EL IMPERIO CONTRAATACA. La secuela que cambió la forma de hacer secuelas.

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EL IMPERIO CONTRAATACA

Ahora conocida coloquialmente como Star Wars Episodio V: El Imperio contraataca; pero que en su estreno se llamó Star Wars: The Empire Strikes Back.

 

Irvin Kershner, 1980

Al igual que con la cinta anterior, existen múltiples versiones de El Imperio contraataca. Detallo las diferencias entre unas y otras en el cuadro anexo. Empero, es curioso notar que, durante el estreno en cines, ya había dos versiones diferentes de la película: La versión estándar en 35mm y una especie de edición de lujo en 70mm. Las diferencias entre ambas versiones estriban mayormente en la edición, el montaje y las transiciones entre escenas, así como en algunos diálogos, la mayoría de los cuales fueron incorporados a las ediciones de la película para formatos caseros.

    Del mismo modo, la mayoría de las diferencias entre ediciones subsecuentes tienen que ver con la adición, remoción y sustitución de parlamentos o efectos de sonido.

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Para el verano de 1977, cuando la euforia por La Guerra de las Galaxias (Lucas, 1977) repuntaba, era ya prácticamente un hecho que una segunda parte venía en camino. Muchas incógnitas habían quedado pendientes en la primera parte: ¿Qué había pasado con Darth Vader? ¿Han Solo regresaría a pagar su deuda con Jabba? Pero, sobre todo y más importante ¿Con quién se iba a quedar la princesa Leia, con Han o con Luke? Y ya que esta última cuestión se respondía en el póster, ¿qué otras sorpresas nos depararía Star Wars 2?

    Esta cinta es mi favorita de la saga original, creo que en verdad es una excepción a la regla de que “Segundas partes nunca fueron buenas”. El guión retoma pocos elementos del borrador original escrito por Lucas años atrás y, viéndolo bien, en la parte anecdótica se desplaza poco. El verdadero fuerte de esta película es el desarrollo de los personajes. Incluso su director, Irvin Kershner, declara que prefirió que la narración fuera un tanto anticlimática desde el punto de vista dramático para que pudiera ser más poderosa emotivamente.

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    Después de la destrucción de la Estrella de la Muerte, la Alianza Rebelde es perseguida por el Imperio Galáctico y debe trasladar su base secreta al lejano e inhóspito planeta helado Hoth. Sin embargo, la Flota Imperial logra encontrar a los rebeldes y, tras una de las batallas más memorables en la historia del cine, éstos deben huir nuevamente.

    Darth Vader (Dave Prowse, voz de James Earl Jones), Señor del Sith y Comandante de la Flota Imperial, está obsesionado con encontrar al joven Luke Skywalker (Mark Hamill, repitiendo papel muy a su pesar) para convertirlo a su causa y se valdrá de todos los medios imaginables para capturarlo. Skywalker, tras una visión de su desaparecido mentor, Obi-Wan Kenobi (Sir Alec Guinness), viaja al planeta Dagobah para ser entrenado por Yoda (voz de Frank Oz) y convertirse en un Jedi.

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    Mientras tanto, tras su salida de Hoth a bordo del Halcón Milenario, Han Solo (Harrison Ford), Chewbacca (Peter Mayhew, aunque es fácil olvidar que lleva un actor dentro), la princesa Leia (Carrie Fisher), y el droide C-3PO (Anthony Daniels) escapan a duras penas de la Flota Imperial gracias a mucha maña y logran refugiarse en el planeta Bespin, gobernado por el amigo de Solo, Lando Calrissian (Billy Dee Williams).

    Pero, ¿será más fuerte la amistad entre Solo y Calrissian que la amenaza del Imperio que se cierne sobre ellos? Y ¿Cumplirá Darth Vader su objetivo de convertir a Luke al Lado Oscuro de la Fuerza?

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    Como lo había comentado antes, en la época en la que comenzó la preproducción de esta cinta las secuelas eran consideradas meros residuos del éxito de la película original. Incluso sagas exitosas como El planeta de los simios habían destinado cada vez menos presupuesto a sus entregas subsecuentes o, en otros casos, como el de El bueno, el malo y el feo (1966), el público apenas si se enteraba de que la película formaba parte de una saga —esta película es la última parte en la llamada Trilogía del Dólar, de Segio Leone— o, en muchos casos más, el público ni siquiera se enteró de que la película tuvo secuelas como pasó con La maldición de la mosca (Sharp, 1965)—que la verdad es bastante  mejor que la segunda parte, El regreso de la mosca (Bernds, 1959)—. Quizá una de las pocas excepciones a esta regla sea la saga de Sinbad, aunque tiene la particularidad de que las películas no son secuelas directas una de la otra y pueden disfrutarse como entradas independientes sin problema alguno.

