STAR WARS. LA ÚNICA COLECCIÓN TAN GRANDE COMO EL UNIVERSO. Parte II

 

Continúo con la segunda y última parte de este artículo sobre las figuras de acción de Star Wars. En ella hablaré sobre la colección producida en la segunda mitad de los 90, conocida oficialmente como Star Wars: Power of the Force. No está claro si esta serie pretendía ser una continuación o una especie de remake de la serie de 1985 también conocida como power of the Force; pero, debido a que el estilo de las figuras es sustancialmente diferente, suele indentificársele como Power of the Force 2.

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POWER OF THE FORCE 2

En 1987, Kenner fue comprada por la compañía juguetera especializada en modelos a escala funcionales de maquinaria pesada Tonka. Dicha compañía convirtió a Kenner en una subdivisión. Posteriormente, en 1991, Tonka  fue comprada por el gigante creador del término “figura de acción”, Hasbro.

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    A principios de la década de los 90 hubo una reapreciación por Star Wars; probablemente fue propiciada por el lanzamiento de la Trilogía Original en formato LaserDisc, probablemente porque Dark Horse Comics sacaba nuevos comics de Star Wars luego de haber comprado la licencia que durante años tuviera la en ese entonces arruinada Marvel; o quizá por una serie de tarjetas coleccionables publicadas por Topps para conmemorar el décimo aniversario del estreno de El regreso del Jedi (Marquand, 1983)… o el lanzamiento de los videojuegos basados en las cintas para el Super Nintendo, o quizá era el retro de los 70 que pegaba duro en aquella época… o todo fue simplemente un plan bien armado por Lucasfilm para revitalizar la saga y volver a crear un mercado antes de producir la Trilogía de Precuelas.

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    Sea como fuere, eran los 90, yo estaba en la primaria, Los Simpson aún eran maravillosos, Jurassic Park (Spielberg, 1993) lo era más y Star Wars volvía a estar de moda. Pronto, Kenner daría el paso definitivo para resucitar la franquicia al producir una serie completamente nueva de figuras de acción… y por favor, subrayen “figuras de acción”, porque los vehículos eran simples retools de los vehículos originales de los 70 y 80.

    Pero ¿cómo hacer para que los niños de los 90 se interesaran por personajes de películas que se estrenaron aún antes de que ellos nacieran? Según parece, Kenner no creyó en la trascendencia temporal de la franquicia y decidió tomarse algunas “libertades creativas”.

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    Desde inicios de la década y ya hacia mediados, el mercado de las figuras de acción estaba casi por completo dominado por los superhéroes. Series de figuras de acción con licencias de superhéroes como Batman Returns (1991-1994), Batman: The Animated Series (1992-1995), Adventures of Batman & Robin (1995-1997) o Superman: Man of Steel (1995-1996), de Kenner; X-Men (1991-1998) y Spider-Man: The New Animated Series (1994-1999), de Toy Biz; o las Teenage Mutant Ninja Turtles (1988-2013?) –ya en franca decadencia–, de Playmates, eran éxitos de ventas en la época, por lo que Kenner decidió adaptar el aspecto de los personajes de Star Wars dándoles proporciones más “superheróicas”.

    El resultado fue una serie de figuras de acción de proporciones irreales y cuerpos hipertrofiados que despertaron oleadas de críticas. De hecho, cuando le mostraron la figura de Luke Skywalker a Mark Hamill, éste exclamó: “¿Se supone que éste soy yo? ¡Ya quisiera!”. Incluso nuestro droide de protocolo preferido, C-3PO, recibió el tratamiento con esteroides y la figura de Chewbacca era tan musculosa que no cabía en la cabina del Halcón Milenario. Los rostros de las figuras se parecían mucho más a sus contrapartes de carne y hueso, eso sí, y creo que eran lo más sobresaliente de la colección… excepto la princesa Leia, cuya desafortunada escultura facial le ganó el apodo “Monkey Face” (Cara de Mono) entre los fans.

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    La primera serie constó de ocho figuras: Darth Vader, Luke Skywalker, princesa Leia, Han Solo, Chewbacca, Ben (Obi-Wan) Kenobi, R2-D2 y un Stormtrooper, cada uno de ellos con dos accesorios, excepto los droides.

