STAR WARS: LA ÚNICA COLECCIÓN TAN GRANDE COMO EL UNIVERSO
Actualmente, es casi imposible pensar en una película de alto presupuesto, algún blockbuster de acción, aventura o fantasía, que no vaya acompañado, incluso desde meses antes de su estreno, por una avalancha de artículos promocionales. Con mucha frecuencia, ya sea dirigidos a los consumidores infantiles o al coleccionista adulto, esta legión de productos incluirá una serie de figuras de acción. Dichas colecciones se han vuelto una parte casi imprescindible de la memorabilia cinematográfica, e incluso en algunos casos, iconos de la cultura pop.
Pero no siempre fue así.
En este artículo, que he dividido en dos partes, hablaré brevemente sobre la línea de figuras de acción que dio origen a la industria de las figuras de acción basadas en películas como la conocemos actualmente: Star Wars, además de la línea Power of the Force 2. Es un artículo que he pospuesto durante mucho tiempo; pero que por fin me di el tiempo de escribir. Para su realización, me baso en tres fuentes principales: los libros Star Wars: The Ultimate Action Figure Collection, de Stephen J. Sansweet, publicado por Chronicle Books en 2012; y Warman’s Action Figures Field Guide, de Mark Bellomo, publicado por Krause Publications en 2006; además del canal de YouTube Toy Galaxy.
Antes de comenzar, cabe aclarar que en este texto abordaré únicamente las figuras de la colección “vintage”, es decir, las producidas por Kenner entre 1977 y 1985, y la colección conocida como Power of the Force 2, producida por Hasbro/Kenner desde 1995 y hasta la quiebra de ésta última en 2000. Las razones son varias, pero pueden resumirse en dos: Primera, que son mis series favoritas, pues crecí coleccionando Power of the Force 2 y, segunda, que son de las dos colecciones sobre las cuales logré reunir mayor información.
Aclarado lo anterior, comencemos.
A mediados de la década de 1970, el director californiano George Lucas buscaba financiamiento, sin demasiado éxito, para filmar su fantasía espacial a la Flash Gordon titulada The Star Wars. Ningún productor creía en una película inspirada en loa seriales de las matineés sabatinas de los años 30; algunos estaban interesados en el trabajo de Lucas, pero ciertamente no en The Star Wars. Finalmente, para terminar de convencer a los productores de financiar su Space Opera, Lucas decidió reducir drásticamente su salario, a cambio de que le permitieran quedarse con los derechos para licenciar merchandising de su película.
Como lo mencioné anteriormente, en aquel entonces producir juguetes basados en películas no era común en absoluto; nunca se había implementado un programa específicamente para tal fin, ni se consideraba un negocio rentable. En ese momento, las únicas figuras de acción licenciadas que habían tenido éxito eran los muñecos de 12 pulgadas de El hombre nuclear (1974-1978)–que, dicho sea de paso, eran geniales– y sus accesorios, fabricados por Kenner; las figuras de 8 pulgadas de El planeta de los simios (producidas entre 1974 y 1975, que mezclaban personajes de las películas con personajes de la serie de TV), y Star Trek (1966-1969) fabricadas por Mego. Tanto Kenner como Mego seguían los cánones de múltiples articulaciones y ropa de tela de la colección G.I. Joe de Hasbro, compañía que acuñara el término “figura de acción” en la década de 1950. De tal suerte, los productores no tuvieron mayor empacho en concederle a Lucas lo que pedía.
Lucas ofreció la licencia de Star Wars a Mattel y a Mego. Ambos la rechazaron. Después de tocar muchas puertas, el director californiano acudió a otra compañía juguetera, más pequeña y que en aquel entonces era propiedad de la gigantesca empresa de cereales General Mills, llamada Kenner Products.
La compañía fundada en 1946 por los hermanos Steiner en Cincinnatti, Ohio, había tenido bastante éxito, como se mencionó arriba, con la línea de El hombre nuclear, además de haber sido pionera en la implementación de comerciales de juguetes en la televisión estadounidense. Tras ver algunos avances de Star Wars, a Bernie Loomis, en aquel entonces presidente de Kenner, le pareció que los personajes de la película eran interesantes visualmente y que podrían hacer juguetes divertidos con ellos, así que compró la licencia.