    Si ya en la primera parte Lucas tentó su suerte con un proyecto en el que nadie creía, con esta segunda pretendía repetir la locura al producir una secuela que sería más grande que la original. Tan sólo el presupuesto de efectos especiales para esta cinta fue más que el presupuesto de toda la película anterior.

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    La película se filmó en 64 platós de los estudios Elstree en Inglaterra, además de en exteriores en un glaciar Noruego —durante la peor tormenta de nieve registrada en más de cincuenta años, con temperaturas de -30°C y 5m de nieve, por cierto—, y contó con un equipo de 90 artistas de efectos especiales trabajando por 14 meses y 8 editores de sonido trabajando durante 6 meses para completar más de 600 tomas de efectos especiales.[1]

    Para esta película, el animador de Stop-Motion[2] Phil Tippett ideó una nueva técnica de animación a la que llamó Go-Motion. Esta técnica consistía en no sólo mover las articulaciones de las figuras de Stop-Motion un cuadro a la vez, sino también desplazarlas milimétricamente mientras eran fotografiadas. Esto creaba los borrones que se verían si se fotografiara un animal en movimiento, dándole mucha mayor fluidez al movimiento del Tauntaun.[3]

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    Las enormes dimensiones de este proyecto por poco impiden que se complete. La producción se retrasó notablemente y se salió de presupuesto, por lo que el costo final, incluyendo los intereses que Lucas tuvo que pagarle al banco, ascendió a alrededor de 33 millones de dólares. Esto sin contar los más de 100mil dólares en multas que el director californiano debió pagar a los sindicatos por usar trabajadores no sindicalizados y que, ultimadamente, causaron que renunciara a ser miembro del Director’s Guild of America.[4] Y [5]

    Y, a pesar de todo, Lucas no sólo recuperó su inversión, sino que la multiplicó. Las ganancias estratosféricas de la película le permitieron comprar los terrenos del llamado Skywalker Ranch, cerca de San Francisco, California. En ellos, Lucas asentaría viñedos, empresa que comparte con Francis Ford Coppola, y las instalaciones de Lucasfilm Ltd., su compañía productora; THX Ltd., su empresa de sistemas y certificación audiovisuales; Skywalker Sound, su empresa de mezcla, edición y efectos de sonido; LucasArts, su compañía dedicada al software de entretenimiento y, quizá la más famosa de todas, Industrial Light & Magic, su compañía de efectos especiales de vanguardia. Por no mencionar que además hubo reparto de utilidades para todos los que trabajaron en esta película.

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    Asimismo, el director californiano continuó basándose en las teorías de Joseph Campbell sobre el Viaje del Héroe. Según el antropólogo, todos los héroes llegan a un momento en su viaje al que denomina el Descenso a la Panza de la Ballena. En esta etapa del Viaje, el héroe se enfrenta a la Oscuridad, particularmente aquélla que lleva dentro de sí mismo, ya sea en la forma de un monstruo colosal (Perseo contra Medusa, Beowulf contra el dragón, Rama contra Ravana) o en la forma de un alter ego que sea su opuesto en todo, pero lo mismo en esencia, una especie de versión oscura del héroe mismo (Arturo contra Mordred, Atreyu contra Bastian ¡y hasta Link contra Shadow Link!).

    Este enfrentamiento, que suele ir acompañado de un descenso a algún tipo de inframundo —Luke se enfrenta a Vader en los niveles inferiores de la Ciudad en las nubes—, destruye al héroe de una u otra forma; pero mediante esta destrucción lo lleva a madurar y a fortalecerse para enfrentar a su enemigo con renovada sabiduría. Desde un inicio, Lucas decidió separar la película en dos líneas argumentales: la de Han y la de Luke por lo que, de hecho, cada uno vive su propio Viaje del Héroe; aunque ambos son derrotados al final de esta cinta.

