KONG: LA ISLA CALAVERA
Kong: Skull Island
Jordan Vogt-Rogers, 2017
Conocí a King Kong gracias a la ahora infame King Kong 2 (Guillermin, 1986), que vi alguna vez en la televisión cuando estaba en preescolar. No recuerdo mucho de esa peli y no la he vuelto a ver desde entonces; pero sí recuerdo que me gustó mucho ‒quizá si la vuelvo a ver ahora no me guste tanto‒. La primera vez que vi King Kong (Cooper y Shoedsack,1933), la original, tenía casi siete años. La estaban pasando un domingo por la tarde en Turner Classic Movies en una versión coloreada y quedé maravillado, aunque un poco frustrado porque no la vi desde el principio. Un par de años más tarde, la encontré en mi videoclub de confianza y la renté… ¡Qué decepción! ¿Dónde estaban el edificio Empire State y los aviones? ¿Por qué King Kong era llevado a Coney Island y no a Broadway ‒obvio, a esa edad no sabía qué era uno o el otro; pero igual noté la diferencia‒? Pero sobre todo… ¿Dónde estaban los dinosaurios?
Ésa fue la dura forma en la que aprendí qué era un remake y que había dos versiones diferentes de King Kong, y la primera no volví a verla sino hasta que estaba en la secundaria. Después de la desilusión inicial, varias veces volví a ver el remake de 1976 y he llegado a tomarle cierto gusto; la estética es interesante, Jessica Lange se ve espectacular y el discurso sobre la ambición corporativista va muy de acuerdo con los miedos de la época ‒pienso en otras películas que también la retratan, como Gladiador del futuro (Jewison, 1975) o Carrera mortal en el año 2000 (Bartel, 1975)‒. Según parece, no fui el único en encontrarle encanto a la mencionada película; porque esta nueva aventura de King Kong está inspirada principalmente en el remake de 1976.
Ambientada en 1973, la película cuenta la historia de Bill Rada (el legendario John Goodman), quien organiza una expedición con apoyo gubernamental y militar para cartografiar una isla desconocida en el Océano Pacífico. Al llegar a la isla, la expedición es emboscada por un gigantesco gorila que derriba los helicópteros en los que viajan los exploradores. Tras separarse, los exploradores se ven forzados a cruzar la jungla para alcanzar el punto de extracción. Sin embargo, durante el trayecto descubrirán que Kong no es el mayor peligro que acecha en la ignota isla y que no todas las amenazas vienen de la selva.
Por principio de cuentas, debo decir que en general esta película está bien hecha; pero al final deja la impresión de que los enormes esfuerzos que se hicieron para realizarla estuvieron encaminados en la dirección equivocada. Me explicaré a continuación.
Algo que me llamó mucho la atención fueron las actuaciones. Es raro encontrar una película de aventuras en la que prácticamente todos los actores se desempeñen bien ‒o, por lo menos, de modo competente‒… la última que puedo recordar fue, de hecho, la versión de Peter Jackson de King Kong (2005). Tom Hiddleston está bastante bien en su papel del cínico e intrépido aventurero James Conrad ‒además, está padre verlo como héroe, para variar‒, la guapa Brie Larson es más que competente como la fotoperiodista Mason Weaver, John Goodman excelente como siempre, John C. Riley logra hacer un trabajo decente con un personaje completamente cliché y, bueno, Samuel L. Jackson hace bien su papel del negro enojado que ha hecho toda la vida.
Ojalá los personajes estuvieran bien escritos, porque la verdad siento que los actores les quedaron grandes. En general, todos los personajes son tipos conocidos, reconocidos y probados hasta el cansancio, y sus motivaciones son inverosímiles hasta llegar al punto del ridículo. Por no mencionar que su determinación para alcanzar sus objetivos es tan blanda que cambian de opinión casi en cada escena.
Todo el guión es malo. Situaciones inverosímiles, diálogos hilarantes y la sensación general de que a todo el show le faltó “carnita”. Claro, nadie fue a ver esta peli esperando que fuera más profunda que el fondo de la palangana ‒o al menos eso espero‒; pero después de la densa versión de Peter Jackson y de la dimensión a la que los mismos realizadores de Kong llevaron a Godzilla (Edwards, 2014), como que sí queda a deber. Al menos la película tiene el gran acierto de no tomarse demasiado en serio y, si casi lista en mano nos receta prácticamente todos los clichés de películas de comandos sumados a todos los clichés de películas de Vietnam, tiene la decencia de burlarse de ello.
El diseño de Kong está muy inspirado en el de los 70, aunque mide casi el doble, viéndose ridículamente grande… para lo cual hay una explicación. De cualquier modo, cuando los monstruos son tan grandes y van por ahí devorando humanos, me resultan poco interesantes… digo, no es interesante ver a alguien aplastando cucarachas, ¿o sí?
La cabeza sí está más basada en el Kong del 33 y los efectos especiales usados para crearlo son muy eficientes. Digo, quienes llevan un rato leyéndome sabrán de mi pregonada aversión por el CGI; pero me parece que en esta película funciona bien y Kong se ve más que decente, lo mismo que las otras criaturas que aparecen. Lo que sí me saca de onda es el diseño del gorila… porque al estar basado en el de los 70 me deja con el reconcomio de que usaron millones de dólares y toda la tecnología disponible en la actualidad para lograr que su personaje CGI se viera como un actor disfrazado. Y si quedara alguna duda de que éste Kong es un tributo a aquél al que se enfrentaron Jessica Lange y Jeff Bridges, hay una secuencia nocturna en la que atraviesa un muro de fuego en una toma de cierto ángulo que me recordó inmediatamente a la atracción con el King Kong animatrónico que tenían antes en el parque temático de Universal Studios.
Por cierto, en esta película tampoco hay dinosaurios y eso me entristece un poco.
La fotografía me gustó y me pareció que supieron utilizar bien los colores para darle a la Isla de la Calavera un ambiente salvaje y prehistórico, casi de otro mundo. Muchos de los escenarios son sets, otros son escenarios virtuales; pero realmente me agradaron las secuencias filmadas en locación. Por cierto, ¿acaso reconocí esa llanura hawaiana en la que también filmaron la escena de los Gallimimus en Parque Jurásico (Spielberg, 1993) y la escena de las pisadas gigantes de Godzilla (Emmerich, 1998)?
La música también está decente… aunque la peli sigue esa tendencia de los últimos años de saturar el sondtrack con canciones exitosas de antaño por si todo lo demás falla. Digo, supongo que está bien si son sólo un par; pero ya se está cayendo en el exceso.
Recuerdo un episodio de Kitchen Nightmares con Gordon Ramsey en el que visitaba un restaurante donde la especialidad eran los camarones al chocolate… y estaba a punto de quebrar. La idea suena bien, ¿no? Son dos cosas deliciosas, así que ¿por qué no juntarlas? Quizá porque por separado saben bien, pero mezcladas son horribles. A lo que quiero llegar es a que esa fue la sensación que me dejó esta película. Me parece que el todo es menos que la suma de las partes. La actuación, los efectos especiales y todos los elementos de esta cinta, exceptuando el guión, funcionan bien por separado; pero al momento de unirlos, por alguna razón fracasan, entregando un resultado mediocre tirándole a pobre.
SPOILER: En la escena post-créditos de la película se anuncia el futuro enfrentamiento entre King Kong y Godzilla.
| Guión | 0 |
| Dirección | 1 |
| Actuación | 1 |
| Fotografía | 2 |
| Música | 1 |
| Punto extra por efectos especiales | 1 |
| TOTAL | 6 |
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El Cinéfilo Incurable 