El trato se cerró de manera tardía apenas un mes antes de que la película se estrenara en cines y, según se rumora, Lucas tuvo que bajar mucho su precio. Algunas leyendas urbanas mencionan que, de hecho, la licencia para las primeras 12 figuras de Star Wars se vendió por apenas USD$50. Loomis no estaba particularmente emocionado por el proyecto y, dado que el proceso para fabricar una serie de figuras de acción tomaba entre 12 y 18 meses, supuso que podría comenzar a vender las primeras figuras en primavera de 1978.
Sin embargo, el éxito de Star Wars en el cine tomó por sorpresa al mundo entero –incluido a Lucas– y los niños pedían juguetes de sus personajes favoritos para recrear las aventuras espaciales en sus casas –tomemos en cuenta que las películas en video no existían aún–. Loomis se dio cuenta de que los juguetes no estarían listos para la importantísima temporada navideña, por lo que ideó una estrategia tan ingeniosa como controvertida para su tiempo… aunque ahora es de lo más común.
Para la temporada, las jugueterías fueron surtidas con portafolios de cartón –no cajas, como aseguran algunas fuentes–, prácticamente vacíos, conocidos como Early Bird Certificate Package, que eran vendidos al público. El portafolios se desdoblaba y la parte interior podía ser usada como stand para exhibir las figuras. Asimismo, incluía algunas calcomanías de Star Wars, pequeñas piezas de plástico para parar a los muñecos en el stand de cartón y, lo más importante: un formato desprendible que debía ser llenado con los datos del consumidor y enviado por correo para que, entre febrero y junio de 1978, recibiera, a vuelta correo, un paquete con las primeras cuatro figuras de la colección: Luke Skywalker, la princesa Leia, Chewbacca y R2-D2.
Los certificados no tuvieron una buena aceptación entre el público, y muchos de ellos se quedaron en los estantes de las tiendas y fueron devueltos a Kenner. Del mismo modo, la prensa criticó duramente a la empresa por tratar de inducir a los consumidores a comprar a ciegas. Empero, con críticas y fracasos de ventas, los certificados Early Bird consiguieron algo que a Loomis le pareció por demás favorable: mantuvieron el interés del público en la tan ansiada línea de juguetes de Star Wars.
La primera línea de 12 figuras de acción incluía a Luke, Leia, Han Solo, Chewbacca, C-3PO, R2-D2 –Arturito, pa’ los cuates–, Obi-Wan Kenobi, Darth Vader, un Stormtrooper, un Comndante Imperial, un Jawa y un Morador de las Arenas, y fue producida a marchas forzadas. En 1978, cada figura se vendía por alrededor de USD$2.
Los escultores debían trabajar con tiempos de entrega imposibles y muy poco material de referencia y, para satisfacer la demanda, las figuras fueron maquiladas en diferentes fábricas de varios países asiáticos. Esto dio como resultado que muchas de las figuras tuvieran errores y defectos de producción, así como que existieran muchas versiones variantes de la misma figura –que han hecho las delicias de los coleccionistas–: Han Solo con cabeza pequeña, Han Solo con cabeza grande, Luke con cabello y cejas amarillos, Luke con cabello café y cejas negras, Luke con cabello amarillo o beige; Obi-Wan con cabello blanco, Obi-Wan con cabello gris; Chewbacca con ballesta verde, azul o negra; Vader, Luke y Obi-Wan son lightsabers de dos y tres secciones, y una nutrida lista de etcéteras. También derivó en que muchas figuras de personajes secundarios –particularmente la Serie 2, lanzada para la Navidad de 1978–, como el cazarrecompensas Greedo o el fugitivo “Walrus Man” (luego rebautizado como Ponda Baba) no se parecieran en absoluto a sus contrapartes de la pantalla.
Gran parte del éxito de las figuras se debió a una idea arriesgada por parte de Loomis y su equipo. Rápidamente, entendieron que el universo de Star Wars era vasto y rico y que las naves espaciales, así como las criaturas y otros vehículos, eran también estrellas de este cuento de hadas contemporáneo. Por tal motivo, Loomis decidió utilizar la poco popular escala de 3.75 pulgadas para sus figuras –por cierto, la escala de todas las figuras de la colección vintage [1977-1985] toma como referencia el tamaño del primer Luke Skywalker–. Esto permitiría producir naves y vehículos que podrían ser utilizados con las figuras sin que fueran demasiado voluminosos o costosos. De hecho, originalmente se publicitaron como “Mini-Action Figures”.
