EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
J.R.R. Tolkien´s The Lord of the Rings
Ralph Bakshi, 1978
Independientemente de su calidad literaria, se vuelve innegable que El Señor de los Anillos (1954-1955), la colosal novela que escribiera el sudafricano J.R.R. Tolkien a manera de continuación de su primera obra, El Hobbit (1937), se convirtió en uno de los libros más influyentes del siglo XX. Desde mediados de dicho siglo hubo ya interés por adaptar a la pantalla grande la historia de la travesía de Frodo para destruir el Anillo Único. Los primeros interesados fueron, por cierto, los Beatles, quienes planeaban llevar la historia a la pantalla en una película psicodélica en la que ellos mismos encarnarían los papeles de los cuatro hobbits principales. Afortunadamente, los herederos de Tolkien nunca quisieron vender la licencia al Cuarteto Liverpool para llevar a cabo su idea.
El siguiente intento de adaptar la novela al cine surgió por parte del director John Boorman (Amarga pesadilla [1972], Excalibur [1981]), quien planeaba condensar los tres libros de la saga en una sola película de una hora y cuarenta y cinco minutos de duración. El animador independiente Ralph Bakshi escuchó los planes de Boorman y, siendo un acérrimo fanático de la obra de Tolkien, se sintió horrorizado.
Finalmente, el proyecto de Boorman se cayó y Bakshi le pidió personalmente a la hija de Tolkien que le vendiera los derechos para hacer una película de dibujos animados. Ella accedió debido a que le había gustado mucho el anterior largometraje de Bakshi, Los hechiceros de la guerra (1977).
La cinta final, de casi dos horas y cuarto de duración, adapta de manera sorprendentemente fiel, aunque demasiado condensada, los dos primeros libros de la trilogía: La Comunidad del Anillo y Las dos torres... bueno, en realidad, sólo la primera mitad. La historia sigue, en medio de una narrativa horriblemente atropellada, al hobbit Frodo Bolsón (voz de Christopher Guard) en su travesía por la Tierra Media para destruir el Anillo Único, buscado por el Señor Oscuro, Sauron, para imponer su reinado de maldad. A Frodo se unirán aliados como el hobbit Samwise Gamyi (Michael Scholes), el mago Gandalf (William Squire), el elfo Legolas (voz de Anthony Daniels, quien ha dado vida al droide de protocolo favorito de todos, C-3PO en la saga de Star Wars) o el montaraz Aragorn (John Hurt, a quien seguro recuerdan por su maravillosa interpretación de John Merrick en El hombre elefante [Lynch, 1980]).
El Señor de los Anillos es, aún hoy, la película de dibujos animados más larga jamás filmada en Occidente –sólo seguida por Fantasía (Algar et al., 1940), de Disney, con 125 minutos de duración– y, en el momento de su estreno, también fue una de las más costosas, con un presupuesto de cuatro millones de dólares. También fue la primera película animada creada enteramente en rotoscopía.
La técnica de rotoscopía consiste en filmar a actores reales en vivo para después dibujar o pintar celdas de animación sobre la película filmada. Esta técnica da movimientos mucho más realistas a los personajes animados –también es más barata y rápida que crear animación original desde cero– y fue utilizada para crear los efectos especiales de películas como TRON (Lisberger, 1982) o El despertar del diablo (Rami, 981). Pensemos en ella como una especie de Motion Capture rudimentario. En el caso de esta película, se llegó a filmar animación tradicional para ella; pero los realizadores decidieron desecharla y sustituirla toda por rotoscopía. La cinta final combina fondos pintados en acuarela con animación rotoscópica –para las escenas de la Batalla del Abismo de Helm se piratearon secuencias de la película clásica del cine soviético Alexander Nevsky (Eisenstein, 1938) y pintaron sobre ellas– y filmaciones Live Action.
Así pues, la película se mantiene como un monumento a la obra de Tolkien erigido por un verdadero admirador del autor. También puede verse en ella todo el esfuerzo del equipo de producción y cómo intentaron exprimir cada centavo del presupuesto para hacer la película. Del mismo modo, puede verse la muy marcada influencia de esta peli en las versiones Live Action de Peter Jackson de tres décadas después, pues hay tomas en las que le rinde tributo e incluso las calca. También, por desgracia, la película es increíblemente insatisfactoria.
En muchas de las películas de Bakshi hay secuencias con problemas de ritmo. En el caso de esta peli, todas las escenas tienen un ritmo horrible. La película es lenta cunado debería ser rápida y llena de acción, y hay elipsis tan abruptas que a veces es difícil seguir el hilo de lo que está sucediendo. Del mismo modo, hay secuencias –sobre todo, de caminatas o cabalgatas– que son excesivamente largas y que no aportan nada a la narrativa y más bien parece que las dejaron en el corte final de la peli nomás porque ya las había filmado y qué caras salieron.
