar carretadas de dinero en la taquilla, por lo que a quién le importa la calidad de las películas. En 2015, la franquicia fue rebooteada con Jurassic World (Trevorrow) que, a su vez, generó su propia trilogía. Según la engañosa publicidad, esta trilogía llega su “épica conclusión” con la película que ahora nos atañe: Jurassic World: Dominio. Excepto porque no lo hace.

    ¿Recuerdan que al final de la cinta anterior, Jurassic World: el reino caído (Bayona, 2018), los dinosaurios se esparcían por la Tierra, lo que anunciaba una serie de catástrofes en los ecosistemas y, básicamente, el colapso de la civilización? Bueno, pues olvídense de todo eso, que los guionistas de esta sexta entrega tiraron por la borda la línea argumental que habían planteado para hacer que la película se tratar de otra cosa. Otra cosa que, por cierto, ni siquiera son los dinosaurios.

    Luego de la ruina de InGen, BioSyn, su compañía rival, vive tiempos de bonanza gracias a sus productos transgénicos y se dio a la tarea de capturar a la mayoría de los dinosaurios fugitivos para llevarlos a un santuario aislado de los seres humanos en Europa (¿Cuál fue el punto de que los dinosaurios corrieran libres al final de la cinta anterior si en ésta de todos modos los iban a encerrar en un hábitat confinado?). Los rumores de un clon humano fugitivo también se han esparcido, por lo que Owen Grady (Chris Pratt), Claire Dearing (Bryce Dallas Howard, hija de Ron) y Maisie Lockwood (Isabella Sermon) viven como una atípica familia en una aislada cabaña en la Sierra Nevada. Pero, cuando una plaga de langostas mutantes ataca cultivos en EE.UU. y Maisie es secuestrada por un equipo de cazadores furtivos, Claire y Owen deberán unirse con Alan Grant (regresa Sam Neill, más por petición popular que por convicción) y Ellie Sattler (Laura Dern) para hacer chingos de fan service, infiltrarse en el santuario de BioSyn y descubrir la verdad.

    El problema con las películas de Jurassic Park, y subsecuentemente con las de Jurassic World, es que la premisa se agotó en la primera de ellas. La razón por la que aquella cinta funciona también es por la ciencia ficción. Jurassic Park es una película de ciencia ficción y es gracias a esto que pudo presentar la vieja premisa de la conflictiva interacción entre humanos y dinosaurios de una forma tan novedosa y verosímil como jamás antes se había presentado en la pantalla. Pero, una vez que hecho esto, no había mucho más a donde ir. Incluso la segunda novela de Michael Crichton, El mundo perdido (1995) palidece frente a la primera.

    Por eso, el resto de las películas de la franquicia son sólo películas de aventura y, de hecho, contradicen a la primera cinta. Como una peli de ciencia ficción, la primera Parque Jurásico se esforzaba por mostrar a los dinosaurios como lo que son: animales maravillosos que representan la fuerza incontrolable de la Naturaleza. El mismo Alan Grant lo dice en un diálogo de la película. En el resto de las entregas pareciera que se han esforzado cada vez más en convertir a los dinosaurios simplemente en monstruos… y cuando los ponen a pelear unos contra otros es peor, porque entonces no son particularmente diferentes a los kaijus.

    Bueno, pues en Jurassic World: Dominio pareciera que incluso los kaijus ya los aburrieron, porque en verdad que la trama no gira en torno a los dinosaurios; de hecho, en esta cinta, los lagartos terribles terminan siendo más bien un accidente. Ya ni siquiera hay híbridos inventados para ser los monstruos malos de la película, como en las dos entregas anteriores. De hecho, algo que me sorprendió de esta cinta fue la falta de dinosaurios. Parafraseando a Ian Malcolm en la primera peli: “¿En algún momento se podrán ver dinosaurios en su película de dinosaurios?”.  Eso sí, debo reconocerle a esta cinta uno de sus pocos méritos: que intenta volver a la ciencia ficción; incluso tomó prestadas algunas ideas de otra novela de Michael Crichton: Next (2006). Quizá habría funcionado en manos de realizadores más competentes; pero, así como quedó, parecieran dos películas distintas que se filmaron como una sola por falta de presupuesto.

    La cinta es excesivamente larga. Con casi dos horas y media de duración es la cinta más extensa de toda la franquicia. ¿Hay más escenas de acción? ¿Hay secuencias de dinosaurios más largas y complejas? ¡No! La primera media hora de la peli se les va en pura exposición y el segundo acto es lentísimo con toda esa subtrama de Alan y Ellie infiltrándose en la base de BioSyn que más bien parece sacada de una película de Star Wars… igual que esa parte en la que tienen que activar no sé qué madre para poderse escapar; que se parece sospechosamente a Obi-Wan apagando el rayo tractor de la Estrella de la Muerte.

    Lo que me lleva al personaje de Kayla Watts (DeWanda Wise). Creo que es genial, pero también creo que está completamente fuera de lugar. Desde su indumentaria hasta su profesión y su actitud hasta su nombre que es un juego de palabras, Kayla es una pobre imitación de un personaje de Star Wars.

    Muchos fans estaban emocionados por el regreso de los personajes de la primera película. Y sí, es interesante ver al elenco original reunido en la pantalla una vez más; pero sólo eso. Los guionistas de esta cinta son increíblemente torpes y los diálogos que escribieron para Grant, Sattler y Malcolm son horrendos. Sin razón alguna, Malcolm, el personaje favorito de Crichton, termina siendo un pelmazo que parece más una parodia del personaje original… ¡incluso el monólogo de Malcolm en Jurassic World: el reino caído está mucho mejor escrito que todo el personaje de esta película y duraba apenas un par de minutos!

    Asimismo, los personajes rompen enteramente con sus propias lógicas: después de lo sucedido en Parque Jurásico III (Johnston, 2001), resulta muy inverosímil que Alan Grant regrese a cualquier lugar en el que haya dinosaurios; Ian Malcolm ni de broma trabajaría para una empresa transnacional como BioSyn y Ellie Sattler se dedica a una rama de la ciencia que requiere de todo un campo de estudios distinto al que tenía en la primera cinta. También ¿cuándo fue que el Dr. Henry Wu (BD Wong) desarrolló una conciencia que le permitió redimirse al final?

    Lewis “Totally Not Steve Jobs” Dodgson es probablemente uno de los villanos más débiles que recuerdo en una película ¡Qué miedo, mira cómo golpea esa silla! Por cierto, en esta ocasión, Dodgson es interpretado por Campbell Scott y no por el actor original, Cameron Thor… ¡ambos actores ni siquiera tienen el mismo tipo físico! ¿Cuál es el punto de meter un personaje “legacy” en tu película si no va a ser interpretado por el actor original? Lo que es más, ¿cuál es el punto de meter un personaje completamente anodino tratando de que se vuelva importante de repente? ¿Y cómo fue que Dodgson recuperó la lata de Barbasol de Isla Nublar? ¡No tiene ningún sentido!  

    Y a los personajes de Jurassic World no les va mucho mejor. Quiero decir, ¿notaron que Owen no tiene ningún empacho en ver cómo dos dinosaurios torturan a un ser humano? ¿Qué clase de héroe es ése? Y luego está Maisie. Creí que la vuelta de tuerca del personaje de Maisie en Jurassic World: el reino caído era una de las cosas más estúpidas que se les habían ocurrido en la saga; pero, en esta película, hay una vuelta de tuerca sobre esa vuelta de tuerca que es completamente innecesaria e inverosímil pero que, no conforme con eso, contradice lo que pasó en las cinco películas anteriores haciendo mierda la línea del tiempo.

    Por no mencionar que básicamente todos los personajes son Mary Sues: son expertos del universo que habitan a los que todo les sale bien todo el tiempo y es difícil sentir que en algún momento se encuentren en peligro de verdad. ¿Se acuerdan cuando en estas películas había escenas impresionantes de dinosaurios matando gente?