    A pesar de la tan criticada musculatura y las poses espasmódicas, las figuras estaban increíblemente detalladas y el trabajo de pintura era excelente, muy superior al de figuras similares de la época. En el terreno de la jugabilidad, las figuras de esta serie presentaban una paradoja: en realidad, comparadas con otras figuras de la época, e incluso de la misma compañía, eran demasiado simples. Mientras que las figuras de Aliens (1992-1998), Jurassic Park (1993-1994) o la Liga de la Justica (1998-1999) tenían todas acciones especiales, algo que se había vuelto casi obligatorio en los 80, las de Star Wars POTF2 no tenían ninguna. Del mismo modo, las articulaciones eran las mismas que en las figuras de la colección clásica, excepto por una: la de la cintura. Si se toma en cuenta que para aquel momento ya existían figuras de acción de la misma escala con muchísimos más puntos de articulación, como G.I. Joe: The Real American Hero (1982-1998) o M.A.S.K.(1986-1988), entonces POTF2 queda debiendo…

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    Por otro lado, empero, si se comparan las figuras de Power of the Force 2 con las de la Colección Clásica, aquéllas resultan superiores en casi todos los aspectos –excepto el look musculoso, que es más bien un fallo de concepto, no de producción–: las capitas de tela o vinil fueron reemplazadas por capas y túnicas moldeadas en plástico, las aplicaciones de pintura son mucho más detalladas –en gran medida, gracias al avance tecnológico–, los lightsabers ahora sí parecían lightsabers, R2-D2 por fin tenía un cuerpo esculpido y no sólo una calcomanía, y otras tantas características hacían de esta colección un paso adelante en relación con la anterior.

    Kenner tuvo que enfrentarse a un mercado que nunca se había enfrentado antes: los coleccionistas adultos y un incipiente Internet que les servía como foro para comunicar su descontento con las nuevas figuras. Finalmente, a inicios de 1997, la compañía atendió las quejas y dejó por completo de darle el look de hipertrofia muscular a las figuras. Venía probando con ello desde 1996, pero fue hasta el año siguiente que se convirtió en el estándar. También se esculpieron nuevas figuras de Luke Skywalker y la princesa Leia que se comercializaron con la etiqueta “New Likeness!” (nuevo parecido); además de que se resolvió un asunto de la longitud de los lightsabers…

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El mío es más largo que el tuyo.

No sólo la musculatura excesiva fue corregida. Puesto que muchos coleccionistas se quejaron también sobre la longitud de los lightsabers, que eran demasiado largos –prácticamente eran tan largos como el alto de las figuras– Kenner lanzó una reedición de las figuras de la primera ola con lightsabers más cortos.

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    Nuevamente, esto dio paso a la aparición de diferentes variantes que, en la época, fueron muy buscadas por los coleccionistas. ¿Qué figura era más escasa, la del lightsaber largo o la del corto? En aquella época hubo verdaderas rebatingas y una escalada de precios ridícula por las figuras con lightsabers de diferentes tamaños… ¡e incluso por las variantes de producción en las que un lightsaber corto era empacado en la charola de uno largo! Con el paso del tiempo, los coleccionistas se dieron cuenta de que, en realidad, ambas variantes de las figuras eran más o menos igual de comunes y, en la actualidad, la verdad es que a nadie le importa.

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    Una vez que la apariencia de superhéroe fue dejada atrás, la línea se fue puliendo. Las esculturas eran cada vez más complejas y los diseños más caprichosos. Sobre todo las figuras humanas mejoraban cada vez; algunas de ellas, como Mon Mothma o Malakili –aun tratándose de personajes impopulares– fueron de las mejores figuras jamás esculpidas por Kenner. Y ni qué decir de figuras como Ishi Tib, que poseen algunas de las esculturas más complejas en todo el universo de Star Wars, aun rivalizando con figuras actuales; o el monje B’ Omarr, un droide arácnido que apenas si aparece unos segundos en el fondo de El regreso del Jedi, pero cuya compleja escultura y numerosas articulaciones lo vuelven una figura única.

