LOS CAZAFANTASMAS
Ghostbusters
Ivan Reitman, 1984
Si tuviera que escoger forzosamente una sola película como icono de los ochenta, creo que muy probablemente sería ésta (aunque sí se echa un téte a téte con Volver al futuro [Zemeckis, 1985]). Son pocas las historias de películas que han hecho tanto con tan poco –ajustando las ganancias según la inflación, ésta es la peli más taquillera en la historia de Columbia Pictures– y que se han vuelto, casi de inmediato, un referente de la cultura pop. El éxito de esta cinta generó una secuela, un infame reboot, tres series de dibujos animados –la primera de ellas excelente, la tercera bastante decente–, cinco videojuegos –uno de ellos a punto de ser remasterizado–, tres series de cómics, un manga y una extensa colección de figuras de acción que trascendió la década, además de otros elementos de merchandising relacionado.
La peli cuenta la historia de tres profesores universitarios fracasados; el cínico Dr. Peter Venkman (el excelente Bill Murray en un papel que estaba pensado originalmente para John Belushi), el soñador Dr. Ray Stanz (Dan Aykroyd, co-escritor de la cinta) y el cerebrito Dr. Egon Spengler (Harold Ramis, co-escritor junto con Aykroyd), cuyas teorías sobre Parapsicología son la burla de la academia, por lo que son expulsados de la Universidad de Nueva York. Para no morirse de hambre, estos profesores abren un negocio en el que capturan fantasmas a domicilio. La empresa marcha bien y hasta contratan a un cuarto integrante, el prosaico Winston Zeddmore (Ernie Hudson en un papel que originalmente fue ofrecido a Eddie Murphy con mucho más tiempo en pantalla). Sin embargo, todo parece indicar que el éxito del negocio se debe a un inusual incremento de la actividad paranormal en Manhattan que sería el preludio de la llegada a nuestra dimensión del antiguo dios sumerio destructor, Gozer (Slavitza Jovan), y cuyo epicentro se localiza en el condominio donde vive una de las primeras clientas de los Cazafantasmas e interés romántico de Venkman, la concertista Dana Barrett (la legendaria Sigourney Weaver).
La idea es tan descabellada que podría funcionar… Y vaya si lo hizo. A pesar de sus limitantes de presupuesto y de que la película se tuvo que filmar con prisas para no gastar demasiado dinero (incluso hay un par de escenas donde se ve que el boom entra a cuadro, pero no pudieron volver a filmarlas), resulta en una comedia con elementos de Ciencia Ficción (una embarrada nomás) bastante efectiva.
Tras darle muchas vueltas al asunto y pensarlo y re-pensarlo he llegado a la conclusión de que el éxito de esta cinta, al igual que el de la ya mencionada Volver al futuro, puede muy bien deberse a la concepción que presenta de la sociedad. Me refiero, específicamente en el caso de Los Cazafantasmas, a la reivindicación de la figura de los nerds.
Otras películas contemporáneas como Porky’s (Clark, 1982) y La venganza de los nerds (Kanew, 1984) ya habían mostrado a los cerebritos tomando retribución, pero siempre en un tono satírico que encumbraba a los ñoños al mismo tiempo que se burlaba de ellos. Cazafantasmas, por el contrario, iba un paso más allá y ponía a los nerds en el papel de héroes. Estos hombres no peleaban por su dignidad perdida o por recuperar la casa de su fraternidad en la Universidad, luchaban por impedir el Fin del Mundo, y para ello no contaban con súper poderes, habilidad militar alguna o grandes músculos… ¡Vamos, ni siquiera podían pagar la renta! Estos tipos tenían sus mentes brillantes y a la Ciencia de su lado.
En el primer borrador del guión escrito por Aykroyd, la historia sucedería en el futuro y los Cazafantasmas serían más parecidos a una especie de equipo SWAT que a exterminadores. Sin embargo, Harold Ramis le hizo ver que el guión sería demasiado costoso de producir. Además, con la muerte de John Belushi, Eddie Murphy salió del proyecto y lo mismo hizo John Candy, quien interpretaría originalmente a Tully, cuando sus propuestas sobre el personaje fueron rechazadas por el director, cerrando así las posibilidades de obtener un gran presupuesto para la peli.
Los efectos especiales de la peli son espectaculares (para 1984), a pesar de que fueron creados de formas más o menos baratas. Para lograrlo, los artistas de efectos especiales utilizaron todas las viejas técnicas que el cine había producido a lo largo de las décadas. Años antes de que los efectos por computadora impusieran su dominio y sin poder pagar costosos animatrónicos, Cazafantasmas se sirvió del fotomontaje, las botargas, diversos trucos fotográficos e incluso trucos tan sencillos como la Perspectiva Forzada, la pintura mate o los títeres para dar vida a toda una legión de espectros y criaturas demoniacas… o no.
