GINGER SNAPS: un clásico del terror adolescente

FEROZ

Ginger Snaps

John Fawcett, 2000

Esta película de culto canadiense no decepciona en absoluto. Es ácida, sangrienta y sexy, y como todas las buenas películas de horror, es una metáfora de un miedo mucho más profundo y mucho más inmediato.

    Las hermanas Fitzgerald, Ginger (la ya icónica Katharine Isabelle) y Brigitte (Emily Perkins), son un par de adolescentes inadaptadas y antisociales con gusto por lo macabro y lo sangriento, cuyas aburridas existencias discurren en un típico (por lo menos en las películas) suburbio norteamericano. Sus peculiares aficiones son incomprendidas igualmente por sus compañeros de clase y profesores, y las hermanas no pueden sino refugiarse una en la otra. Una noche de luna llena, cuando planeaban jugarle una broma siniestra a una compañera de la escuela, y que coincide con la noche de la primera regla de Ginger, ésta es atacada por un hombre lobo. A los cambios producidos por las hormonas se sumarán otros, causados por la maldición del licántropo.

     Aunque esta propuesta retoma muchos lugares comunes y situaciones típicas de películas de hombres lobo, lo hace con una mirada irreverente y con un delicioso mal gusto. Un guión interesante, acompañado de una edición dinámica y de una dirección eficiente y propositiva, dan como resultado una cinta con un tono explosivo y mordaz, que se mueve cómodamente entre el horror visceral y la comedia negra.

    Son también destacables las actuaciones de las jóvenes protagonistas que, ayudadas por un casting casi ideal, interpretan a sus personajes de forma tan convincente que uno logra olvidarse de que se trata de actrices. Para cerrar este conjunto, en el papel de Pamela Fitzgerald, madre de las perturbadas muchachas, tenemos a la siempre excelente Mimi Rogers.

     La multifacética y experimentada actriz se siente en su elemento interpretando a una madre clasemediera que busca ser comprensiva y “buena onda” con sus hijas, única satisfacción que puede ya obtener de  su decadente matrimonio. Finalmente, el amor de Pamela por sus hijas la llevará a considerar las soluciones más heterodoxas para ayudarlas a salir adelante ante la crisis que se desencadena cuando Ginger asesina a una de sus víctimas.    

    Algo que me llamó la atención de esta película es que, retomando mucho de películas como La mosca (Cronenberg, 1986), la transformación de Ginger en un licántropo hambriento de carne humana no se da en una sola noche de luna llena. Por el contrario, es una transformación paulatina que dura alrededor de un mes y que, como en la obra maestra de Cronenberg ya citada, no sólo representa un cambio físico, sino toda una metamorfosis psicológica. Así, la chica blanco de las burlas de sus compañeros termina convirtiéndose en una agresiva depredadora sexual.

    En el apartado de los efectos especiales la cinta no ganará premio alguno. Los efectos de maquillaje son, en general, bastante malos. Se nota a leguas dónde comienzan los prostéticos y que usaron plastas de base para taparlos.

    ¿Recuerdan que en alguna crítica anterior me preguntaba por qué en las películas las mujeres lobo no aparecían con senos? Bueno, en esta cinta sí lo hacen… Y se ven terribles. No porque el diseño o el concepto sean malos, sino porque el maquillaje es de una realización en verdad pobre. En general, casi todos los efectos de maquillaje de Ginger son apenas cumplidores.

    No obstante, los efectos de sangre y destripamientos, en su mayoría, están llevados a cabo con maestría y cumplen con su cometido de causar repulsión (o fascinación, supongo que dependerá del espectador) en el público.

    Algo que agradezco infinitamente es que los realizadores decidieran no usar efectos por computadora en ningún momento. La última transformación de Ginger, cuando por fin se convierte en una mujer lobo en toda la extensión de la palabra, aunque breve, es una escena sumamente eficaz que recuerda los años dorados de las películas de licántropos a principios de la década de los 80.

    Esta película es interesante y divertida. Sobre todo, se agradece una visión “alternativa” de los hombres lobo. Tratando temas horrorizantes e incluso traumáticos como el despertar sexual, las enfermedades venéreas, el uso de drogas y la marginación social. Si Lobo (Nichols, 1994) fue la película de licántropos para adultos, Feroz es la película de licántropos para adolescentes.   

PARA LA TRIVIA: El título original Ginger Snaps es un juego de palabras en inglés. Como expresión, significaría algo así como “Ginger revienta” o “Ginger se truena”; y también es el nombre de unas galletas sabor jengibre muy populares en Estados Unidos.

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FREDDY VS JASON. ¡Un titán contra otro titán!