    Como ya dije arriba, la falta de dinosaurios en esta cinta es abrumadora. Las pocas escenas que tienen, por lo general, son demasiado oscuras o son de esas escenas de acción filmadas con la molesta técnica de cámara en mano en la que todo se mueve y nada se puede ver claramente. Pronto se descubre por qué: cuando por fin podemos ver un dinosaurio claramente en pantalla, el CGI es horrible ¡todo se ve tan falso! La película usa la mayor cantidad de animatrónicos en toda la saga; pero de qué sirve si los retocan con un mal CGI.

    De hecho, todo el CGI de la película se ve torpe y descuidado. Quiero decir: ¿Notaron que los personajes no exhalan vaho aunque están en una montaña nevada? ¿O que el therizinosaurus no provoca ondas en la superficie del agua a pesar de estarle olisqueando encima?

    Al menos en esta película decidieron dejar fuera a los dinosaurios híbridos. El dinosaurio “villano” en esta ocasión es el Giganotosaurus con un diseño sumamente extraño que mezcla el tamaño y la forma del giganotosaurio con el cráneo del carcharodontosaurus y la característica giba del acrocanthosaurus. O sea, que sí es una especie de híbrido en cierto modo.

Asimismo, los realizadores no pudieron resistirse a la tentación de incluir una escena con dimetrodontes, que ni siquiera eran dinosaurios ‒de hecho, hay más separación temporal entre el Dimetrodon y el T. Rex que entre el T.Rex y el hombre‒ pero ¡ah, qué buenos juguetes hacen! Además, así pudieron hacer una referencia a la tarjeta coleccionable número 5, incluida con la figura de acción del dimetrodon fabricada por Kenner en 1993. En la ilustración de la tarjeta, Alan se iba de espaldas al encontrar un dimetrodon en una vereda en medio de la jungla.  

    Según parece, lo “jugueteable” (es un tecnicismo real de la mercadotecnia, lo juro) fue el mismo criterio por el cual se incluyó al therizinosaurus en esta cinta. Por cierto, nunca explican por qué es ciego. Dicho therizinosaurus participa en la increíblemente poco interesante pelea final… ¡lo que no tiene sentido desde el punto de vista del guión! ¿Querían fan service? La respuesta era obvia: el Tyrannosaurus rex y el Spinosaurus trabajan en equipo y vencen al Giganotosaurus.

    La película falla incluso al nivel técnico más elemental: tiene errores de continuidad, no sólo de contenido, sino que no hay continuidad entre un plano y otro o entre una toma y su reacción; los cortes a primeros planos repiten acciones, las miradas de los actores no coinciden en las escenas de diálogos e incluso se rompen ejes. Vamos, que son errores de edición y dirección que un estudiante de cine de segundo semestre no cometería.

    En conclusión, creí que Jurassic World: el reino caído era la peor película de la saga; pero claramente Jurassic World: dominio la supera. Es frustrante que se hayan tardado tanto en introducir a la franquicia cinematográfica elementos que son sumamente relevantes en las novelas originales, como BioSyn. También es frustrante que la película no sólo desaprovecha la línea argumental de las películas anteriores al grado de la contradicción; sino que desperdicia todos los elementos de que dispone, incluyendo al reparto original y la tecnología de punta en efectos especiales. La premisa para esta película era obvia: equipos de cazadores de InGen y BioSyn recorriendo el mundo en busca de los dinosaurios fugitivos; pero los realizadores decidieron irse por otro lado y Colin Trevorrow se enmuinó en sacarse la espinita de que escribió e iba a dirigir Star Wars: Duel of the Fates, proyecto rechazado que luego se convertiría en Star Wars: El ascenso de Skywalker (Abrams, 2019).

    Soy fan de la franquicia; pero esta película exige demasiado del espectador, demanda un nivel de fandom tóxico que ni siquiera yo tengo. La verdad, me costó trabajo terminarla y hubo una parte en la que me estaba durmiendo. Por desgracia, poderoso caballero es Don Dinero y, mientras estas porquerías sigan generando ingresos en taquilla, las van a seguir produciendo.

    ¿Saben qué creo que sería super interesante? Ver a un Tim Murphy adulto traumatizado por su experiencia en el primer parque luchando contra sus demonios internos. Incluso Joseph Mazzello, actor que interpretara a Tim, ha manifestado su interés por retomar al personaje… lo que tendría más sentido que el regreso de Alan, Ellie e Ian. ¡A la chingada, voy a escribir mi fanfic!

PARA LA TRIVIA: Trevorrow se siente particularmente orgulloso de, en sus propias palabras, “haber rescatado al personaje del Dr. Henry Wu de la oscuridad” y de la dirección que le dio. Sin embargo, la idea de Wu trabajando en nuevos experimentos de clonación de dinosaurios con motivos éticamente cuestionables apareció primero en la infame miniserie de comics Jurassic Park: Redemption, escrita por Bob Schreck, con “arte” de Nate Van Dyke y publicada en 2010 por IDW Publishing.

PARA LA TRIVIA GEEK: El giganotosaurio no es el dinosaurio carnívoro más grande conocido, ese reconocimiento sigue perteneciendo al tiranosaurio por un tecnicismo. Si bien es cierto que dinosaurios como el giganotosaurio y el carcharodontosaurio eran más largos y, probablemente, más altos que el T. Rex; éste era mucho más robusto, por lo que poseía más masa y, por lo tanto, era más “grande”.

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VIERNES 13 PARTE VIII: JASON INVADE MANHATTAN. No se preocupen, es sólo el nombre.

VIERNES 13 PARTE VIII: JASON INVADE MANHATTAN

Friday the 13th Part VIII: Jason Takes Manhattan

Rob Hedden, 1989

Llegados a este punto, ¿qué más podemos decir de las películas de la saga Viernes 13? Son malas; pero, por supuesto, eran muy redituables, por eso hicieron esta octava entrada. A pesar del cambio de locación prometido en el título y un poco arriesgado intento de cambio en la dinámica, la película no ofrece nada nuevo y ya ni siquiera es tan entretenida. En un sentido estricto, ésta es la última cinta de la saga original y la última realizada por Paramount Pictures antes de que los pobres resultados en taquilla de esta entrega los llevara a vender los derechos del personaje a New Line Cinema.

    En esta entrada de la gastada fórmula, un grupo de graduados del bachillerato renta un crucero –que es más bien un barco de carga adaptado– para realizar un viaje de Crystal Lake a Nueva York –lo cual es geográficamente imposible–. Por supuesto, no se tratará de un viaje de placer, pues además de que Charles McCulloch (Peter Mark Richman), el cuadrado director de la escuela, se la pasará jodiéndolos durante todo el camino, Jason Voorhees (el favorito de los fans, Kane Hodder) ha resucitado y aborda el barco en calidad de polizón para seguir con su pasatiempo favorito.

    Lo primero que salta a la vista, claro, es que estos chavos se han de haber graduado de la prepa como a los 25. De hecho, es muy chistoso que Tiffany Paulsen, quien interpreta a la porrista rubia y super bitch parece que se ve cada vez mayor en cada escena en la que sale. Jensen Daggett, quien interpreta a la protagonista, Rennie, hay que decirlo sí tenía 19 años al momento de la filmación.

    Como las cintas anteriores, ésta inicia con una recapitulación de las siete entradas anteriores, por si alguna de ellas estaba rentada en tu videoclub de confianza y porque la trama ha de ser bien pinche compleja, seguramente. Luego pasa a una de las escenas de sexo más tibias y autocensuradas de toda la franquicia –que es la más explícita de esta peli– y a la hilarante resurrección de Jason. El ancla de un yate en Crysal Lake troza un cable submarino de alta tensión y la corriente eléctrica devuelve la vida al malvado Voorhees.