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La idea de que el pasaje del umbral mágico es un tránsito hacia una esfera de renacimiento está simbolizada mundialmente en la imagen de la panza de la ballena. El héroe, en vez de conquistar o conciliar el poder del umbral, es tragado por lo desconocido y aparecerá como muerto. […]

    Este motivo popular pone énfasis en la lección de que el pasaje del umbral es una forma de auto-aniquilación.[6]

    Pero no sólo eran los personajes de ficción quienes atravesaron tiempos oscuros. Parecía que los actores que los interpretaban también estaban siendo puestos a prueba: Harrison Ford estaba decidido a abandonar la saga, Carrie Fisher tenía problemas con su trastorno bipolar y para el momento de filmar esta cinta ya consumía cocaína, y Mark Hamill sufrió un accidente automovilístico que le desfiguró el rostro[7]. Según dice una oscura leyenda de Hollywood, Hamill habría provocado el accidente deliberadamente para librarse del estigma de ser Luke Skywalker, papel en el que había sido encasillado y que le impedía conseguir trabajo[8].

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    Para poder tener un control creativo absoluto sobre su película, George Lucas decidió producir esta cinta él mismo. El director californiano tomó todas las ganancias que había obtenido con la primera película y pidió un préstamo al Bank of America Entertainment para cubrir el presupuesto de 25 millones de dólares estimado para la película. Para poder enfocarse en la producción, Lucas decidió no dirigir El Imperio contraataca y contratar a alguien más para cumplir con la función de director.

    Le ofreció dicho puesto a Irvin Kershner, quien había sido su profesor en la USC y quien había dirigido muchos dramas para TV y cine; pero jamás una película de fantasía y alto presupuesto como la que pretendía hacer Lucas. De hecho, cuando Lucas invitó a Kershner a almorzar en el comedor de Universal Studios (Sí, ése mismo donde James Whale conoció a Boris Karloff mientras buscaba un actor que interpretara a la Creatura de Frankenstein) para ofrecerle el puesto, la reacción instintiva de Kershner fue rechazarlo, pues sabía que no podría hacer algo tan espectacular como la primera parte y que toda la gente lo compararía. Después de ser persuadido enérgicamente por su agente, telefoneó a Lucas para decirle que aceptaba el trabajo.

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    Y francamente, creo que el cambio de director le vino bien a la saga. La formación de Kershner en artes como la Música y la Fotografía, y su carrera como cineasta independiente lo dotaron de la sensibilidad necesaria para dirigir una obra tan sutil y poderosa como ésta. El mismo director narra que la mayor dificultad que encontró al dirigir esta cinta fue la sutileza: Quería que hubiera comedia, pero no chistes y quería que hubiera romance, pero sin llegar a lo cursi[9] —¿Han notado que los besos entre Han y Leia son más bien parcos, aunque no por ello menos intensos?—.

    Y hablando de eso, ¿sabían que uno de los diálogos más icónicos de la Trilogía fue improvisado? En el libreto estaba escrito que cuando Han Solo es congelado en carbonita y la princesa Leia le dice “¡Te amo!”, él respondería “Te amo”; pero Harrison Ford nunca se sintió cómodo con la línea, pues sentía que rompía con la lógica del personaje. La escena se filmó infinidad de veces sin que el diálogo sonara convincente, hasta que Kershner le dijo a Ford que simplemente improvisara y ahí fue cuando al actor se le ocurrió contestar “Lo sé” a la línea de la princesa Leia.

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    Por cierto, a quien no se le haya puesto la piel chinita mientras veía por primera vez la escena en la que Han Solo es congelado en carbonita mientras la música de fondo, que empieza siendo el Tema de amor se convierte in crescendo en la Marcha Imperial, no tiene corazón.

    El Imperio contraataca fue la primera película de la saga en la que sonaría el que, a mi gusto, es el mejor tema musical compuesto por John Williams después del de Tiburón (Spielberg, 1975): La Marcha Imperial. Lucas pidió a Williams que creara un tema para Darth Vader y el músico de inmediato supo que debía ser algo grandilocuente, repetitivo, con un tono marcadamente marcial en el que predominaran los metales[10]. Después de ésta, no habría película de Star Wars en la que no se escuchara dicho tema.

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    Por otro lado, ésta sería también la primera aparición de otro elemento que no volvería a desaparecer de la saga: el maestro jedi Yoda. Originalmente, Lucas no tenía planes de que Obi-Wan Kenobi muriera en la primera cinta; pero, ya sea por decisión del director o por petición del actor que no confiaba en el proyecto, nunca se ha sabido con certeza, tuvo que eliminar al personaje. De tal suerte, Lucas tuvo que idear un nuevo sabio para que entrenara a Luke Skywalker.