FREDDY VS JASON

Ronny Yu, 2003

El primer crossover cinematográfico ‒y a opinión de muchos, incluyéndome, el mejor‒ fue Frankenstein contra el Hombre Lobo (Neill, 1943), una película de terror; por lo que no era descabellado que el primer corssover del cine moderno se diera entre dos personajes de franquicias de terror. Vamos, el mismo Jason Voorhees ya se había medido los tenis con Leatherface en el epónimo comic publicado por Topps en 1995. La pelea entre Jason y Freddy Krueger fue anunciada desde la escena poscréditos de la infame Jason va al infierno (Marcus, 1993), un par años después de que New Line Cinema, la productora de las películas de Freddy, adquiriera los derechos del personaje de Jason Voorhees (sólo del personaje, no de la franquicia), de Paramount Pictures cuando se encontraban al borde de la quiebra. Tuvieron que pasar 10 años para que por fin pudiéramos ver la esperada confrontación en la pantalla.

    Funcionando como una secuela de La muerte de Freddy (Talalay, 1991), al mismo tiempo que una de Jason va al Infierno ‒aunque, en realidad, no entra en el canon de ninguna de las dos franquicias‒, la película cuenta de una época en la que los muchachos han comenzado a olvidar a Freddy Krueger (Robert Englund, el único e inigualable). Esto no es bueno para el difunto asesino de niños, pues su fuerza viene del miedo que los chicos tengan de él. ¿La solución? Freddy resucita a Jason Voorhees (Ken Kirsinger), el asesino de Crystal Lake, a quien conoció en el Infierno, y lo engaña para que mate adolescentes. La confusión le devolverá a Freddy el poder que necesita para regresar al mundo onírico.

    Y así como yo expliqué el argumento de la película, básicamente es como lo explican en pantalla a través de un largo monólogo y se repetirá varias veces a lo largo de la cinta… porque supongo que está pensada para personas con poca capacidad de atención y retención… o eso me hicieron pensar porque, para cuando termina la peli, ya explicaron el argumento por lo menos tres veces. Vamos, que una película dice mucho de sí misma cunado la primera escena topless entra antes de los tres minutos. En sí, la premisa de la película no es mala, sólo el guión es incompetente, lleno de diálogos horribles; y situaciones que se zafan de las relaciones más básicas de causa y efecto, y que sólo están ahí para hacer avanzar la historia a la fuerza.

    Creo que uno de los elementos que más le restan a esta película son los espantosos efectos visuales. El CGI y el gore se llevan tan bien como el agua y el aceite, y esta película está llena de mutilaciones y desmembramientos creados con la magia de las computadoras que lucen terribles. La cereza en el pastel, por supuesto, es esa infame escena de Freddy-oruga. En serio, creo que lo único que se ve más falso que los efectos digitales son los implantes que traen las actrices en el montón de escenas topless que tiene la película.

    Los como dos efectos prácticos que se ven en pantalla son buenos, eso sí; pero luego todo se va al traste cuando te das cuenta de que el maquillaje de Freddy es, de hecho, bastante inferior al de películas anteriores o que hay varias escenas en las que se les olvidó maquillar el ojo bueno de Jason.

    En las películas slasher, la mala calidad de las actuaciones es un lugar común; pero en esta cinta el montón de benditos desconocidos que integran el elenco, y que hacen papel de prepos aunque ya deberían estarse preocupando por su próstata, hacen gala de su falta de capacidad histriónica ‒casi parece pastorela de la secundaria‒, incluyendo lágrimas de glicerina, que siempre son tan útiles cuando los actores son incapaces de llorar frente a cámara. Al menos, sale la icónica Katharine Isabelle. Por cierto, Englund estaba muy emocionado por trabajar con Isabelle, pues es fan de la película que la volvió famosa, la genial Ginger Snaps (Fawcett, 2000). 

    En la lista de los aciertos de esta cinta puedo incluir la fotografía. No hay nada del otro mundo en cuestiones de iluminación y ambientación; pero sí hay varias tomas bastante propositivas y heterodoxas… que no aportan mucho a la narrativa de la película y que más bien me hacen pensar que el director de fotografía sabía que la cinta no era buena y decidió usarla para experimentar. En el mejor de los casos, como muchas otras de la época, parece un videoclip.

    Evidentemente, Freddy vs Jason es una de esas películas que sirven para apagar el cerebro un ratito. Es como un corto de los Looney Tunes… uno no muy bueno. No da miedo, en absoluto; de hecho, es bastante ridícula… el problema es que tampoco es particularmente divertida. Es entretenida, eso sí. Al menos, a diferencia de muchas de las películas de monstruos de la Universal, el monster mash cumple. Quiero decir, que aquí los dos monstruos principales sí se encuentran, se enfrentan y pelean durante un buen rato ‒aunque Jason no hace mucho‒, y hasta el epílogo recuerda a aquel de la versión original de King Kong vs Godzilla (Honda, 1962). Vamos, ni siquiera es la peor película de Jason ni la peor de Freddy. Debieron haberla hecho en 3D.

PARA LA TRIVIA: Katharine Isabelle accedió a hacer esta película bajo la promesa de que no tendría que hacer escenas de desnudos. La actriz tiene una estricta política contra ello y siempre exige una cláusula al respecto en su contrato. Al momento de la filmación, el director trató de presionarla para que hiciera una escena topless, lo que ocasionó una fuerte discusión que fue el único conflicto registrado en el set. Al final, se llegó al acuerdo de usar una doble de cuerpo.

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