    Y ésa es una de las escenas más coherentes de toda la película. Digo, tiene más sentido que Julius (Vincent Craig Dupree) tratando de matar a Jason con golpes de box en una azotea… y que Jason aplique la de Homero Simpson: deja que lo golpee hasta cansarse para después volarle la cabeza de un manotazo. Y, sin duda, tiene más sentido que toda la secuencia de la persecución a bordo de la patrulla, en la que Jason ¿se teletransporta? Porque parece que lo hace, pero nunca queda claro. También me intriga por qué tienen que hacer tarea en su viaje de graduación y por qué McCulloch los está fastidiando todo el maldito tiempo; pero, sobre todo, ¿cómo lograron meter un barco tan grande en Crystal Lake y cómo le hace éste para llegar a Nueva York?

    Otro misterio que se maneja en la cinta es el trauma que tiene Rennie con el agua y sus visiones de Jason niño (Tim Mirkovich) ahogándose; aunque quizá la cinta mantiene este misterio por demasiado tiempo para su propio bien. Para cuando se explica su causa y que McCulloch es aún más imbécil de lo que parecía, francamente ya a nadie le importa. Porque, dicho sea de paso, para ser una Final Girl, Rennie es bastante poco carismática. Tampoco queda muy claro qué relación hay exactamente entre Rennie y Sean (Scott Reeves). Quiero decir, sabemos que son novios… creo; pero nunca se portan realmente como tales.

    Es un hecho que nadie ve estas películas por las actuaciones y esto creo que ya lo he mencionado en todas las críticas de las siete películas anteriores, así que no veo el caso en volver sobre el punto.

    Aun cuando las actuaciones no fueran tan malas, el guión no le da mucho con qué trabajar a los actores. Los personajes si acaso están esbozados –¿para qué escribimos personajes si tenemos clichés?– y son poco interesantes. De hecho, son tan anodinos que hay una escena en la que aparece mágicamente un grupo de estudiantes que jamás antes habían aparecido en la cinta… sólo para desaparecer en la siguiente escena. Después inferimos que murieron todos ahogados… no es que importe, claro.

    Lo que nos lleva a uno de los puntos más decepcionantes de la cinta: es increíblemente tibia en todo. Las escenas de sexo son demasiado tímidas y, lo peor, los asesinatos son de lo más chafa. Hay pocas muertes explícitas en la película y las que sí se muestran son poco impactantes. Es una de esas películas en las que la gente no tiene sangre. Quizá la escena de muerte más interesante es la chica asesinada a guitarrazos, cuya muerte vemos desde su punto de vista. Me parece que el peor ofensor es la escena en la que Jason degüella al almirante Robertson (Warren Munson): es evidente que el efecto especial del maquillaje no funcionó en cámara –la sangre no brota de la herida cuando debería– y la solución fue ralentizar la toma en la edición. Se ve terrible.

    A este respecto, puedo decir que el maquillaje también es bastante deficiente. Kane Hodder es el intérprete de Jason favorito de los fans y su actuación en esta cinta es bastante decente; sin embargo, el maquillaje prostético que lo convierte en Voorhees se ve por demás barato. Si uno pone atención, se nota perfectamente dónde terminan los prostéticos en sus antebrazos y en una de las tomas finales, cuando Jason está tratando de subir por la escalera de la alcantarilla con la cara derretida por residuos tóxicos y le hacen un primer plano, se nota que más que prostéticos trae una máscara completa como de Halloween… y una mala, por cierto.

    De hecho, toda la película se ve bastante barata. Originalmente, el director y guionista Rob Hedden había escrito escenas que sucedían en el Madison Square Garden, el Puente de Brooklyn y el Edificio Empire State; pero, pues filmar en Nueva York es muy caro, por lo que los productores lo obligaron a reescribir la película para que la mayor parte de la historia transcurriera en el barco. Me dio mucha risa la escena en la que están en el Metro y se nota inmediatamente que no es el Metro de Nueva York. Por cierto, la mayoría de las escenas en callejones y azoteas fueron filmadas en Vancouver. Ah, pero eso sí, hay un par de tomas de stock en la Gran Manzana y la secuencia en Times Square… como para que no fuera uno a decir que no se fueron a NY a filmar.

    Por cierto, Hodder comentó alguna vez que la secuencia en Times Square fue una de las que más disfrutó filmar. La gente se apiñaba en las calles aledañas a la icónica locación en el centro de Manhattan para poder ver la filmación. Hodder nunca se quitó la máscara durante la filmación de estas escenas para no arruinar la ilusión e incluso, en los descansos entre tomas, continuaba en personaje y veía a los mirones fijamente de manera amenazadora. También se cuenta que, durante la filmación de las escenas de muertes, luego de que el director gritara “corte”, a Hodder le gustaba hacer bailecitos y payasadas para hacer reír a sus compañeros.

    SPOILER Aunque dudo que se hayan reído tanto como yo con el final, cuando Jason, cual si de Pinocho se tratase, ¡se convierte en un niño de verdad! En el guión original, el cuerpo de Jason era disuelto completamente por el ácido y su alma era liberada. TERMINA SPOILER Sin embargo, los productores decidieron cambiarlo para poder resucitar a Jason en una posible secuela.   

    Viernes 13 parte VIII: Jason invade Manhattan es, junto con Freddy vs Jason (Yu, 2003), la película más larga de toda la franquicia. También fue la cinta que menos dinero recaudó en taquilla. Hay algunas escenas divertidas en esta película; pero la verdad es que no es tan disfrutable y se vuelve aburrida por momentos. De hecho, la cinta fue tan decepcionante que Hedden se ha disculpado varias veces con los fans por ella y, a la larga, terminó desconociéndola. Lo que se sabe, por las entrevistas y audiocomentarios de la película, es que el reparto se la pasó genial durante la filmación e incluso se reunieron para ver un maratón de las siete películas anteriores la noche justo antes de iniciar la filmación… ¡Qué bueno que al menos ellos se divirtieron con esta madre!

PARA LA TRIVIA: Los actores también notaron el hueco en el guión en el que sería imposible que el barco, apropiadamente llamado “Lazarus”, llegara de Crystal Lake al Océano Atlántico. Ninguno de ellos mencionó nada al director porque estaban muy emocionados por aparecer en una película de la saga y decidieron pasarlo por alto.

Viernes 13

Viernes 13 parte II

Viernes 13 parte III

Viernes 13: el capítulo final

Viernes 13 parte V: un nuevo comienzo

Viernes 13 parte VI: Jason vive

Viernes 13 parte VII: sangre nueva

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DRAGÓN ROJO. Anthony Hopkins dice «adiós» a Hannibal Lecter.

DRAGÓN ROJO

Red Dragon

Brett Ratner, 2002

Aunque la novela Dragón Rojo, primera en la Trilogía de Hannibal Lecter escrita por Thomas Harris, ya había sido adaptada al cine en 1986 con la película Cacería humana (Mann), los productores decidieron hacer una nueva versión; ya fuera para completar la trilogía con Sir Anthony Hopkins en el papel de Lecter o porque la cinta original básicamente se hundió en la taquilla. En general, esta película es considerada la más débil de la trilogía original e inferior a Cacería humana, pero ¿realmente es así?

    La historia de esta película sucede antes de El silencio de los inocentes (Demme,1991), es decir, a mediados de los 80… aunque el diseño de producción parece esforzarse poco por hacerlo notar. El exagente especial del FBI Will Graham (Edward Norton en un papel que le va bastante bien, aunque antes fuera rechazado por Ethan Hawke y Paul Bettany) es traído de vuelta por el director de la División de Ciencias de la Conducta, Jack Crawford (Harvey Keitel) para que lo ayude a encontrar a un voraz asesino serial, apodado el Hada de los Dientes por la prensa, responsable por un abominable multihomicidio. Para desentrañar el caso, Graham recurrirá a otro asesino psicópata, uno que estuvo a punto de matarlo antes de ser encarcelado por él: el Dr. Hannibal Lecter (Anthony Hopkins quien, en el prólogo de la película, extendido de un pasaje que en el libro sólo se menciona, interpreta una increíblemente poco convincente versión más joven de sí mismo), quien bien podría ser mucho más peligroso que el Hada de los Dientes.