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    Algo que siempre me llamó la atención, pero de lo que no cobré plena consciencia hasta ahora que soy adulto, es que muchas de las figuras de POTF2 trataban de ser una especie de remake de las figuras clásicas y su apariencia estaba, de hecho, más basada en éstas que en reproducir más fielmente lo que se veía en pantalla. Si uno las ve con detalle, las figuras de los 90 –al menos en las primeras series– son versiones “mejoradas” de sus contrapartes vintage; esto es particularmente notorio en la figura de Han Solo, que mantiene la misma posición que la figura de 1977; en el hecho de que decidieran poner dos jawas en un solo empaque o que R2-D2 contaba con dos acciones especiales: un tercer pie retráctil en la base de la figura y un “ojo” de plástico translúcido que se iluminaba cuando la luz caía sobre ella.

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    Con el éxito de la línea de figuras de acción, Kenner no tardó en cubrir la gran mayoría de los personajes de la colección clásica, así que ¿qué hicieron? Tratar de llenar los huecos que había dejado ésta, por supuesto. Los diseñadores de Kenner se pusieron a escrutar la saga, casi escena por escena, para extraer nuevas figuras de personajes que antes no habían tenido ninguna.

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    Aunque desde el punto de vista comercial claro que se trataba de una sacadera de dinero, tanto niños como coleccionistas recibimos con beneplácito la adición de nuevos personajes. Esto contribuyó a cubrir varias omisiones importantes de la colección vintage, como el hecho de que no hubiera ninguna figura del gobernador (luego rebautizado Grand Moff) Tarkin o que Leia fuera el único personaje femenino en toda la colección… ¡Y sí, tuvimos una figura de Leia en traje de prisionera de Jabba por primera vez!

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    También es interesante que la mayoría de los personajes secundarios –o incidentales, incluso– de la saga difundieron sus nombres oficiales durante esta colección. Algunos recibieron estos nombres en el Universo Expandido de novelas, comics y tarjetas coleccionables; pero fue en las figuras de acción cuando éste se popularizó. Así, Prune Face se convirtió en Orrimaarko, Yak Face pasó a ser Salt-Marae y el malévolo emperador conocido únicamente como The Emperor se convirtió en el emperador Palpatine.

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    Tan pronto como 1996, Kenner comenzó a echar mano del Universo Expandido de la saga para ampliar la batería de personajes. La primera línea de juguetes en beber de dicha fuente fue Shadows of the Empire, basada en el proyecto multimedia homónimo[1]; pero pronto las novelas gráficas Dark Empire y la Trilogía de Thrawn, publicadas por Dark Horse Comics, así como el videojuego Star Wars: Dark Forces (LucasArts, 1995) sircieron como inspiración para figuras de acción comercializadas dentro de la colección “Star Wars Expanded Universe”. Más tarde, cuando las ideas empezaban a escasear, los diseños conceptuales de artistas como Ralph McQuarrie para los vehículos de la saga sirvieron como inspiración.

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Star Wars The Power of the Force 2: una pésima inversión

Los coleccionistas habían aprendido su lección. Las figuras de acción de la colección clásica se volvieron súper coleccionables e, incluso en algunos casos, bastante costosas. Pero esto sucedió por una razón particular: se trataba de piezas de plástico barato pensadas para que los niños jugaran con ellas y les dieran en la madre, nadie pensó que valdrían mucho dinero algún día y, por lo mismo, nadie pensó en guardarlas… y como les dieron en la madre y nadie las guardó, se volvieron raras e incrementaron su valor.

    En 1995, todo mundo anticipó que las figuras incrementarían su valor, por lo que los coleccionistas empezaron a acapararlas y guardarlas celosamente dentro de sus empaques. Con procesos de producción mucho más cuidados que los de la colección original, la aparición de versiones variantes fue rara –excepto por las figuras reempacadas–, por lo que también las figuras con las más mínimas variaciones fueron objeto de disputas y revendidas a altos precios… en aquella época.

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    En 2015, cuando la colección Power of the Force 2 cumplió 20 años de haber aparecido en el mercado y, coincidentemente, se estrenó en cines un nuevo episodio de la saga después de diez años de inactividad –El despertar de la Fuerza (Abrams, 2015)–, el mercado de coleccionistas se vio invadido por una avalancha de figuras POTF2 en excelentes condiciones que se habían quedado guardadas y que ahora trataban de ser vendidas a precios de coleccionista.

    Empero, la desilusión no sólo fue brutal; sino casi instantánea. Si las figuras de los 70 aumentaron su valor por ser escasas, las de los 90 lo perdieron exactamente por lo contrario: había demasiadas. No sólo se produjo una gran cantidad de figuras; sino que todo el mundo decidió guardarlas, por lo que incluso personajes poco comunes, como Zuckuss o el guardia gamorreano, eran relativamente fáciles de conseguir en excelentes condiciones.