    La primera consigna que tuvo el director californiano al respecto fue que no quería que el personaje pareciera una calca de Obi-Wan[11] (como Brent, que es una copia al carbón de Taylor, en Bajo el planeta de los simios [Post, 1970]), por lo que ideó algo completamente diferente.  Nuevamente, se basó en las epopeyas antiguas para plantear un personaje cuya enorme sabiduría contrastaría con su aspecto diminuto e insignificante.

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    Y precisamente, una de las principales dificultades en la creación de Yoda fue la de su apariencia física. Kershner y Lucas sabían perfectamente que, si este personaje fundamental que parloteaba durante veinte minutos en pantalla no funcionaba, la película se vendría abajo. Una de las primeras decisiones que se tomaron sobre el personaje fue que Yoda hablaría con una sintaxis invertida. De este modo, los espectadores tendrían que poner atención en todo lo que estaba diciendo.

    Por desgracia, eso era lo único que funcionaba con Yoda. Tanto el artista de efectos especiales —quien posteriormente se convertiría en un director inepto— Joe Johnston como el ilustrador Ralph McQuarrie habían diseñado diferentes aspectos para el personaje y un puppet basado en ellos fue construido por el artista de efectos especiales Stuart Freeborn; pero Kershner no estaba satisfecho con el resultado, pues sentía que le faltaba vida al personaje.

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    Freeborn le pidió al director que le diera una semana para reesculpir la cara de Yoda y Kershner así lo hizo. Cuando el artista presentó su trabajo admitió que se inspiró en el rostro de Albert Einstein para plasmar las arrugas en la cara del Maestro Jedi, pero el director y los demás presentes notaron que el rostro del puppet en realidad era un autorretrato de Freeborn.

    Finalmente, Yoda fue todo un logro del puppeteering que era manipulado por cuatro titiriteros liderados por el veterano del Show de los Muppets (1976-1981), Frank Oz, quien también le prestaba su voz al sabio jedi. El resultado era tan convincente que frecuentemente Kershner le daba indicaciones a Yoda, en vez de a los titiriteros que lo manipulaban, quienes se encontraban a metro y medio debajo del piso del set que recreaba Dagobah, el planeta hogar del maestro jedi y no podían oír nada.

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    Y, por supuesto, está la revelación de Darth Vader; el secreto mejor guardado por la producción y que terminaría convirtiéndose en una de las escenas más icónicas —y parodiadas— en la historia del cine. Originalmente, sólo Lucas, Kershner y el productor Gary Kurtz sabían lo que Vader le decía a Luke realmente durante su enfrentamiento e incluso una página falsa fue insertada en el libreto, pues Lucas quiso mantener el más riguroso hermetismo al respecto de la escena climática de la película.

   Ni siquiera el elenco sabía de qué se trataba. A Mark Hamill, el director le reveló la verdadera línea de Darth Vader minutos antes de comenzar a filmar la escena. Dave Prowse, quien interpretaba a Darth Vader y se empeñaba en decir sus diálogos a pesar de que poco se le escuchaba a través del casco, leyó la línea falsa en la que Vader le decía a Luke “Obi-Wan mató a tu padre”; y James Earl Jones, quien hacía la voz de Vader, cuando leyó el parlamento por primera vez creyó que el Señor del Sith mentía… Después de todo, es lo que uno esperaría de un señor del Sith, ¿no?

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    Hace tiempo tuve una novia que nunca había visto estas películas ‒y, según parece, vivía en un agujero en el suelo‒ y fue en extremo interesante ver su reacción cuando Luke descubre el destino de su padre por boca (¿o bocina?) de Vader. En verdad, no tenía ni idea y verla enterarse no tuvo precio. Por cierto que ella también creyó que Vader mentía y se empeñó en que inmediatamente después viéramos El regreso del Jedi (Marquand, 1983) para salir de dudas.

    En términos narrativos, la cinta funciona a la inversa de la primera película, lo cual es simplemente brillante. Mientras La Guerra de las Galaxias iniciaba con una historia más bien íntima sobre una pareja de robots y terminaba con una batalla a gran escala, El Imperio contraataca inicia con una batalla de grandes dimensiones —incluso el tamaño de los caminadores imperiales AT-AT es colosal— y termina con un enfrentamiento cara a cara entre dos personas.

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    Del mismo modo, la película encuentra las ventajas que tienen los héroes y se las arrebata, dejándolos indefensos a merced de su destino: Luke ha perdido a Obi-Wan, el cinismo de Han Solo es domado por Leia, R2-D2 y C-3PO se separan y hasta el hiperpropulsor que le permite al Halcón Milenario viajar a la velocidad de la luz permanece descompuesto durante toda la cinta.