    Por supuesto, lo primero que salta a la vista en esta película es cómo la acomodaron para que encajara en el canon de las cintas anteriores ‒por ejemplo, el hecho de que Frankie Faison y Anthony Heald regresen para volver a interpretar a Barney y al Dr. Frederic Chilton, respectivamente‒ y para incluir más al personaje de Hannibal Lecter… probablemente, tratando de desquitar la lanota que Hopkins les ha de haber cobrado por hacer la peli. De hecho, es muy notoria la diferencia entre la novela y la película en cómo ésta se centra excesivamente en el psiquiatra. Por ejemplo, la única entrevista que tiene Graham con Lecter en el libro se divide en varias escenas insertadas a lo largo de la película. Otras escenas que no estaban en el texto de Harris fueron creadas para la peli y muchos diálogos de Lecter en la película en el libro originalmente eran del Dr. Alan Bloom, personaje que quedó fuera de la película.

    Lo segundo que me llamó la atención de esta película es que, de hecho, se esfuerza por ser una adaptación fiel de la novela. Por ejemplo, a diferencia de Cacería humana, esta película sí se atreve a mostrar la tortura infligida por Francis Dollarhyde (Ralph Fiennes) al reportero amarillista Freddy Lounds (el increíble Philip Seymour Hoffman en un papel para el que originalmente se había pensado en Jack Black). Anécdota curiosa: para esta escena Hoffman pidió que lo pegaran de verdad a la silla. Un ejercicio interesante en esta película es que se escenifican algunos pasajes que en la novela sólo se mencionan.

    Esto nos lleva a lo que me parece uno de los mayores aciertos de la cinta: la construcción del personaje de Dollarhyde. Algo que siempre me frustró de Cacería humana fue la falta de antecedentes para Dollarhyde. Siempre creí que el personaje aparecía demasiado tarde en la película y que, si bien la interpretación de Tom Noonan era excelente, se sentía que estaba desperdiciada con un personaje que era básicamente unidimensional.

    Dragón rojo corrige este fallo dándole suficiente backgraound al personaje de Dollarhyde que en esta ocasión es magistralmente interpretado por el británico Ralph Fiennes. También me gustó mucho que, en esta adaptación, Francis no vive en un retirado loft de diseñador, sino en la granja desvencijada que heredó de su abuela como en la novela.

Como lo explica el guionista y teórico cinematográfico Adam Rockoff:

«… Fiennes da un sentido de pathos al personaje que está ausente en el original. Ratner tiene extraordinario cuidado en recordarnos que Dolarhyde, como dice Graham, “no nació siendo un monstruo” sino que fue convertido en uno a través de años de abuso». (2015, p.134. T. del A.)

    Con todo, los pasajes de la familia adoptiva de Dollarhyde, que son parte de la clave de por qué se convirtió en un asesino serial, fueron dejados fuera. A final de cuentas, la adaptación más fiel a la novela de Francis Dollarhyde ha sido la interpretada por el actor Richard Armitage para la tercera temporada de la serie de TV Hannibal (2013-2015).

    El personaje de Dollarhyde está basado, al igual que los otros dos asesinos de la trilogía (Lecter y Buffalo Bill) en dos personas reales: por un lado, el infame asesino B.T.K. y, por otro, en Dykes Askew Simmons. Este homicida fue internado en el Penal de Topo Chico, en el estado de Nuevo León, por el asesinato de tres hermanos: dos mujeres y un hombre, jóvenes y atractivos los tres. Fue entonces cuando Harris viajó a México para entrevistar a Simmons y, en el mismo penal, conoció al Dr. Alonso Ballí Treviño, quien se convertiría en la inspiración para Hannibal Lecter (para un recuento más detallado de este encuentro, véase mi artículo sobre El silencio de los inocentes).

    Hablando de las interpretaciones, sucede algo muy extraño en esta película. El elenco está lleno de buenos actores y las actuaciones no son malas… pero tampoco me atrevería a decir que son precisamente buenas. Justo lo que me llama la atención es que las interpretaciones en esta película son terriblemente disparejas y ni quiera es algo que suceda entre los diferentes actores; sino que el mismo actor no mantiene el mismo nivel de calidad de una escena a otra.

    De esto puede inferirse uno de los grandes fallos de la cinta: la dirección. Mucho se ha descalificado a esta película por su director. Brett Ratner es mucho más conocido como director de películas de acción –malas la mayoría de ellas– y sus videoclips musicales que por su trabajo en thrillers psicológicos. Y, aunque no quisiera sumarme a la vox populi, la verdad es que la dirección de esta cinta sí es bastante torpe. Algunas escenas –como la pelea entre Graham y Lecter al inicio de la cinta, que sí se ve medio barata– no llegan al tono que deberían llegar.

     Otro aspecto interesante de la película es su fotografía y quizá lo más curioso en este rubro es que ésta corrió a cargo de Dante Spinotti, quien también se encargó de la fotografía de Cacería humana. Si bien Spinotti continúa con sus tomas de colores sobresaturados al estilo de los ochenta, en esta película se le ve un poco más de propuesta: usa tonos fríos y azules en la mayoría de las tomas que contrastan con los tonos cálidos y rojizos que usa en las escenas en las que Dollarhyde actúa como el Dragón Rojo. Empero, la fotografía resulta más bien fallida a nivel técnico en varias escenas.

Sobre estas decisiones, Rockoff comenta:    

«Si hay algo que Ratner no es, es estúpido, y estaba más que al tanto de que tanto los críticos como los fans estarían buscando sangre. Anticipando lo cual, dio una serie de astutos golpes preventivos con Dragón Rojo. El escritor Ted Tally, quien ganara el Oscar por El silencio…, fue traído para escribir. El cinematógrafo de Cacería humana, Dante Spinotti, regresó con una estética enteramente nueva…» (2015, p. 133. T del A.)

    Quizá uno de los más grandes aciertos de esta película sea la música. Compuesta por el recurrente colaborador de Tim Burton, Danny Elfman, la música de la cinta se aleja de los leit motivs y de todo aquello a lo que nos tiene acostumbrados el californiano, y trata de ser más atmosférica y sutil. Me parece que la partitura de Elfman verdaderamente otorga un valor agregado a la cinta y compensa, tan sólo en algunos momentos, la tibieza del tono.     

    Lo que sí odié de la película fue su complejo de “precuela”, pues Ted Tally, quien también escribiera el guión de El silencio de los inocentes, no pudo resistirse a la tentación de incluir un epílogo completamente innecesario que liga a esta película directamente con El silencio

     A pesar de todos sus fallos la verdad es que la película es entretenida y tiene muy buen ritmo. Es mucho más fiel a la novela de Harris que la versión anterior, aunque eso sí, se va rapidísimo para tratar de condensar un montón de información en poco tiempo. También, de las cuatro películas, creo que es la que tiene mejor cohesión narrativa después de El silencio… y creo que puedo decir que la disfruté mucho más que Cacería humana y, sin duda, más que Hannibal (Scott, 2001).

    Dragón rojo es una película competente, aunque sí le pesa la falta de habilidad de su director. Como cabría esperar, a esta película se le nota lo “comercial” y apenas si logra superar el estatus de mera ilustración del material fuente. Hay que decir, eso sí, que la novela es la más débil de la trilogía por razones obvias: el estilo de Harris aún no estaba tan depurado.

     A final de cuentas, siendo muy quisquilloso, creo que uno puede sólo ver El silencio de los inocentes y obviar las demás sin culpa… y de Hannibal: el origen del mal, novela que fue escrita por Harris bajo coerción de Dino de Laurentiis y que ni él mismo considera “canon”, mejor ni hablar.