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    De hecho, con el mercado de figuras coleccionables actualmente a la baja en EE.UU., la realidad es que las figuras de POTF2 se han devaluado. Actualmente, en promedio, pueden conseguirse por alrededor de USD$7 y las más raras difícilmente sobrepasan los USD$20… hace un par de meses, yo mismo compré un lote de estas figuras nuevas por el equivalente a USD$4 cada una. Estos precios son más o menos los mismos que tenían en 1997, por lo que, ajustándolo a la inflación, obtenemos que su precio ha disminuido.

Cómo Star Wars mató a Kenner…

Bueno, no. Técnicamente, Hasbro mató a Kenner; pero lo hizo a través de Star Wars. La expansión de Hasbro es un ejemplo clásico, casi de libro de texto, sobre capitalismo. En vez de competir con otra empresa que tiene mejores productos que los míos, simplemente compro esa empresa –recordemos que la calidad de Hasbro era inferior a la de Tonka, y básicamente sus ganancias venían de los grandes volúmenes de juguetes baratos que vendían–, después la liquido o la hago quebrar y me quedo sólo con los productos que me interesan. Ésta es la estrategia que han seguido compañías como Nabisco, Disney o EA.

    Así pues, siendo dueña de Tonka, Hasbro encargó una sobreproducción de figuras de acción de Star Wars Episode I: The Phantom Menace a Kenner en 1999. Había demasiados personajes vendiéndose al mismo tiempo y de cada uno se produjeron demasiadas unidades; además de que los precios se elevaron considerablemente en relación con los de POTF2 debido a la inclusión de un accesorio electrónico conocido como CommTech Chip, que permitía a las figuras reproducir diálogos de la película e interactuar entre ellas.

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    Si ustedes recuerdan, las figuras de Episode I se vendían en un inicio en el equivalente aproximado a USD$7 actuales; pero, apenas un año después, podían conseguirse por el equivalente a USD$1 actual. Debido a tan pobres resultados –que eran parte de un plan anticipado, por supuesto–, Hasbro decidió cerrar Kenner, poniendo fin así a toda una era.

    La última serie de figuras de Power of the Force 2 fue producida por Hasbro en el año 2000 y constaba de nuevas versiones de personajes de la Trilogía Original que incluían el infame chip CommTech que tanta controversia ocasionara con las figuras de Episodio I. estas son las únicas figuras de la colección que son verdaderamente escasas y que han aumentado su valor con el paso del tiempo.

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El futuro nebuloso es

En 2020, Hasbro debe renovar su licencia para producir juguetes de Star Wars. Sin embargo, la sobresaturación del mercado por parte de Disney, la desafortunada elección de personajes, la baja general en la calidad de escultura, pintura, y la disminución de articulaciones en las figuras de 3.75”, entre otras cosas, han resultado en un descenso en las ventas de las figuras y la Casa del Ratón no está contenta.

    En ese mismo año, Mattel perderá la licencia de DC Comics. Las pobres ventas de las figuras de acción de la Liga de la Justicia (Znyder, 2017) y Aquaman (Wan, 2018) llevaron a DC a tomar la decisión de no renovar la licencia de sus personajes para la Casa de Barbie por un nuevo periodo y ésta pasará a manos de Spin Master.

    Esto, aunado a los problemas económicos de Mattel en los últimos años, resulta en que la compañía juguetera se quedará sólo con una licencia fuerte: Jurassic Park/World; por lo que les sería muy conveniente buscar otra. ¿Será que Mattel busque hacerse con la licencia de Star Wars? Aunque suene poco probable, es una posibilidad que cabría considerar.

 

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[1] Shadows of the Empire fue un proyecto mercadotécnico de Lucasfilm inspirado por el éxito de las novelas gráficas Dark Empire, de Dark Horse. Básicamente, Lucasfilm quería ver cuánto merchandising de Star Wars podía producir sin que hubiera una nueva película de la saga en los cines. Esto llevó a la creación de novelas, cómics, videojuegos, tarjetas coleccionables, etc. basados en Shadows of the Empire, un spin-off que cuenta lo que pasó durante los 6 meses en los que Han Solo estuvo congelado en carbonita.

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