    Y, para hacer la cosa más interesante, Lucas decidió que se agregara el diálogo entre el espíritu de Obi-Wan y Yoda en el que el difunto Jedi le dice a su maestro que Luke es su última esperanza y éste le contesta que no, que hay otra. En ese momento el productor no sabía a quién se refería exactamente, pero lo hizo para que el público sintiera que Luke no era indispensable y que podría morir al enfrentarse a Darth Vader.

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    Para este momento, Harrison Ford no estaba seguro de querer continuar apareciendo en la saga, por lo que le pidió a Lucas que matara a su personaje al final de El Imperio…, a lo que el productor se negó. Después de negociarlo por un tiempo, Lucas accedió a que el personaje de Ford desapareciera al final de la cinta —congelado en carbonita y entregado al cazarrecompensas favorito de la fanaticada, Boba Fett (Jeremy Bulloch, voz de Jason Wingreen)[12]— para poder “revivirlo” después en caso de que el actor reconsiderara su salida de la serie.

    Al final de esta cinta, Luke ha perdido una mano y está psíquicamente devastado, la princesa Leia está emocionalmente deshecha por haber perdido al hombre que ama, y Han Solo está atrapado en un sueño eterno y su destino se encuentra en manos del hombre que lo traicionó. ¿Se dan cuenta de que esta vez los buenos pierden?

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Sombras del Imperio

Aunque a partir de la compra de Lucasfilm por parte de Disney este “episodio intermedio” ya no forma parte del “canon”, me pareció adecuado incluir un breve comentario sobre él debido a su importancia en el resurgimiento de la saga.

    A mediados de los 90 el proyecto de la trilogía de precuelas había estado rondando por la cabeza de George Lucas por demasiado tiempo. La venta de la trilogía original en LaserDisc dio muy buenos resultados (aun cuando el formato fue un fracaso) y dio paso a la producción de una serie de tarjetas coleccionables por parte de Topps y a la continuación de la serie de figuras de acción The Power of the Force en 1995[13].

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    Viendo el éxito que tenían estos productos aun sin que hubiera una nueva película de Star Wars, Lucasfilm ideó un proyecto multimedia cuya consigna era ver en cuántas formas diferentes podía explotarse un producto sin que estuviera basado en una película o serie de TV. Desde esta óptica, Sombras del Imperio es algo “abstracto”, pues ninguno de los productos relacionados con la marca está basado en algún otro: todos parten de manera simultánea de la misma premisa y fueron lanzados al mercado a finales de 1996.

    El argumento básico planteado para este concepto abarca un periodo de alrededor de seis meses, se sitúa entre El Imperio contraataca y El regreso del Jedi, y va más o menos así: Debido a su incapacidad para dar el golpe decisivo que termine con la Rebelión y capturar a Luke Skywalker, Darth Vader pierde el favor del Emperador. Esto es visto como una oportunidad por el capo de la mafia de Coruscant[14], el ruin príncipe Xizor, para acercarse al Emperador y usurpar el lugar de Vader como su mano derecha.

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    Por su parte, la princesa Leia contrata a un carismático cazarrecompensas amigo de Han Solo, Dash Rendar, para que se infiltre en los bajos mundos del Imperio y rastree a Boba Fett para recuperar el bloque de carbonita en el que se encuentra preso Han.

    La infiltración no sólo revela el paradero de Solo; sino que lleva a los rebeldes a descubrir los planos de una segunda Estrella de la Muerte y a formar una peligrosa alianza con el príncipe Xizor, de quien no se sabe si actúa como amigo de la Alianza, como agente doble del Imperio o si planea traicionar a ambos bandos para satisfacer su propia sed de poder.

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    Así pues, el merchandising resultante incluye una novela por Steve Perry; una miniserie de cómics escritos por John Wagner, ilustrados por Kilian Plunkett y publicados por Dark Horse; el que es probablemente el artículo por el que la mayoría de la gente conoció Sombras del Imperio, el genial videojuego para Nintendo 64 posteriormente adaptado a PC; una serie de tarjetas coleccionables de Topps basadas en la novela, los cómics y el videojuego; una serie de figuras de acción de Kenner y una línea de juguetes de Galoob (Micro-Machines); un tráiler cinematográfico ficticio que fue transmitido por televisión apenas un par de veces antes de ser retirado por Lucasfilm y un soundtrack que incluía la música compuesta por Joel McNeely para el videojuego.