PARA LA TRIVIA: Tanto Anthony Hopkins como Ralph Fiennes, Edward Norton y Phillip Seymour Hoffman rechazaron la oferta original para participar en esta película. Fue el regreso de Ted Tally, guionista de El silencio de los inocentes, lo que los convenció de participar.

PARA LA TRIVIA GEEK: El flautista que enfurece a Lecter con su mala interpretación es Benjamin Raspail, quien es servido en la cena al inicio de la película. En El silencio de los inocentes, Clarice Starling encuentra la cabeza de Raspail dentro de un frasco entre las pertenencias decomisadas a Lecter.

Bibliografía

Rockoff, A. (2015). The Horror of It All, Scribner, New York.

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SONÁMBULOS. La travesura de un fan casi basada en una novela de Stephen King.

SONÁMBULOS

Que cuando la transmitían en Canal 5 la titulaban Los mutantes y en video se llamaba La maldición de los sonámbulos; pero cuyo título original en inglés es Sleepwalkers.

Mick Garris, 1992

El cineasta californiano Michael Alan Garris, mejor conocido como Mick Garris, es uno de esos personajes de la industria hollywoodense que a uno le resulta difícil ubicar; pero que sin embargo siempre ha estado ahí. Me refiero a que es uno de esos artistas de los que uno revisa su filmografía y no puede evitar exclamar “¿A poco es de él?”. Empero, el estilo de este Maestro del Horror es plenamente identificable en guiones como el de La Mosca 2 (Walas,1989) o en la dirección de Critters 2 (1988) o la serie de televisión La mujer lobo de Londres (1990-1991)… al menos la primera temporada.

    También es conveniente, antes de comenzar a hablar de esta película, mencionar el Factor King. Muchos autores llegan a cierta etapa en sus carreras en la cual pueden vender cualquiera de sus obras simplemente utilizando sus nombres. El caso con Stephen King es que llegó a este punto demasiado rápido, tanto que resultó contraproducente.[1]

    Así pues, a pesar de lo que sugiere el poster, esta cinta no está basada en ninguna novela de Stephen King. El escritor nativo de Maine desarrolló el argumento de Los sonámbulos, pero le vio pocas posibilidades narrativas como novela y lo abandonó. Poco después, retomó el escrito y lo convirtió en un guión cinematográfico. Finalmente, todos los elementos se conjuntaron en una película cuyo gran mérito es ser un enorme e injustificado “Easter Egg” para los fobocinéfilos.

    El argumento cuenta la historia de Charles Brady (Brian Krause) y su madre Mary (Alice Krige), quienes acaban de mudarse al típico pueblito kingiano que ahora resulta estar situado en California, como para variar las cosas. Los incestuosos Brady son en realidad la última pareja de Sonámbulos, seres ancestrales mitad felino, mitad humano que se mantienen vivos eternamente robando la energía vital de muchachas vírgenes ‒¿Qué tendrá King con los gatos como ladrones de energía? ¿Recuerdan que en la película El ojo del gato (Teague, 1985) también maneja este concepto?‒. Charles ha puesto los ojos en su nueva víctima, la inocente Tanya Robertson (la guapa Mädchen Amick, cuyo trabajo es mejor recordado como actriz televisiva) con el único inconveniente de que corre el riesgo de enamorarse de ella. ¡Ah, por cierto! Los Sonámbulos son indestructibles, sólo vulnerables al ataque de sus acérrimos enemigos ancestrales: los gatos domésticos.  

    No sé por qué Jim Whaley de Cinema Showcase, cuya crítica citaron en la portada del DVD, se refiere a esta película como “aterradora”. Es “terrible”, eso no lo dudo, pero no recuerdo un solo minuto de ella que me haya provocado algo parecido al terror. En un par de escenas me reí como energúmeno, no lo niego; pero, por lo demás, recuerdo que la vi por primera vez cuando tenía diez años y en ese entonces me pareció sosa y sin chiste.

    Sin embargo, mi percepción de ella ha cambiado con el pasar del tiempo. Ahora me parece hilarante.

    Sobre todo recuerdo esa escena casi al final de la película cuando Mary, la madre sonámbula, secuestra a Tanya, mata a varios policías y se hace con el revólver de uno de ellos para luego dispararlo en contra de un par de patrullas ¡que vuelan por los aires en medio de enormes bolas de fuego! ¿Qué tenían las balas de ese revólver? ¿Napalm?

    O justo antes de esa escena, cuando Tanya se está dando un baño en la tina y se niega a salir hasta que llegue el sheriff del pueblo llegue con el gato de la policía… ¿Es el único puto gato en el pueblo? ¿No pudo abrir una lata de Whiskas en su puerta? ¿Por qué un patrullero tiene un gato mascota al que lleva en sus misiones?

    Los sonámbulos resultan personajes bastante simplones y desabridos, excepto por Charley cuando está a medio transformar, que goza de un humor negro y rapaz perfectamente copiado del Freddy Krueger de las últimas tres entregas de la saga original de Pesadilla en la calle del Infierno (1984-1991), en las que parecía que debía forzosamente terminar cada frase con la palabra “bitch!”.

    Las creaturas que dan título a la cinta cuando están completamente transformadas son increíblemente poco convincentes. Es de verdad triste ‒o muy cómico, depende de qué ángulo se le vea‒ cuando en una película de monstruos el monstruo principal no funciona. En el caso de esta cinta, los monstruos parecen fetos de gato con escamas y durante todo el tiempo sufren del terrible efecto “Guy in a rubber suit” (el tipo en el traje de goma). Incluso se ve que a los actores les resultaba difícil caminar con las máscaras tan pesadas que llevaban.

    Ahora, debo confesar que la razón por la que sentí ganas de volver a ver esta peli, fue porque precisamente en la revista HorrorHound mencionaron que era una especie de travesurilla para los fans del cine de horror debido a la cantidad enorme de cameos que había en ella. Por supuesto, cuando estaba en cuarto o quinto de primaria y vi esta madre, los pasé todos por alto; pero ahora sí puedo mencionar que el principal atractivo de esta película es el contar con todo un desfile de celebridades.

    Ahora sí puedo decir con conocimiento de causa que en esta película vi cameos de Tobe Hooper como un forense de campo, John Landis, Clive Barker y Joe Dante como laboratoristas forenses, Mark Hamill como un oficial de policía y el mismísimo Stephen King como el cuidador de un antiguo cementerio. Anécdota curiosa, esta película es la única ocasión en la que Stephen King y Clive Barker han aparecido simultáneamente en pantalla.

    Así pues, el resultado final es una película bastante inconsistente. Con momentos de horror que más bien dan risa, momentos de acción que son mucho más hilarantes y momentos cómicos que la verdad dan un poco de pena.

    También es interesante ver cómo han envejecido los efectos especiales que en aquella época eran lo último de lo último. Hay varias escenas en las que se hacen “morphings” con animación por computadora, que en aquel entonces eran efectos de última generación, y hoy día los puedes hacer en tu teléfono celular. Y en aquella época no se veían mucho más convincentes que ahora.

    Un elemento que sí me gusta mucho de esta cinta es la música. Quiero decir, ¿en qué otra época una canción de Enya se hubiera considerado cool para ser tema de una película de terror? Bueno, la realidad es que Mick Garris tampoco estaba muy convencido; pero Sony Music estaba empeñado en hacer promoción transmedia y Boadicea fue la única canción de todo el repertorio que la disquera le proporcionó que le pareció que iba acorde con el tono de la película. El resultado es muy interesante, la hipnótica melodía de Enya le da a la cinta un carácter muy particular.