Otro punto que creo que es poco afortunado en la cinta es el diseño de los personajes que termina siendo francamente feo. Digo, nadie dijo que los hobbits tenían que ser guapos, por el contrario… ¡Caray! Según las descripciones de Tolkien, ni siquiera Aragorn es bien parecido; pero en esta película el look de todos los personajes es más bien desagradable. ¿Por qué Aragorn no usa pantalones? ¿Por qué Gimli (David Buck) no es enano? ¿Por qué Legolas se ve como si sus padres fueran hermanos? ¿Por qué los orcos parecen de cartón? ¿Por qué Sam tiene que ser tan auténticamente feo? ¿Por qué?
Conforme la cinta se acerca a su culminación, el ritmo se va cayendo cada vez más y la técnica de la animación, que de por sí en ningún momento es sobresaliente y se nota más bien desprolija –el mismo Bakshi, quien la usó a destajo en prácticamente todas sus películas, no era afecto a ella–, va decayendo también. Para el final de la cinta, nos quedamos con un cierre completamente anticlimático y más bien pobre que promete una secuela que jamás llegó.
La idea original de Bakshi fue la de hacer un díptico y, en dos películas, contar los tres libros. Por desgracia, la pobre recaudación de la taquilla –la película ganó apenas alrededor de USD$600,000 en su fin de semana de estreno– y la mala impresión que se llevó el productor del proyecto cancelaron cualquier plan de una segunda parte.
En cuanto a las virtudes que me gustaría resaltar de la película, puedo mencionar la actuación. La mayoría de los actores que prestaron sus voces para los personajes de la película eran actores británicos de teatro, por lo que la calidad de sus interpretaciones se nota desde el inicio. Del mismo modo, algunos de ellos habían participado anteriormente en la adaptación para radio que la BBC hiciera de la obra de Tolkien.
Otra cosa que me gustó de la peli son los fondos. Los paisajes bellamente pintados a mano en acuarela en los que aún se puede apreciar la textura del papel son una bonita muestra del arte psicodélico de los 70. También es interesante que los fondos apoyan a la narrativa de la película. Mientras que algunos parecen ilustraciones comunes y corrientes de cualquier libro de fantasía –con un toquecito de Art Nouveau, eso sí– éstos cambian con frecuencia de acuerdo con la emoción y a la intensidad de la escena.
También me gustó la música. Originalmente, Bakshi quería utilizar música de Led Zeppelin –los miembros de la banda eran también fans de Tolkien e, incluso, algunos de sus temas fueron inspirados por su obra– para la película; pero le fue imposible conseguir los derechos. En cambio, la película fue musicalizada con composiciones originales hechas ex professo por Leonard Rosenman, cuyos créditos incluyen soundtracks como Barry Lyndon (Kubrick, 1975) o RoboCop 2 (Kershner, 1990).
A final de cuentas, creo que la versión animada de El Señor de los Anillos funciona más como experimento que como una adaptación de la compleja obra de Tolkien. Se ve que quienes hicieron la peli pusieron todo su esfuerzo en ello, e incluso más; pero que, aún así, no fue suficiente. Creo que, simplemente, los realizadores mordieron más de lo que podían tragar esta vez y el resultado fue una película que se siente sosa, inacabada y más bien fallida –de hecho, si uno no sabe absolutamente nada sobre el universo tolkiendili, es casi imposible inferir quién es quién o qué carajos está pasando a partir de lo mostrado en la peli–.
Toda la cinta tiene un tono oscuro y onírico súper underground que le da todo el estilo de película de Canal 22 a la medianoche –estoy casi seguro de haberla visto ahí cuando era niño–; pero después de un acercamiento inicial, el estilo visual poco puede hacer para evitar el aburrimiento que esta peli provoca.
Me parece que la mayor aportación de esta cinta no está en la película misma, sino en su legado. La peli sirvió como inspiración para las versiones Live-Action de Peter Jackson, además de que generó un montón de merchandising, incluyendo una línea de figuras de acción –bastante feas también– que en su época ni quien las pelara, pero que, por lo mismo, se han vuelto increíblemente coleccionables. La historia sería concluida 2 años después con la adaptación del estudio Rankin Bass de El regreso del rey (Bass y Rankin Jr., 1980)… que oficialmente no tiene nada que ver con la peli de Bakshi, pero que todos sabemos que es su secuela bastarda y que, a pesar de su tono más light, tiene una mucho mayor calidad en la animación.
PARA LA TRIVIA: El legendario director Tim Burton participó en esta película como animador, aunque su nombre no aparece en los créditos. Se trató de su primer trabajo en un largometraje.
Haz click en los enlaces para leer mis artículos sobre las versiones live action de La Comunidad del Anillo, La dos torres y El regreso del rey.
Blog 2012-2017 Sumario 2018 ¡Sígueme en Facebook! Canal de Youtube