    El éxito de Sombras del Imperio no sólo sirvió para desbrozar el camino antes del lanzamiento de la Trilogía de la Guerra de las Galaxias-Edición Especial (1997); sino que produjo la miniserie de comics Sombras del Imperio: Evolución, una secuela de la historia original cuyo argumento sucede más o menos de manera simultánea con los eventos de El regreso del Jedi y que narra la historia de Guri, la bella androide replicante asistente personal de Xizor y su lucha por sobrevivir y recuperar su identidad una vez que éste ha desaparecido.

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    Había planes para una precuela que aparecería en forma de novela; pero fue cancelada debido a que la licencia para las novelas de Star Wars pasó de manos de editorial Del Rey a Bantham Books.

Y ahora, ha llegado el momento que todos esperaban. Aquél por el que han estado leyendo este artículo hasta el final: He aquí la tabla comparativa entre las distintas ediciones de El Imperio contraataca:

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[1] SPFX: The Empire Strikes Back. Guennet, Lucasfilm, 1980.

[2] El Stop-Motion es una técnica de animación que consiste en fotografiar objetos inanimados un cuadro a la vez y moverlos ligeramente entre cuadro y cuadro. Al proyectar la secuencia de fotografías, el objeto parece estar moviéndose.

[3] Movie Magic, “Stop Motion: One Step at a Time” (Temporada 1, episodio 12), Benz et al, GRB Entertainment, 1994.

[4] Cfr. Imperio de sueños: La historia de Star Wars. Becker y Burns, Prometheus Entertainment, 2004.

[5] Este desaguisado provocó la salida de Alan Ladd Jr., el principal defensor de George Lucas de la mesa ejecutiva de Twentieth Century Fox, y permitió que los derechos de distribución del siguiente proyecto producido por Lucas, Los cazadores del Arca Perdida (Spielberg, 1981) fueran vendidos a Paramount y no a Fox, como se planeó originalmente.

[6] CAMPBELL, Joseph, The Hero with A Thousand Faces, Third Edition, New World Library, USA, 2008. Pp.74-75. La traducción es mía.

[7] El ataque del wampa al principio de la película fue incluido en el guión para justificar que Luke se viera diferente a como se veía en la primera cinta.

[8] Para distanciarse de su rol en la saga de Lucas, Hamill apareció en diversas producciones de Broadway como El hombre elefante y Amadeus. Al hacer el casting para interpretar a Mozart en la adaptación fílmica de la obra, el actor fue rechazado porque uno de los productores dijo que “no quería a Luke Skywalker en su película”.

[9] Cfr. Becker y Burns, Op. cit.

[10] Cfr. A Conversation with the Masters: The Empire Strikes Back 30 Years Later, 2011.

[11] Idem.

[12] La primera aparición en pantalla del personaje fue en el segmento de dibujos animados dentro del infame Especial de Navidad de Star Wars (Binder, 1978), momentos antes del número musical de la canción de la princesa Leia… Sí, lo sé.

[13] Esta serie de figuras fue la última en aparecer con las películas originales y se extendió hasta invierno de 1985. Fue con las tarjetas de Topps y las figuras de Kenner, en los 90, que gran cantidad de personajes del Universo de Star Wars recibieron su nombre por primera vez. Walrus Man se convirtió en Ponda Baba, Hammerhead en Momaw Nadon, la Ciudad de las Nubes fue rebautizada como Bespin (bueno, siendo más precisos, Bespin es el planeta) y el mismísimo Emperador, que hasta en las figuras de acción era simplemente llamado The Emperor, se convirtió en Palpatine.

[14] Coruscant, el planeta capital del Imperio, fue conceptualizado para la trilogía original; pero nunca se utilizó. Este spin-off fue la ocasión perfecta para darlo a conocer al público antes de introducirlo como una pieza clave de la trilogía de precuelas.

[15] Originalmente había toda una subtrama sobre los wampas y sus ataques a los rebeldes en la Base Ecco. Estas escenas de hecho fueron filmadas, pero fueron retiradas del corte final de la película debido a la insatisfactoria calidad de las botargas de wampa. Dichas secuencias, junto con algunas otras escenas eliminadas, fueron presentadas en la adaptación oficial en cómic publicada originalmente por Marvel en 1980, reeditada en 1997 en formato TPB por Dark Horse y en 2015 en una edición “remasterizada” de pasta dura por Disney/Marvel.

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