    Como sea, Sonámbulos es un caso   de una idea que quizá, tal vez quizá, pudo funcionar… Finalmente es un fusil de la primera parte de Beowulf pero con creaturas como vampiros y un toque de La marca de la pantera (1942). Eso sí, la película no es un completo desperdicio porque salen muchos gatos, incluido uno de esos simpatiquísimos gatos gordos casi al final. Además, tengo que admitir que la disfruto mucho porque me hace reír.

PARA LA TRIVIA: Tanto Mick Garris como Mädchen Amick son, de hecho, alérgicos a los gatos. Amick ocultó este hecho hasta que el rodaje había iniciado.

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[1] Anécdota curiosa: desde finales de los setenta y hasta mediados de los ochenta, King publicó varias novelas bajo el pseudónimo de Richard Bachman; esto lo hizo por consejo de su agente, quien notó una baja en la venta de los libros de King porque estaba saturando el mercado.

HANNIBAL. ¿Por qué Jodie Foster no regresó para la secuela que ella misma luchó por protagonizar?

HANNIBAL

Ridley Scott, 2001

Luego del tremendo éxito de El silencio de los inocentes (Demme, 1991), el mundo tuvo que esperar diez años, el tiempo que se tardó Thomas Harris en escribir el último libro de la Trilogía de Hannibal, para una secuela. ¿Valió la pena la espera? Por desgracia, debo decir que no, no del todo. Como muchas de las películas de Ridley Scott producidas en este siglo, uno puede ver el potencial en ellas pero, a final de cuentas, la experiencia que tanto prometía al principio termina siendo decepcionante.

    En esta última entrada, se cuenta cómo Clarice Starling (ahora interpretada por Julianne Moore) cae de la gracia del FBI después de la mala publicidad que recibe un operativo fallido de la agencia gubernamental para atrapar a la lideresa de un cártel de narcotraficantes. Mientras tanto, en Italia, el inspector Rinaldo Pazzi (Giancarlo Giannini, ¿quién si no?) cree haber encontrado al elusivo Hannibal Lecter (Anthony Hopkins en el papel que lo convirtió en leyenda), quien desapareciera luego de escapar de Memphis y por quien un antiguo paciente, el magnate Mason Verger (el camaleónico Gary Oldman en un camaleónico papel), está ofreciendo una cuantiosa recompensa. Luego de diez años de silencio, Starling comienza a recibir mensajes de Lecter. Cuando el mundo de la agente del FBI y del psiquiatra caníbal se tambalea y el círculo de perseguidores alrededor de ellos se va estrechando, ¿quién necesita más a quién?

    Me gustó mucho la novela de Thomas Harris, aunque a nivel literario se siente un tanto dispareja. Por un lado, está este complejo conglomerado de historias que se nota que fueron ideas independientes para una secuela de El silencio de los corderos que Thomas Harris integró en un solo argumento. Pero, por otro, se nota la evolución en el estilo del autor. Si bien la narración tiende a perder cohesión por momentos, ésta se va estilizando cada vez más en un lirismo virtuoso que, a final de cuentas, es un reflejo de la psique del personaje de Hannibal Lecter. De una forma casi metadiegética, la novela de Hannibal se convierte en Hannibal y la narración adopta sus manierismos y excentricidades. En los últimos capítulos, el lector se siente como si estuviera dentro de la mente de Lecter y se encuentra ante una obra hermosa a la vez que macabra y perversa. La película logra transmitir este ejercicio alegórico… por momentos.

    Los dos primeros actos de la película son una adaptación más o menos fiel del texto de Harris, si bien varias subtramas quedaron fuera y el orden de algunos eventos fue alterado para agilizar la narrativa. El tercer acto es el que más se aleja de la fuente, principalmente por cuestiones de dramatismo. Es interesante que el complot al interior del FBI para destituir a Starling es mucho menos malicioso en la película que en la novela. Del mismo modo, hay elementos clave del libro que están completamente ausentes, como los personajes de Margot Verger, hermana y víctima de Mason, y Ardelia Mapp, roomie de Starling, quien sí apareció en El silencio… o la polidactilia de Lecter, entre otros.

    Anécdota curiosa: varias escenas de la subtrama sobre el pasado de Pazzi, su captura del asesino serial conocido como Il Mostro y el involucramiento de Lecter en el caso, que son una extensa parte de la novela, fueron filmadas pero quedaron fuera del corte final de la película, pues los productores pensaron que complicaban la trama innecesariamente.

    El problema es que el guión de esta cinta no encuentra con qué sustituirlo: SPOILER a falta de Margot, la muerte de Verger ocurre a manos del Dr. Cordell (Zeljko Ivanek), lo que se siente completamente fuera de lugar y gratuito. Cordell no tiene ninguna motivación para matar a Verger más allá de un par de veces que le contesta feo, y se siente como un recurso añadido al guión sólo porque tenían que resolver ese conflicto TERMINA SPOILER.

    Del mismo modo, en la novela todo el asunto de la radiografía del brazo de Lecter es fundamental, pues su polidactilia es la pieza clave para dar con su paradero. Sin embargo, como nunca se planteó que Hannibal tuviera seis dedos en las películas anteriores, no había que ponerlo en ésta; pero eso creó un hueco en el guión porque nunca queda claro cómo es que supieron que la radiografía era de Hannibal Lecter.

    En cuanto Harris terminó de escribir la novela, le mandó copias a Jonathan Demme, director de El silencio…, Jodie Foster, quien interpretara a Starling y quien había presionado durante casi una década para hacer la secuela, y Anthony Hopkins para que le dieran el visto bueno. Las reacciones fueron variadas y resultaron en un largo proceso de reescrituras del guión de la película que demoró su fecha de inicio de filmación.

    De entrada, Demme y el guionista Ted Tally manifestaron su negativa de participar en la película. Ambos consideraron que la novela era demasiado retorcida, macabra y sangrienta. Fue entonces que el dramaturgo y escritor David Mamet fue comisionado para escribir el guión de la película; pero, luego de quince tratamientos, su texto fue desechado y completamente reescrito en tan sólo seis semanas por Steven Zillian, guionista de La lista de Schindler (Spielberg, 1993).

    En algún momento se pensó en David Fincher para dirigir la cinta; pero el director no estaba interesado en el proyecto. Así pues, Dino de Laurentiis fue a visitar a Ridley Scott mientras se encontraba en Roma en la filmación de Gladiador (Scott, 2000) y le ofreció la dirección de Hannibal. Scott pensó que se trataba de otro drama histórico ambientado en la antigua Roma, esta vez sobre el estadista y general cartaginés, y rechazó el proyecto. De Laurentiis completó entonces, especificando que se trataba de Hannibal “Lecter” y el director británico aceptó de inmediato. Empero, luego de leer la novela de Harris en tan sólo un par de días, contactó al autor y le preguntó si tenía mucho problema con que cambiaran el final, a lo que Harris contestó que no. A Scott el final de la novela le parecía completamente inverosímil y se empeñó en cambiarlo.

    Quien tampoco estuvo de acuerdo con el final de la historia ni con lo sórdido del texto fue Jodie Foster. La actriz zanjó distancia de la producción casi desde un inicio y ninguna cantidad de dinero o regalías que le fueron ofrecidas para volver a interpretar el papel la hizo cambiar de opinión. Irónicamente, Foster mostró incluso más perseverancia en su negativa de volver a interpretar a Starling que la que mostró cuando quería obtener el papel la primera vez. Foster llevaba años, prácticamente desde que terminó de filmar la primera cinta, haciendo campaña para que se produjera la secuela.

    En opinión de Foster, el texto de Harris traicionaba al personaje de Starling a quien ella había aprendido a ver como una persona real. Una a la que no le gustaría ver que le pasara lo que le sucede a Clarice en la novela. La actriz igualmente se sintió incómoda con el tono perturbador y retorcido del texto de Harris. Luego de que todas las negociaciones fracasaran, la producción le pidió a Foster que recomendara a alguna actriz para que la sustituyera. Foster recomendó a Claire Danes, a quien había dirigido en Home for the Holidays (1995); sin embargo, los realizadores no creyeron que Danes tuviera el perfil para interpretar a Starling.