Eventualmente, en 1979, Kenner produjo figuras de 12 pulgadas de Star Wars y, aunque gozaron de gran éxito, no fueron tan populares como las figuras de 3.75”. Aunque el nivel de detalle en las figuras básicas era bueno para la época, la paleta de colores era limitada –en parte debido a la tecnología disponible en la época–; del mismo modo que la escala pequeña y los esfuerzos por abaratar los costos de producción obligaron a los fabricantes a reducir las articulaciones. Todas las figuras de la primera colección de Star Wars tienen sólo 5 puntos de articulación: caderas, hombros y cuello; excepto por el Stormtrooper y Chewbacca, cuyos torsos y cabezas son una sola pieza.
Boba Fett: el Santo Grial de los coleccionistas
Para 1979, la colección contaba con 21 figuras básicas, media docena de vehículos, una criatura y varios playsets. La figura número 21 era un personaje completamente nuevo cuya primera aparición en pantalla se diera en la Navidad de 1978 durante el segmento animado del infame Especial de Navidad de Star Wars (1978): el cazarrecompensas Boba Fett.
En el material promocional previo al lanzamiento de la figura se anunciaba que ésta disparaba un pequeño proyectil rojo del jetpack en su espalda. Sin embargo, más o menos en esa época, hubo reportes de niños que se asfixiaron al tragarse misiles de juguetes de la colección de juguetes de Batlestar Galactica, por lo que Kenner decidió fijar el proyectil de Boba Fett a la figura y retirar el mecanismo que lo disparaba. De hecho, la figura que finalmente se produjo de forma masiva y se vendió al público incluía una nota en la que se leía:
“Originally our STAR WARS Boba Fett action figure was designed to have a spring-launched rocket. The launcher has been removed from the product for safety reasons. If you are dissatisfied with the product, please return it to us and we will replace it with any STAR WARS mini-action figure of your choice.
Thank you for your support.” [1]
Aun con dicho cambio, una figura empacada de Boba Fett en el blíster de 1979 en buen estado puede sobrepasar los USD$650. A lo largo de la historia, las leyendas urbanas de “mi primo consiguió uno de los Boba Fett que disparaban el misil” han sido comunes; pero todos falsos. Las figuras que disparaban el proyectil nunca fueron puestas a la venta. Apenas una docena de estas figuras sin empacar salió de las fábricas y fueron utilizadas por Kenner con fines promocionales y de exhibición únicamente. Según se sabe, en todo el mundo sólo existe una figura empacada de Boba Fett con lanzamisiles funcional, fue utilizada para la exhibición de Kenner en la Feria del Juguete de Nueva York en 1979 y su precio actualmente se calcula entre los USD$120,000 y los USD$150,000.
Con las enormes ganancias producidas por las figuras de Star Wars, no podemos culpar a Kenner por tratar de explotar la franquicia el mayor tiempo posible. La colección de la primera película se extendió desde 1977 hasta 1979; mientras que la de El Imperio contraataca (Kershner, 1980) se produjo desde 1980 hasta 1982 y la de El regreso del Jedi (Marquand, 1983), entre 1983 y 1984. Para 1985, Kenner produjo simultáneamente tres líneas de figuras basadas en Star Wars: Star Wars: The Power of the Force, en la que había personajes de las tres películas que no habían aparecido en las series anteriores; Star Wars Droids y Ewoks, estas dos últimas basadas en las series de dibujos animados. Cabe mencionar, además de que, para el estreno de cada nueva película, Kenner reempacaba las figuras de la peli anterior en cartones con el título de la nueva cinta, lo cual maximizaba sus ganancias, daba oportunidad a los fans de conseguir figuras anteriores y creó también un buen número de versiones variantes de cada figura. Una estrategia similar se utilizó con las figuras de las Trilogía de El Señor de los Anillos (Jackson, 2001-2003) a inicios de este siglo.
Para 1985, cuando la producción de los juguetes de Star Wars fue cancelada definitivamente, tan sólo la colección de figuras basadas en las películas contaba oficialmente con 92 figuras de acción diferentes. Sin embargo, esta cifra es inexacta, pues no se están tomando en cuenta los muñecos que no se distribuyeron en los EE.UU. –como el codiciado Yak Face–, ni las figuras empacadas como sets – como Jabba the Hutt o la banda de Max Reebo, por ejemplo–.