Me refiero a que la película está tan bien armada (el guión y la edición son excelentes… excepto por el asunto de los boom) que apenas en este último visionado me percaté de que el tiempo en pantalla de los fantasmas es en realidad poco (Gozer, Zuul y Vinz no cuentan porque no son fantasmas). Hagan cuentas, en verdad hay pocos fantasmas en esta cinta; pero los que hay son ciertamente geniales. ¿Cómo olvidarnos del asqueroso pero carismático Pegajoso (Slimer)? ¿O quién no recuerda las escenas de un gigantesco Hombre de Malvavisco asolando las calles de Manhattan?
Las actuaciones son bastante decentes. Además de los comediantes como Aykroyd, Ramis o el genial Rick Moranis (quien interpreta al francamente teto Louis Tully), el elenco cuenta con actores crecidos en las tablas del teatro, como el ya mencionado y posterior ganador del Oscar Bill Murray o el prototipo de la heroína de acción contemporánea, Sigourney Weaver. Prácticamente ninguna escena se filmó tal cual estaba escrita en el guión, pues los actores improvisaron gran parte de sus diálogos. La química entre los actores es innegable y se ve en pantalla, realmente se ve el compañerismo entre los cuatro integrantes del equipo.
Cinco años después, con prácticamente idéntico reparto, Columbia Pictures produciría una secuela no muy afortunada. En ella (bueno y en la vida real también), han pasado cinco años desde que los Cazafantasmas salvaran a la Ciudad de Nueva York, y quizá al mundo, pero ahora se han quedado sin trabajo y se han desintegrado. Sin embargo, se reúnen para atender un nuevo caso en el que la energía negativa de la Ciudad parece alimentar lo que será la reencarnación de un antiguo guerrero, llamado Vigo el carpaciano (Wilhelm von Homburg), en el cuerpo del bebé de Dana Barrett. Y sí, apenas si salen fantasmas.
A pesar de no haberle llegado ni a los talones a su predecesora, ni en recepción de taquilla ni en calidad, esta peli generó un spin-off de la serie de dibujos animados titulada Pegajoso y los verdaderos Cazafantasmas (1989) con un corte más infantil y que es francamente insufrible.
A mediados de la década de los noventa comenzó a correr el rumor de una tercera entrega de la saga, pero el proyecto nunca se concretó. En cambio, se produjo la serie de dibujos animados Extreme Ghostbusters (1997) que, a pesar de tener buenos guiones, argumentos interesantes y seguir la cronología de las películas (Egon Spengler regresa a dar clases en la Universidad y recluta a un grupo de estudiantes marginados e inadaptados para formar un nuevo equipo de Cazafantasmas), gozó de muy poca popularidad, tanto que fue cancelada después de cuarenta episodios.
Finalmente, durante la década pasada el rumor de Cazafantasmas III volvió a rondar Hollywood y hasta se escribió un guión en el que el equipo se enfrentaría al mismísimo Diablo. Sin embargo, el proyecto se canceló cuando Bill Murray se negó rotundamente a participar argumentando que odiaba las secuelas; el guión fue adaptado y utilizado en el videojuego Ghostbusters: The Game (Atari, 2009). Actualmente, el proyecto de la tercra parte está en marcha aunque, obviamente, sin Ramis en el elenco.
PARA LA TRIVIA: En 1975, la productora infantil para TV Filmation creó una serie de televisión de acción en vivo titulada The Ghost Busters, cuyo argumento iba sobre un equipo formado por dos viejos y un gorila que viajaban en una carcacha y se dedicaban a cazar fantasmas con un humor por demás ramplón. Cuando apareció la película de Aykroyd y Ramis, no pudieron registrar el título por las complicaciones legales que hubiera generado con Filmation. Empero, tras el éxito de la cinta, Filmation produjo una secuela de su show televisivo, esta vez en dibujos animados, para colgarse de la fama. Para evitar que la competencia usufructuara el título, Columbia Pictures produjo, meses después, la excelente serie de dibujos animados Los verdaderos Cazafantasmas (1986-1991).
PARA LA TRIVIA GEEK: El nombre de Gozer fue tomado del famoso caso del Poltergeist de Enfield. Al entrar en trance, una de las médiums que investigaba el caso –aunque su identidad ha permanecido oculta, lo más probable es que se tratara de Lorraine Warren–comenzó a susurrar el nombre “Gozer”. Este caso fue investigado por los afamados Ed y Lorraine Warren y es, de hecho, la trama de la película El conjuro 2 (Wan, 2016).
¡Oh, cómo olvidarla!.Ciertamente forma parte de los recuerdos entrañables.
Gracias por habernos regresado a esa época con tan buena y bien documentada crítica.
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