    Así pues, la búsqueda por una nueva Clarice Starling comenzó y la primera opción de la producción fue más que obvia: Gillian Anderson. La actriz británico-estadounidense había dado muestras de su calidad histriónica y había alcanzado notoriedad internacional gracias a su interpretación de la agente especial del FBI Dana Scully en la popular serie de televisión Los expedientes X (1993-2018). Además, cumplía perfectamente con el perfil, pues las similitudes entre Starling y Scully son más que evidentes. Por desgracia, pronto se supo que la producción de Los expedientes X, que continuaba filmándose, había incluido una cláusula en el contrato de Anderson que le prohibía interpretar a cualquier personaje que fuera una agente del FBI mientras siguiera actuando en la serie.

    Afortunadamente, años después, Anderson participó en la serie de TV Hannibal (2013-2015), que adaptaba las novelas de Harris. En esta serie interpretó a la Dra. Bedelia De Maurier, psicoterapeuta de Lecter, quien termina cumpliendo con el arco de personaje que originalmente le pertenecía a Starling.

    La búsqueda continuaba y prácticamente todas las actrices de alto perfil de Hollywood fueron consideradas para el papel. Entre una muy larga lista de intérpretes, sobresalen los nombres de Kate Blanchett, Helen Hunt, Gwineth Paltrow, Brooke Shields, Hillary Swank, Callista Flockhart, Sarah Jessica Parker, Bridget Fonda y Jennifer Jason Leigh.

    Finalmente, fue el mismo Anthony Hopkins quien sugirió a Julianne Moore, con quien el británico compartiera créditos en Sobreviviendo a Picasso (Ivory, 1996), para interpretar a Starling. Según se sabe, Hopkins estaba furioso porque ni Foster ni Demme regresarían para la secuela y él mismo comenzó a reconsiderar su participación. De hecho, la producción ya había considerado a John Malkovich o a Tim Roth para interpretar a Lecter en caso de que Hopkins abandonara el proyecto ‒curiosamente, no pensaron en Brian Cox‒; pero los veinte millones de dólares que le ofrecieron a Sir Anthony por la película fueron suficientes para acallar sus inquietudes.

    A final de cuentas, la interpretación de Moore es más que sólida; pero Foster había dejado un estándar demasiado alto. De hecho, me sucede algo curioso con esta Clarice Starling: sí le creo a Moore que ella sea Clarice Starling en el momento en que sucede Hannibal; pero no puedo creer que sea la misma Clarice Starling de El silencio de los inocentes. Del mismo modo, creo que Hopkins está excelente como Lecter y se ve que aprovecha su tiempo en pantalla para desarrollar al personaje; pero nunca alcanza los momentos de genialidad de su interpretación anterior.    

    Quizá una de las razones por las que esta película no funciona también es porque el principal hilo conductor de la cinta anterior se encuentra ausente: la interacción entre Starling y Lecter es mínima y superficial. En la novela, su relación es mucho más profunda; pero justo fueron esos los pasajes que tanto escandalizaron a los realizadores y que dejaron fuera de la cinta. Del mismo modo, los dos conflictos principales de los personajes en El silencio… han desaparecido: Lecter ya no está encerrado y Starling ya no es vulnerable; sin embargo, la película no es lo suficientemente hábil como para dejar claros los nuevos conflictos.

    También me parece que el personaje de Mason Verger se siente un tanto desperdiciado. Originalmente, este rol fue ofrecido a Christopher Reeve, quien lo rechazó porque no se sentía cómodo interpretando a un abusador de niños ‒aspecto del personaje que, de hecho, también quedó fuera de la película‒. El maquillaje que completa la inquietante caracterización de Sir Gary Oldman es simplemente espectacular. Diseñado, confeccionado y aplicado por Greg Canom, quien ya antes hubiera maquillado a Oldman para convertirlo en el Rey de los Vampiros en Drácula, de Bram Stoker (Coppola, 1992), el diseño del rostro de Verger se inspiró en un feto. Por cierto que, durante la filmación, la producción trató de mantener el misterio sobre quién era el actor debajo de los prostéticos, de tal forma que sólo Scott y Hopkins sabían que se trataba de Oldman. El crew sólo podía especular y la mayoría sospechaba que se trataba de Jared Leto. De hecho, en la versión de la película estrenada en cines, el nombre de Oldman no aparece en los créditos.

    La dirección está bien, a secas. Me gusta, eso sí, cómo Scott logra transmitir parte del tono de la novela… aunque también hay una gran parte en la que se nota que el director británico estaba trabajando con un texto que le parecía poco interesante. Donde creo que sí se luce es en la secuencia del tiroteo en el mercado.

    Con el apoyo del director de fotografía John Mathieson, con quien Scott trabajara en Gladiador (2000) y Cruzada (2005), la película muestra el punto de vista de Hannibal, nos mete a la mente de Hannibal; la película es Hannibal. Además de los temas visuales recurrentes de Scott, como las tomas a contraluz y los flares deliberados, la película apunta a un cierto lirismo visual y utiliza tomas y movimientos de cámara innecesariamente elegantes y caprichosos… casi barrocos. En las escenas que se centran Enel Dr. Lecter, la iluminación es expresionista, tratando de exteriorizar en el medio ambiente la psique del personaje.

    La música, compuesta principalmente por Hans Zimmer, es particularmente atmosférica y se preocupa más por crear un ambiente y por guiar emocionalmente al espectador. Sin embargo, aunque funciona en algunas escenas, por alguna razón se siente extrañamente fuera de lugar durante la mayor parte de la película. De hecho, creo que este soundtrack lo disfruto más sólo escuchándolo que como parte de la película.  

    Al igual que la novela en la que se basa, Hannibal es mucho más violenta y explícita que su predecesora. De hecho, muchos críticos de la época la calificaron de “repulsiva” o “asquerosa”. La cinta tiene varias escenas que pueden sin problemas clasificarse como gore que están muy bien logradas y son bastante efectivas… y luego está el final SPOILER en el que Hannibal corta un pedazo del cerebro de Paul Krender, director adjunto del FBI interpretado por Ray Liotta sólo porque coincidía con Ridley Scott en el gimnasio y le pidió el chance, aún vivo y lo prepara frente a él para la cena. Esta escena es simplemente extraña y me causa repelús, aunque no creo que en la forma en la que se planeó. Mientras que en el libro la escena tiene un tono apoteósico y poético, pues se trata del momento en el que Clarice Starling define su transición al “lado oscuro”, en la película la secuencia es grotesca con un piecito en el horror y otro muy puesto en la comedia, en parte gracias a los infortunados efectos especiales usados para crear el cerebro de Krender. TERMINA SPOILER

    Lo cual nos lleva a lo que creo que es lo peor de la película: el final. La verdad es que el tercer acto de la cinta no sólo se cae, sino que se precipita al abismo y todo lo que esta peli construyó anteriormente se va por el caño. SPOILER En el controvertido final de la novela, Starling y Lecter terminan juntos y algo así como “felices para siempre”. TERMINA SPOILER Éste era el final original que se había escrito para la película; pero los realizadores no estaban muy seguros sobre si funcionaría. De tal suerte, se filmaron tres finales diferentes: el de la novela, uno propuesto por Dino de Laurentiis y el propuesto por Ridley Scott, quien señaló que los últimos pasajes del libro le parecían sacados de una novela de vampiros. El final que se quedó en la película fue el de Scott, que no podría ser más decepcionante, pues es complaciente, condescendiente y poco arriesgado… además de que le da al traste a la progresión del personaje de Starling, pues termina prácticamente igual que como comenzó la película.      