El final de la Trilogía Original derivó en un descenso del interés por Star Wars y éste, a su vez, se vio reflejado en las bajas ventas de las figuras, por lo que la producción de éstas fue terminada en 1985[2] –. El legado de la colección vintage de Star Wars es innegable: con ella nacieron las figuras de acción de escala pequeña, el merchandising moderno de licencias de películas y el coleccionismo de juguetes como se conoce actualmente. Antes de Star Wars, el coleccionismo de juguetes se limitaba a piezas antiguas vendidas a altos precios por casas especializadas. Con Star Wars cualquiera podía coleccionar, intercambiar y cazar a su personaje favorito de una galaxia muy muy lejana… ¡Y gracias a la Fuerza por eso!
Bib Fortuna: la figura que el coleccionismo arruinó.
Una de las figuras más populares de la serie de El regreso del Jedi fue la del mayordomo de Jabba el Hutt, Bib Fortuna. En algunas fotos de prototipos, el abrigo del sirviente twi’lek era de color rojo oscuro; sin embargo, éste fue cambiado por uno color beige o gris en la versión final. En México, la maquiladora Lili Ledy, que tenía la licencia para producir las figuras de Star Wars, produjo una cantidad desconocida de figuras de Bib Fortuna con un abrigo color borgoña.
Rápidamente, esta rarísima figura sólo fabricada en nuestro país se convirtió en un artículo súper coleccionable, por lo que las falsificaciones no se hicieron esperar. Con el paso del tiempo –las primeras falsificaciones salieron a la luz en 2004; pero la verdadera epidemia se dio entre 2008 y 2010–, hubo tantas falsificaciones de este muñeco y éstas se parecían cada vez más al original que, de ser una pieza difícil de conseguir y muy costosa, ahora es muy común y no vale prácticamente nada pues, a menos que esté sellada dentro de su empaque, es casi seguro que sea una figura apócrifa. Un servidor tiene una en su colección y, aunque lo compré algunos años antes de que los piratas se volvieran populares, estoy casi seguro de que se trata de una falsificación.
Star Wars: The Epic Continues: la serie de figuras que nunca se produjo
Para 1985, como mencioné arriba, el interés en las figuras de Star Wars había decaído. Kenner ideó una estrategia para repuntar las ventas de la única colección tan grande como el Universo: producir una colección de figuras spin-off basadas en una hipotética cuarta película cuya trama consistía en que Tarkin –quien misteriosamente habría sobrevivido a la destrucción de la primera Estrella de la Muerte– y los últimos restos del desmantelado Imperio Galáctico se aliarían para reconstruir la tiranía. Pieza clave de dicho plan sería Ata Prime, el líder de la Guardia Imperial, quien sería clonado para producir un ejército que lograra aplastar a la incipiente Nueva República, ocasionando una Segunda Guerra de los Clones.
La serie, cuyo nombre tentativo sería Star Wars: The Epic Continues constaría de personajes y vehículos nuevos aunque, en su mayoría, se trataría de retools de juguetes ya existentes, como el All Terrain Ion Cannon –retool del AT-AT– o el Sandspeeder –retool del Snowspeeder–. Se produjeron un par de prototipos y fotografías promocionales; pero la mayoría de las figuras –incluyendo la que hubiera sido la primera figura de Tarkin– ni siquiera llegaron a la etapa de diseño.
En vez de The Epic Continues, Kenner decidió dirigir sus esfuerzos hacia un plan que tan bien les estaba funcionando en esa época: producir una serie de dibujos animados en conjunto con una línea de figuras de acción alusivas, convirtiendo cada episodio de la serie, básicamente, en un comercial de juguetes de veinte minutos. Lucasfilm produjo dos series en ese año: Droids y Ewoks, por supuesto, cada una con su montón de juguetes.
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[1] “Originalmente, nuestra figura Boba Fett de STAR WARS estaba diseñada para tener un cohete disparado por resorte. El lanzador ha sido removido del producto por razones de seguridad. Si usted está insatisfecho con el producto, regrésenoslo y lo reemplazaremos con cualquier mini-figura de acción de STAR WARS de su elección.
Gracias por su apoyo”. Traducción mía.
[2] El desinterés por los muñecos de Star Wars hacia 1984 dio paso al desarrollo de una de las colecciones de figuras de acción más importantes en la historia: Super Powers, conocida en Latinoamérica como Los Súper Amigos pero, citando a Ende, ésa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.