    Por un lado, el guión es bastante blando y está lleno de huecos y situaciones que se resuelven sin razón aparente sólo porque la historia tiene que avanzar, además de que la dirección es poco comprometida. Digo, no es particularmente mala; pero se siente que Scott sólo estaba cumpliendo con la chamba: la narrativa es poco interesante, el tono es disparejo, siendo fiel al de la novela a ratos y estando apenas dibujado en otros, y la puesta en escena es más bien perezosa.         

    Al final del día, Hannibal no pudo estar a la altura de su predecesora. No es una mala película, pero tampoco es particularmente buena y está mucho muy lejos de tener la calidad de El silencio de los inocentes. De hecho, funcionaría mucho mejor si uno la ve de manera independiente; sólo que, por desgracia, los personajes entonces resultan bien interpretados pero superficiales en su escritura. ¿Habría sido diferente si Foster y Demme hubieran regresado para esta secuela? Es probable, pero no es el único motivo al que puede achacársele la calidad de la cinta. ¿Hubiera sido una mejor película si se hubiera usado el guión de Mamet o si se hubiese respetado el tono de la novela? Puede ser. A final de cuentas, creo que el mayor fallo de Hannibal no es su incapacidad de llegar al nivel de su predecesora, sino su incapacidad de llegar al nivel que ella misma plantea: la primera mitad de la película es muy buena y, a partir de ahí, todo se va cuesta abajo, concluyendo en un final decepcionante, fácil y carente de toda tensión o conflicto.

PARA LA TRIVIA: Anthony Hopkins escribió un guión para una secuela de esta cinta titulado Hannibal Ends, al final del cual Clarice Starling mataba al psiquiatra antropófago. El guión nunca fue utilizado.

PARA LA TRIVIA GEEK: El actor Frankie Faison participó en cuatro de las cinco películas de la franquicia. En Cacería humana interpretó (Mann, 1986) al Tte. Fisk, mientras que en las otras tres a Barney, el celador de Hannibal Lecter en el Hospital Psiquiátrico de Baltimore.

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CIUDADELA. Algunas de sus escenas son en verdad aterradoras.

CIUDADELA

Citadel

Ciarán Foy, 2012

Me enteré de esta película por una entrevista que le hicieron al director en una revista especializada. Al principio, con el afán de no revelar demasiados detalles sobre su obra, Foy  me hizo creer que la cinta era una especie de reinterpretación de la clásica Repulsión (1965) de Roman Polanski; pero después me enteré de que se trataba de algo más. Todo el primer acto de la película es, en efecto, muy similar a la obra del polaco; pero después toma una dirección completamente distinta.

    La película cuenta la historia de Tommy Cowley (Aneurin Barnard), quien vive en un deteriorado edificio de departamentos en una zona marginada de Edimburgo conocida como Edenstown. Cierto día, su esposa embarazada es brutalmente atacada por una pandilla de adolescentes (o niños ferales, según parece) que la deja en estado de coma para morir meses más tarde. Tommy queda solo con su pequeña bebé; se muda a una casa en planta baja, cerca del edificio donde vivía antes… y desarrolla un terrible caso de agorafobia.

    Justo cuando el tratamiento para su condición parece estar dando resultado, la pandilla de adolescentes vuelve, comienza a hacer incursiones en su casa y a perseguirlo para robarle a su bebé. Pero ¿se trata de una amenaza real o es todo producto de su imaginación? Cuando Tommy  es contactado por un sacerdote medio loco que ha perdido la fe y se ha convertido en una especie de cazador de monstruos, descubre que los niños pandilleros no son lo que creía y que el edificio de departamentos en el que antes vivía se ha convertido en una ciudadela en la que se crían cosas peores que delincuentes juveniles. Y Tommy tendrá que realizar una excursión suicida al interior de la ciudadela para rescatar a su hijita.

    Debo comenzar a criticar esta cinta con un elogio: Tenía un tiempo que una película de terror no me asustaba de verdad. Y no me refiero a esos espantitos de brincar del asiento, botar las palomitas y después reírte por brincar del asiento y botar las palomitas, no. Me refiero a ese miedo que te mantiene pegado al asiento y con la espalda erizada; de ese miedo con el que no quieres ver la pantalla, pero no puedes apartar la vista de ella.

     El ritmo de toda la cinta es lento; pero eso sólo hace que las pocas y breves secuencias rápidas que aparecen se destaquen más y se vean más brutales. El ritmo lento, casi melancólico, y los filtros azules y grises que utilizaron para la fotografía crean una atmósfera de desolación y abandono que también se ve reflejada en los edificios, en la ropa de los personajes y, sobre todo, en la personalidad de Tommy.

    Y creo que ésta es la columna vertebral sobre la que se yergue esta película. La actuación de Barnard es espectacular ‒¿Es mi imaginación o el tipo es increíblemente parecido a Elijah Wood?‒. La mitad de la película son primeros planos suyos, pero cómo saben usarlos. La actuación contenida y la propuesta narrativa del director se combinan de modo genial para crear imágenes ominosas que le ponen a uno los pelos de punta.

    Ahora, debo decirlo, la película decae. Mientras el primer acto es una historia maravillosa de soledad, aislamiento y desasosiego; de monstruos que están, pero no se ven más que en el reflejo de los utensilios de cocina o entre las sombras de las cortinas, la historia de un hombre luchando contra un entorno que antes le era cotidiano y ahora le resulta hostil, el resto se vuelve condescendiente.

    El segundo acto deja de lado la ambigüedad que tan bien manejó el primero y confía su narrativa a una vuelta de tuerca que no me parece tan exitosa. Por lo menos, no a nivel argumental; porque ya en la realización resulta ser bastante efectiva. Me refiero a que las criaturas resultan aterradoras. Aterradoras en verdad, pero no sé si me gustó que la historia tomara ese rumbo, me pareció.

A partir de aquí, el texto contiene spoilers.

    Quizá sea el hecho de que nunca se les pueden ver los rostros, quizá sea que sus chillidos son increíblemente parecidos a llantos de bebé o quizá sean sus ojos reflectantes. O tal vez simplemente es el hecho de que sean tan parecidos a niños de la calle, comunes y corrientes, que podrían prosperar perfectamente en nuestra sociedad sin que nadie se diera cuenta de ello.

    El tercer acto es un tanto decepcionante. Esta cinta, que había sido sobria e inteligente, se deja llevar por los excesos y los clichés del melodrama de horror, y se convierte un poco en una copia de cualquier película de cazadores de vampiros. Incluso por momentos llega a parecerse a algo de Hammer.

    Así pues, esta película comienza siendo arriesgada y propositiva; pero conforme va avanzando, el género la va “domando”. A final de cuentas, es una buena película que sí logra helarle la sangre a uno y que, al terminar de verla y quedarse a oscuras en su sala o habitación, voltee por sobre su hombro.

    La otra parte que me pareció muy interesante de esta película es su contexto. Las películas de terror son siempre interesantes y por demás oportunos termómetros sociales que retratan los miedos e inquietudes de una determinada población en un determinado momento de su historia. Los monstruos radiactivos de los sesenta manifestaban el terror que el mundo le tenía a la Era Nuclear, los niños diabólicos y sectas expresaban la inquietud de los EE.UU. ante los cultos y comunas, y en los ochenta los slashers conmemoraban la acuñación del término “asesino serial”, por citar algunos ejemplos.

    En este mismo tren de pensamiento, enlazo Ciudadela con Silencio en el lago (Watkins, 2008), otra película británica en la que una joven pareja es acechada durante su fin de semana en el bosque por una pandilla de adolescentes sádicos. Así que ¿qué está pasando con las juventudes británicas? ¿Qué están haciendo los adolescentes del Reino Unido que tiene aterrados a sus padres? Supongo que, finalmente, hay que tenerle miedo a los herederos del punk.

PARA LA TRIVIA: La película es un tanto autobiográfica. Ciarán Foy fue atacado por una pandilla de niños cuando tenía dieciocho años, incidente que le provocó una agorafobia que no fue capaz de vencer hasta los veintitantos.

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